Dom 15.08.2004

EL PAíS  › UNA CASA EN LA QUE PERMANECEN LOS SIGNOS DE LA ULTIMA DICTADURA

Un monumento histórico a la Memoria

Chicha Mariani, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, celebró los 28 años de su nieta, que sigue desaparecida.

La casa de la Calle 30 de La Plata habla. Desde el revoque blanco del frente hasta el muro del fondo del terreno, su arquitectura detalla a través de cientos de impactos de bala la crónica del 24 de noviembre de 1976, en el que 150 uniformados al mando del represor Ramón Camps arrasaron la vivienda en la que vivían Diana Teruggi y Daniel Mariani junto a su hija Clara Anahí, quien con apenas tres meses de edad logró sobrevivir al operativo. Sólo que lo hizo en los brazos del efectivo que la secuestró entre el humo de la balacera, y aún permanece desaparecida. Ayer, Clara Anahí cumplió 28 años, y su abuela María Isabel Chicha Mariani, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, decidió celebrarlos pese a su ausencia forzada, en ese mismo domicilio en el que hoy funciona la Casa Museo Mariani-Teruggi, que fue declarada recientemente monumento histórico.
Prácticamente no hay rincón de la vivienda que no haya sido alcanzado por las balas de los hombres de Camps que buscaban destruir la imprenta clandestina que funcionaba en el fondo. La fachada parece una postal detenida en el tiempo. Allí están las marcas de los proyectiles de FAL en el portón gris del garaje, que pueden verse desde la vereda de enfrente. En el centro de la pared que daba al dormitorio de Clara Anahí, en el lugar que alguna vez ocupó una ventana con postigos, sólo queda el hueco que dejó el disparo de una tanqueta, que atravesó ese cuarto y el comedor y pegó contra uno de los muros del baño.
Aquel noviembre famoso de La Plata, la tropa represiva apoyada por dos helicópteros bombardeó el domicilio durante más de tres horas luego del mediodía. “Cuando terminó todo, todavía estaban servidas las milanesas del almuerzo en el comedor”, recordó ayer un vecino, que tenía menos de diez años cuando ingresó a la vivienda después del tiroteo.
En el operativo, Diana fue barrida por una ráfaga, igual que otros tres compañeros. Daniel, que no estaba en el lugar en ese momento, fue asesinado por fuerzas represivas ocho meses después, en una esquina platense. Y según varios testimonios, Anahí no fue alcanzada por el tiroteo gracias al reparo que le brindó una bañera vacía en la que fue depositada antes del ataque. La niña permanece desaparecida desde entonces, y los deseos de Chicha por recuperarla son los mismos que hace 28 años, y los mismos que la convirtieron en una de las primeras abuelas que reclamó por un nieto secuestrado por la dictadura. Por eso, como desde hace varios años, Chicha celebró junto a amigos y familiares, los 28 años de Anahí.
“Yo no sabía qué era lo importante para decir –explicó durante la ceremonia Adriana Calvo, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos–, pero anoche tuve un sueño en el que estaban Clara Anahí junto a Teresa (su hija, nacida en cautiverio). Ellas tienen casi la misma edad, fueron concebidas en la misma ciudad, tenían padres militantes y eran dos hijas queridas. Pero Teresa, que nació en el horror, pudo crecer rodeada de padres y abuelos, y Clara, que nació en medio del amor, fue arrancada de esta casa y todavía vive esclava en la mentira. Y podría decirse que esta es la historia de una chica con más suerte que la otra, porque eso era lo que buscaban los represores: que pensemos con esos mecanismos de la culpa. Pero que nosotros estemos hoy aquí, es una muestra de que no lo lograron.”
Bajo un sol que empezó a asomar después del mediodía en La Plata, Emiliano Hueravillo, de HIJOS, le dedicó unas palabras a la cumpleañera, y Lucas Finocchi eligió algunas canciones “que a Diana y a Daniel le gustaban y que Anahí debe haber escuchado”. Y como en cada nuevo cumpleaños, se realizó una suelta de globos que llevaban pegadas tarjetas con los datos de Anahí. En este aniversario fueron 28 globos de colores los que se perdieron en la resolana. Luego, decenas de personas siguieron entrando y saliendo como cada sábado de la casa que recientemente fue declarada Monumento Histórico Nacional.
“Siempre me fijo hacia dónde van los globos, porque son como botellas al mar que tal vez un día lleguen hasta ella”, comentó Chicha a Página/12 cuando todo había terminado.
Informe: Alfredo Ves Losada

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