Si Tony Cuozo hubiera sido el coiffeur de Néstor Kirchner, la estaría pasando mal. No tendría asiento en el Tango 01, no contaría con un auto para trasladarse a la Casa Rosada y ni siquiera podría acceder a un celular para que su cliente de cabecera tenga siempre dónde ubicarlo. Pero en verdad el problema no sería exclusivo del histórico peluquero de Carlos Menem, que en los ’90 contaba con todos esos “beneficios”, sino que ya lo es para un importante número de funcionarios oficiales alcanzados por los recortes que la administración K viene realizando en áreas específicas. El papel de “manos de tijera” lo asumió Oscar Parrilli. El secretario general de la Presidencia avanzó sobre sectores en donde el dinero oficial se perdía en agujeros negros, dibujos y burbujas de champagne. El más paradigmático es el de los viajes. Una comparación vale de ejemplo. El 27 de marzo de 1999, Carlos Menem realizó una visita oficial de 5 días a Italia. Llevó a 102 personas, entre la comitiva y la tripulación. Este año, por la misma cantidad de días, Kirchner llevó a España 33 personas, menos de la tercera parte.
Se puede discutir cuál es el número apropiado de ministros, secretarios y asesores que deben representar a la Argentina en el exterior. No hay duda, en cambio, sobre el desparpajo y la impunidad que significa incorporar a esa comitiva a un peluquero, como hacía Menem, o a parientes de funcionarios, como sucedía con la hija del titular de la Casa de Moneda, Armando Gostanian, amiga íntima de Zulemita Yoma.
Cotejando otros rubros de los viajes de Menem a Italia y Kirchner a España, la diferencia en el nivel de gastos es elocuente. En hotelería y comida, el ex presidente desembolsó 368.627,96 dólares y el actual 17.198,59; en comunicaciones, el primero gastó 45.692,72 dólares y el segundo 808,77. Y en viáticos uno erogó 175.172 dólares y el otro 41.496. Haciendo un redondeo de la suma de estos tres item, el viaje le salió al menemismo cerca de 600 mil pesos y al kirchnerismo 60 mil.
El contraste no es un reflejo lineal del gasto que genera un contingente numeroso, como el que fue a Italia, con otro moderado, como el que visitó España. También hay diferencias propias de manejos y contrataciones. En la Casa Rosada suelen contar una anécdota de los años de oro del menemismo, cuando Alberto Kohan pidió 5 autos para movilizar a parte de la comitiva presidencial por Roma. Pero la sorpresa, o no, es que al lugar llegaron 20 autos. Algunos especulan que hubo desavenencias entre la Secretaría General, la Cancillería y la Casa Militar. Otros conjeturan cosas peores. En el mejor de los casos, se erogó cuatro veces más de lo que se debía.
Si se tratara de anécdotas, el rubro viajes da para varios libros. Quienes supieron ser testigos del Tango 01 recuerdan, en algunos casos, los pasillos con bolsas de regalos, y no precisamente cargada de alfajores Havanna. La sospecha es que el dinero de esos onerosos presentes no salía de los bolsillos de los viajantes sino del erario, y que terminaron figurando como viáticos u otros rubros formales. En donde hubo sospechas de fraude susceptibles de constatar se presentaron denuncias ante la Justicia. Así ocurrió ante posibles sobreprecios en gastos de mantenimiento y catering del Tango 01, al que quedaron vinculados altos oficiales de la Fuerza Aérea y directivos de la empresa Sky Support.
El “control interno” de gastos no es una actividad, para decirlo de modo diplomático, demasiada explotada por los gobiernos. Así lo demuestran las conclusiones de la Sindicatura General de la Nación, como las del 2002, año de la transición duhaldista. “El nivel de eficacia del sistema de control no brinda seguridad razonable”, dice el informe.
La Sigen no es precisamente benévola con la gestión K, ya que asegura que el sistema de control “aún resulta débil”. Aunque reconoce avances. “La implementación del comité de control y el interés de las autoridades en profundizar actividades de control demuestran un incremento de la receptividad”.
Antes de la gestión kirchnerista, cada funcionario disponía de un auto. Con el plan de austeridad la flota se redujo y sólo el Presidente y los ministros cuentan con uno full time, en la mayoría de los casos obtenidos a través de un comodato con las empresas automotrices. El resto, como por ejemplo los secretarios, deben compartir una flota de 12 coches, ya que se dio de baja el servicio de alquiler con la empresa Serra Lima.
Las comparaciones entre enero-julio del 2003 y el mismo período de este año reflejan el nivel de ahorro. Por ejemplo, se pasó de 273.300 pesos a 227.000 en combustible (46.300 menos, pese al incremento del gasoil en ese período). En el mismo lapso se dejó de gastar un promedio de 268 mil pesos mensuales por alquiler de autos en el país.
Parrilli avanza por estos días en un ajuste en las comunicaciones. Ya hubo un pequeño ordenamiento en la telefonía fija, logrando un ahorro de 165.221,89 pesos, de acuerdo a la comparación de gastos de mayo del año pasado y de este. El secretario está negociando tarifas con las empresas, además de imponer topes de gastos a los celulares, con la idea de que aquellos que lo superen deberán hacerse cargo del pago del excedente. En la comparación enero-mayo del 2003, respecto del mismo período de este año, se logró un ahorro del 19 por ciento. O sea,en promedio 33.044,38 pesos menos.
Por supuesto que no figuran en ese parangón los gastos del locutorio trucho que funcionaba en la Rosada y que denunció el ministro del Interior, Aníbal Fernández. En esa oportunidad se registró el robo de líneas del conmutador de la cartera política, haciendo saltar las facturas de 6968 pesos a 141.435, con llamados a Marruecos, Cuba, Pakistán y Egipto.