EL PAíS
› ESCRITO & LEÍDO
La búsqueda de la dignidad
› Por Mario Wainfeld
Javier Auyero es un sociólogo argentino actualmente radicado en Nueva York. Vidas beligerantes, su más reciente publicación, fue escrita allá, pero trabajada y concebida acá. Conspicuo investigador de la vida y los lazos políticos de los sectores populares argentinos, Auyero propone en este texto una mirada novedosa sobre las puebladas que vienen haciendo época desde la década del ‘90. Las “vidas beligerantes” que trata el libro son la de dos protagonistas. Nana participó en el Santiagazo. Laura fue líder del levantamiento popular de Cutral Có. Ambas tienen varias cosas en común. La primera, en orden de importancia, es su condición de mujeres, bastante castigadas en su vida personal. La segunda es haberse jugado a fondo en las puebladas sin haber militado antes en política. La tercera, haber abandonado la política después. Una pudo reenderezar bastante su vida privada tras su experiencia. La otra no.
Auyero convivió con ellas y sus familias, pasó meses en sus provincias. La trama de sus vidas que narra con detalle (y con una pluma de delicadeza inusual entre sus colegas) le sirve para preguntarse qué pasó (no sólo con Laura y Nana) en esos levantamientos populares. Su conclusión choca con el mecanicismo de la mayoría de las miradas sobre el mundo de los humildes. Lo que las sacó a la calle o a la ruta, propone Auyero, no es meramente la situación económica. Aún las miradas más “piadosas” sedicentes progresistas condenan a los humildes a una conducta economicista, en algún sentido banal. Tras trabajar en serio el tema, Auyero concluye que las protestas tienen mucho que ver con “la búsqueda de reconocimiento y respeto”. “Afirmo –dice el sociólogo que también es enfático cuando describe y defiende su método– que los habitantes de Santiago del Estero y Neuquén han buscado, ciertamente trabajo y salario, pero también han buscado dignidad”.
Las historias de vida de Nana y Laura le dan la razón. Las relata con profusión de datos, citas textuales de sus razonamientos y hasta de un diario íntimo. Son de por sí bastante seductoras como para internarse en el libro. La perspectiva de género, si se permite la expresión, se impone por el peso de los hechos. No es declamada como un dogma sino sugerida con sutileza a la inteligencia del lector.
Dialogando con Laura y Nana, con otros protagonistas, con líderes políticos e intelectuales, Auyero pinta las puebladas como seguramente nadie lo hizo hasta ahora. Es que no es común juntar en la Argentina el rigor, el trabajo sistemático, la consistencia de la investigación de campo. Y mucho menos conjugarla con el respeto al “objeto de estudio”. “Objeto” con el que Auyero entabla una relación dialéctica. El autor cuenta que en algún momento pensó preguntarle a Laura cuándo decidió ir a la ruta. Pero, con el correr de su investigación, asume, “descubrí que la pregunta era errada”. Laura, aprende y enseña Auyero, “es absorbida en la función de piquetera por sus interacciones en la ruta, interacciones profundamente moldeadas por su propia biografía”.
En un país habituado a la arrogancia intelectual es todo un tópico que un científico social acepte revisar sus presupuestos. Y una fresca novedad que considere a mujeres provenientes de sectores populares como personas dotadas de inusual espesor biográfico y político. La derecha estigmatiza a los humildes, cierta centroizquierda les dispensa piedad, pero les atribuye la condición de inermes, condenados de antemano. Auyero los escucha, sistematiza sus vidas y sus saberes. Y, burla burlando, su libro le agrega sentido a las beligerantes historias de Nana y Laura. Un sentido que el lector interesado hará bien en explorar si quiere trasgredir los patéticos lugares comunes mediáticos, políticos e intelectuales sobre los movimientos populares.
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