Mar 16.04.2002

EL PAíS  › OPINION

Un juicio a la verdad

Por Vilma Ripoll *

Hoy, el Juzgado en lo Correccional Nº 4 de Capital comenzará juicio oral al compañero Raúl Castells, luchador, dirigente del MIJP, injusta y largamente detenido. Las tres causas judiciales se originaron en el ‘95, cuando Menem gobernaba el país y Cavallo la economía. Cavallo, el mismo que hoy está preso y Menem el mismo que hoy quiere fugarse del país para no estarlo.
El 27 de marzo de 1995, Castells, la querida Norma Pla y varios jubilados se movilizaron al PAMI. Pusieron muebles en la puerta y hubo incidentes. Con el comisario y subcomisario como testigos, a Raúl lo acusan por “daños en concurso real con resistencia a la autoridad”. ¿Los “daños”? Un vidrio roto de una mesita ratona que era de Norma Pla y una pintada con una verdad que mantiene plena vigencia.
Dos días después, Castells y los jubilados protestaban frente a Casa de Gobierno. Se lo acusa de intentar cruzar el vallado para agredir a los policías: “daño en concurso real con resistencia a la autoridad reiterado”. Si el cargo es ridículo, el proceder es gravísimo. Como alegaron “no haber encontrado testigos imparciales”, los únicos testigos, que el juez consideró “determinantes” fueron... ¡los dos subcomisarios y el policía que detuvieron a Castells!
La tercera causa se origina en diciembre del ‘95. Castells y su grupo manifestaban ante el Ministerio de Trabajo. El delito esta vez sería “entorpecer el tránsito vehicular”, nuevamente con el comisario y subcomisario de turno como infaltables testigos.
Casi sin excepción, esta Justicia que deja impunes a los Menem, los Cavallo, los Alderete, los políticos corruptos, banqueros, grandes empresarios y genocidas que hundieron y desangraron al país, acumula este tipo de “causas” para perseguir a los luchadores. Pero la reciente libertad de Emilio Alí nos fortalece en esta pelea contra la penalización del conflicto social.
La pintada en la pared del PAMI decía “Cavallo asesino de jubilados”. A siete años, hoy nadie lo pone en duda. Castells tenía razón. Por eso, más que un juicio a él, este es un juicio a la verdad. Y si hay algo no condenable es la verdad, menos aún cuando es dicha por quienes la sufren al precio de sus vidas. ¡Libertad, entonces, a Raúl Castells!

* Diputada de la Ciudad (MST - Izquierda Unida)

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