Lun 20.09.2004

EL PAíS  › KIRCHNER NEGOCIA CON LULA Y RODRIGUEZ ZAPATERO SOBRE DEUDA Y ENERGIA

Se llevó la mochila a Central Park

El acercamiento político a los Estados Unidos girará en torno de la cuestión del terrorismo y se corporizará en el homenaje a las víctimas del 11-S. Pero la deuda marca el viaje del Presidente a Nueva York para la Asamblea General de la ONU. En privado, junto a su comitiva, Kirchner se mostró confiado en un arreglo con los bonistas y dijo que eso es lo que transmitirá a sus colegas de Brasil y España. Cómo sigue la agenda.

› Por Martín Granovsky

Página/12
en EE.UU.
Desde Nueva York

Una ensalada suiza de pollo en el restaurante Bice, de Manhattan, le alcanzó al presidente Néstor Kirchner para aprovechar un día peronista en el Central Park y caminar 10 kilómetros entre ciclistas, maratonistas de domingo, danzarines, neoyorquinos tomando sol tirados en el pasto e irlandeses de hoy gran recital gran. Ninguno de ellos parecía pendiente de los problemas argentinos, pero Kirchner se trajo la agenda completa y comenzará a desplegarla esta misma mañana explicándole a Luiz Inácio Lula da Silva que habrá arreglo exitoso por la deuda y que Brasil tiene que redoblar el compromiso de Petrobras en la Argentina.
Los últimos viajes del Presidente siempre transcurrieron en medio de grandes crisis. La gira por China se superpuso con el asesinato de un dirigente piquetero, la toma de la comisaría 24ª y el ataque del subsecretario para América latina del Departamento de Estado, Roger Noriega. La visita a la Isla Margarita, en Venezuela, comenzó con el desplazamiento del comisario Héctor Prados como jefe de la Policía Federal y en el medio Kirchner decidió reemplazar a Gustavo Beliz en el Ministerio de Justicia.
Esta vez el relevo en el Banco Central se hizo el viernes, como para que no haya cambios con el Presidente afuera.
“Vamos aprendiendo”, es una de las bromas en la comitiva que rodea al Presidente, integrada entre otros, además de por Cristina Kirchner, por Carlos Zannini y los líderes parlamentarios del oficialismo Miguel Picheto y José María Díaz Bancalari. A ellos se sumó en el paseo por el Central Park el cónsul Héctor Timerman, mientras Rafael Bielsa preparaba en la misión argentina en la ONU, a cargo de César Mayoral, los encuentros de la semana.
El relato de los allegados a Kirch-ner es que el Presidente parecía aliviado tras el reemplazo de Alfonso Prat Gay por Martín Redrado en el Banco Central. Veía a Prat Gay como demasiado ligado a la banca internacional y a Redrado, en cambio, como un hombre potable para los sectores financieros pero al mismo tiempo alineado y dispuesto a jugar como propia tropa para el Gobierno.
La ilusión que recogió la comitiva más cercana, refrendada también por los parlamentarios Jorge Yoma, Mario Losada y Horacio Pernase-
tti, es la de un seguro arreglo de la negociación de la deuda externa seguido de la profundización de la discusión económica.
“Empezamos a hablar de sueldos en las provincias, de discusión concreta sobre el uso de las partidas del presupuesto, de aumento del consumo y de estímulos a la exportación de agricultura comercial”, dijo uno de ellos a este diario. “Las discusiones son cada vez menos abstractas”, agregó.
Todos los interlocutores de Kirch-ner lo escucharon pronosticar una baja del desempleo en las próximas mediciones.
Y le oyeron regodearse con una frase en forma de pregunta. “Estamos planificando gasoductos. ¿Hace cuánto que no se mejoraba la infraestructura en el Noroeste y en el Noreste?”
La energía es una de las obsesiones del Presidente y de su agenda. El gobierno argentino saca como balance un progreso en la negociación con Petrobras, pero los funcionarios no ven al gigante petrolero brasileño terminado de comprometer con la suerte de la Argentina. “Tienen una visión global, y es lógico por la escala, pero deben pensar de otra forma al tratar con un socio”, dijo uno de ellos a Página/12.
El tema figurará en el desayuno de esta mañana entre Kirchner y Lula, al que podrían sumarse Cristina Kirchner y Rafael Bielsa, donde Kirchner explicará por qué cree que los acreedores aceptarán la propuesta argentina sobre la deuda. Brasil, como se refleja aparte en el reportaje al asesor Frei Betto, está discutiendo un acuerdo con el Fondo que lo haga menos dependiente del Fondo, y así quedaría acentuada la sintonía con una Argentina que quiere pagar sin aceptar las condicionalidades de la burocracia del FMI.
Luego, un almuerzo con José Luis Rodríguez Zapatero marcará lo que en la intención del Gobierno supone un plan de acercamiento a España, que comenzó cuando el actual presidente del gobierno era un candidato socialista con pocas chances de triunfar sobre el aparato conservador de José María Aznar.
Kirchner podría explicar a Rodríguez Zapatero que no hay apuro en el aumento de tarifas hasta que no se termine la negociación de los contratos. Podría explicarle la ley de regulación de servicios públicos que entró en Diputados hace diez días. Y le pediría una ayuda especial en Europa en el tramo final de la discusión con los acreedores. Los dos tienen una excelente relación personal que obviamente no reemplaza a los intereses concretos de las empresas españolas pero ofrece un marco para negociar los conflictos en un terreno más político.
A la tarde, ya en el marco de las Naciones Unidas, el gran tema será la lucha mundial contra el hambre. Brasil y la Argentina podría apoyar la propuesta del británico Gordon Brown de crear un fondo de los países ricos para reducir la pobreza a la mitad.
De paso, el fondo se aplicaría en buena medida a comprar alimentos, lo cual reforzaría una mejora en los países más desvalidos del mundo.
Las Naciones Unidas no son ni de lejos la principal preocupación de George W. Bush, según recuerda la edición de ayer de The New York Times. El diario, en cambio, subraya que Bush aprovechará mañana su discurso en la apertura de la Asamblea de la ONU para exhortar a que la comunidad internacional deponga diferencias y garantice una transición ordenada a la democracia. Un pequeño artículo anticipa que Bush verá a Kofi Annan, secretario general de la ONU, y menciona que justo la semana pasada Annan tildó de “ilegal” la decisión de invadir Irak.
La idea de la comitiva argentina, tal como adelantó ayer este diario, es concentrarse más en gestos concretos y reuniones de trabajo que en grandes declaraciones, que por otra parte no tendrían cabida amplia en los diarios más importantes. La apuesta es a que el acto en el consulado argentino de homenaje a las cuatro víctimas de origen argentino en el atentado a las Torres Gemelas corra de boca en boca en el pequeño círculo que atiende los temas de América latina en Washington y Nueva York.
En Nueva York, por ejemplo, la imagen social de la policía y los bomberos creció luego del 11 de septiembre, y cualquier cercanía argentina a ese sentimiento podría ser, según los funcionarios del Gobierno, políticamente útil para Kirchner.
Esta ciudad, que recela de un nuevo atentado pero no habla de él a través de ningún neoyorquino, es capaz, en cambio, de ensanchar su cosmopolitismo a niveles asombrosos.
Un caso es el suplemento “La ciudad”, de The New York Times, el más leído del diario los domingos, que dedicó su tapa de ayer a un acontecimiento que se celebrará hoy: el acto por los 350 años de presencia judía en las fuerzas de la ley en Nueva York. El modelo es Alvin Kass, actualmente capellán en jefe del poderoso NYPD, Departamento de Policía de Nueva York. Kass es rabino. “Quiero que se entienda que ser policía también es un trabajo para un buen chico judío”, dice Kass, casi en tono de idishe mame. “Tenemos grandes escritores, grandes músicos y también grandes canas”, asegura, e informa que entre 1500 y 2000 de los 36 mil oficiales son judíos.
Cualquier ilusión por convertir a la Argentina en el centro de los dramas de la primera potencia del mundo suena a grandilocuencia sin mucho sentido. Por eso el juego del Gobierno es, dicen sus funcionarios, trabajar en un plano concreto y más modesto, en una estrategia que debería converger en el gran objetivo externo de arreglar la deuda sin el adelanto de efectivo que esperan los bonistas.
Todo giro pasa por ese punto. Incluso los diez kilómetros bajo el sol del Central Park.

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