EL PAíS
› EL PAPEL DE GRACIELA CAMAÑO EN DIPUTADOS
Una chica superpoderosa
Graciela Camaño, esposa de José Luis Barrionuevo, es la secretaria del bloque del PJ. Pero su rol trasciende a su cargo.
› Por Eduardo Tagliaferro
Se podría decir que se trata de una chica superpoderosa. En este caso no está dibujada, como le ocurre a los personajes de la historieta. La bonaerense Graciela Camaño suele pisar fuerte dentro de la bancada peronista de la Cámara baja. “Tiene tanto peso como el presidente del bloque (José María Díaz Bancalari)”, afirma un diputado que suele sufrir sus humores. No son pocos los legisladores del oficialismo que en voz baja arriesgan un poco más y dicen que la mujer del gastronómico José Luis Barrionuevo es en verdad una de las que “maneja políticamente” el bloque. Ayer, cuando nadie aseguraba la realización de una sesión legislativa, ya que los titulares de las dos principales bancadas se encuentran en Nueva York acompañando la gira del presidente Kirchner, Camaño se puso al frente del tema y defendió las posiciones del PJ en la reunión de Labor Parlamentaria.
Por la mañana, La Negra, como la llaman los suyos, había advertido en varias radios que no estaba dispuesta a votar la cesión de facultades que le permiten al jefe de Gabinete reasignar partidas presupuestarias. El Gobierno aclaró que las facultades “eran las mismas del año pasado”. La acotación no parece ociosa. Con el peso que Camaño tiene dentro del bloque, es lógico que en la Rosada se preocupen.
Formalmente, Camaño es la secretaria de la bancada peronista. Es la cuarta figura en la jerarquía burocrática. Por encima de ella en la estructura están Díaz Bancalari y tres vicepresidentes. Entre ellos el pampeano Manuel Baladrón y el kirchnerista santafesino Julio Gutiérrez. A pesar de ello, en más de una ocasión fue Camaño la que impuso los puntos de vista. Sin ir más lejos, cuando se discutió la prórroga de la licencia de Graciela Ocaña, actual titular del PAMI, fue ella la que impuso el criterio de acortar el plazo original de seis meses a tres. Fueron varios los integrantes de la mesa de la bancada oficialista que se retiraron del recinto pensando que habían votado una prórroga por seis meses. En esa sesión sus críticas superaron a las de la oposición. Incluso cuando el kirchnerista Miguel Bonasso se refirió a las mafias que supieron enseñorearse en la obra social de los jubilados, la bonaerense no ocultó su enojo. Antes de ese debate, Ocaña había insistido en la vigencia del fantasma Barrionuevo en el PAMI.
Camaño no entraría en el perfil de las peronistas que alguna vez Cristina Fernández de Kirchner definió como “portadoras de maridos”. Tiene apellido y juego propio. Nunca tanto como para enfrentar la sociedad comercial y parental que la une al gastronómico. De hecho, en la última elección presidencial Barrionuevo apoyó públicamente a Menem y ella, si bien no hizo pública su opción, era funcionaria de Eduardo Duhalde, que candidateaba a Kirchner. En su declaración jurada como senador, Barrionuevo declaró cinco propiedades y un automóvil. Todos a nombre de su mujer. Los conocedores de alguna de las casas que tienen en San Martín, en Mar del Plata, en Catamarca y en un country de Pilar afirman que son importantes. La bonaerense no se anda con chiquitas. En julio del 2002, en su paso por el Ministerio de Trabajo, supo manejar 1.800.000 planes Trabajar. La gran mayoría de ellos distribuidos a través de la red de gobernadores e intendentes.
Fue precisamente su cercanía a Duhalde lo que le confirió a Camaño el peso que hoy tiene dentro de la bancada. “Desde las elecciones del 2003 ella es la que maneja el armado de las comisiones legislativas”, confía a este diario un legislador del oficialismo. Lo que en principio pareció una transición entre la salida de Duhalde y el ingreso de Kirchner, se prolongó en el tiempo y hoy ninguno de los diputados del peronismo se atreve a discutirle este armado. También son pocos los que se animan a cruzarla en la reunión de bloque. Claro que cada vez son menos los queconcurren. De los 129 que tiene el peronismo, el presente no suele superar los 40.