EL PAíS
› STUBRIN Y CACERES DISPUTAN LA CONVENCION
La atracción fatal de la UCR
Los 340 delegados a la convención nacional del radicalismo divididos entre Alfonsín y Rozas. El ex presidente apoya a Luis “Changui” Cáceres y el titular del partido a Adolfo Stubrin. Pelean voto a voto.
› Por José Natanson
“Si los llamo para la campaña presidencial se hacen los distraídos, pero ahora están como locos, a pura rosca”, aseguraban anoche en el Comité Nacional del radicalismo, el partido que en las últimas elecciones presidenciales obtuvo el dos por ciento de los votos y que ahora dedica su inquebrantable pasión por la interna a definir el titular de su convención nacional. La disputa, que se dirimirá hoy, se centra en dos candidatos: el resucitado Luis “Changui” Cáceres, que se postula con el apoyo de Raúl Alfonsín; y otro reaparecido, el ex viceministro de Educación Adolfo Stubrin, que se candidatea con el aval de Angel Rozas y un grupo de gobernadores e intendentes del interior.
Máximo órgano de conducción de la UCR, la convención nacional es la encargada de definir la política de alianzas, el programa y la estrategia del partido, que después ejecuta el Comité Nacional. A diferencia de las anteriores, esta vez los dos bandos llegan bastante parejos: todo indica que no habrá acuerdo y que la disputa la definirán hoy, voto a voto, los 340 delegados.
Siempre atentos a las movidas internas, algunos dirigentes capitaneados por Alfonsín lanzaron tiempo atrás la candidatura de Cáceres, uno de los fundadores de la Coordinadora, la vieja agrupación de los jóvenes alfonsinistas. Además del ex presidente, infatigable en eso de llamar punteros y convencer legisladores, defienden la candidatura del santafesino el diputado Leopoldo Moreau y el hijo de Alfonsín, Ricardo. Según dicen, se trata de una disputa ideológica, entre un sector progresista y nacional –ellos– y un grupo de gobernadores y caciques más bien pragmáticos.
El otro bando candidatea a Adolfo Stubrin, hermano de Marcelo y ex viceministro de Educación de Alfonsín. Encabezado por Rozas, el grupo está conformado por algunas figuras importantes del interior, como el ex gobernador y jefe político del radicalismo de Mendoza, Roberto Iglesias, y por dirigentes conocidos como Jesús Rodríguez.
Para ellos, la división no es entre ideológicos y pragmáticos, sino entre ganadores y perdedores. De un lado ubican a lo que definen como “la coalición del dos por ciento”, en referencia a la dupla Alfonsín-Moreau y al resultado de las presidenciales; del otro (del suyo), a los gobernadores e intendentes que lograron retener el poder en sus distritos a pesar de la crisis partidaria, aunque la verdad es que Stubrin no es precisamente una locomotora electoral en su Santa Fe natal. En cualquier caso, sostienen que se trata de una apuesta de renovación para devolverle al radicalismo la potencia electoral perdida.
Otros dirigentes, como Federico Storani, prefirieron mantenerse al margen de la disputa entre dos grupos que, más allá de los argumentos, parecen conformados de modo más bien circunstancial. Para comprobarlo alcanza con mirar los enfrentamientos anteriores: Rozas y Moreau, ahora adversarios, jugaron juntos en la interna por la candidatura presidencial. Aunque habían disputado con uñas y dientes la jefatura partidaria, Rozas e Iglesias hoy se encuentran unidos detrás de Adolfo Stubrin. Moreau y Ricardo Alfonsín, adversarios en la interna provincial, ahora respaldan a Cáceres.
Para los radicales, sin embargo, la última interna es siempre la más importante, y en este caso la novedad es el enfrentamiento entre Rozas y Alfonsín. “Yo lo respeto mucho, pero tenemos ideas diferentes sobre cómo se reconstruye el partido”, aseguró el chaqueño a Página/12. Anoche, mientras seguían contando los porotos en sus oficinas oscuras, los dos bandos se proclamaban ganadores.
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