EL PAíS
› REPSOL PROMETIO EN NUEVA YORK MAS INVERSIONES EN
LA ARGENTINA, PERO CONDICIONO SUS PLANES FUTUROS
Ahora sí, después no sé
Kirchner vuelve hoy a la Argentina. Ayer aprovechó su último día en Nueva York para entrevistarse con Alfonso Cortina, presidente de Repsol-YPF, y descongelar una relación que se había fisurado en mayo, cuando el Presidente acusó a la empresa por “maniobras extorsivas”. Repsol prometió más inversiones. Y más todavía si se anulan las retenciones, un escenario que ni el propio Cortina ve posible a corto plazo. Irán, ¿un modelo?
› Por Martín Granovsky
En la mayor descompresión desde que, también en Nueva York, el presidente Néstor Kirchner acusó a Repsol-YPF de haber realizado “maniobras extorsivas”, Alfonso Cortina, presidente del gigante petrolero español, anunció la inversión de 100 millones de dólares en la ampliación del Gasoducto del Norte. También podría participar en licitaciones por mil millones de dólares más, según dijeron a este diario funcionarios argentinos y directivos de la compañía, pero ese número no figura en el documento oficial entregado por la empresa a los periodistas luego de la reunión entre Kirchner y Cortina. Hay, sí, una promesa según la cual “la compañía está abierta a considerar nuevas inversiones en Argentina, adicionales a las ya comprometidas y actualmente en ejecución”.
El Presidente y el empresario se reunieron a las 11 de la mañana en la suite presidencial del Hotel Four Seasons, en la última actividad de la gira presidencial que incluyó la Asamblea General de las Naciones Unidas, el contacto con el mundo financiero y el homenaje a las víctimas argentinas del atentado contra las Torres Gemelas.
“Presidente, nosotros vamos a seguir igual”, fue la frase que dijo Cortina en el encuentro privado con Kirchner.
Según los participantes de la entrevista (de ambos lados) consultados por Página/12, no hubo reclamos de ninguna de las partes. Sólo una conversación en paralelo en la que Cortina quiso reunirse con Kirchner después de los cortocircuitos anteriores y en la que Kirchner pidió compromiso con las inversiones en la Argentina.
Durante un diálogo público que mantuvo con Paul Krugman en Nueva York este mismo año, Kir-chner dijo que Repsol no llenaba los tubos con el gas suficiente y dio a entender que se trataba de una decisión para agudizar la crisis energética y negociar después en mejores condiciones. El Gobierno también aumentó las retenciones.
Este diario preguntó si Cortina había puesto como condición para nuevas inversiones que se eliminasen las retenciones al petróleo crudo y a la industria petrolera. La respuesta obtenida de allegados a Repsol que pidieron reserva de identidad fue que ya hay un criterio previo: esperar a que termine la negociación con los acreedores y con el Fondo Monetario Internacional para discutir ese punto. En otras palabras: Repsol obviamente quiere la eliminación de las retenciones, pero no hará ningún planteo público contundente antes del acuerdo con los bonistas.
Página/12 pudo saber que en la reunión ocupó un lugar importante la situación boliviana. “El transporte de gas desde Bolivia tiene un destinatario que es la Argentina y un origen que es Bolivia, y no se podrá terminar con toda la obra hasta que la situación legal boliviana no esté definida”, fue una de las explicaciones. Otra es que Repsol no está interesada en el transporte de gas (“no es nuestro negocio”, dijeron), pero participará de la obra porque “no hay otro que pueda hacerlo, o porque no le interesa o porque no puede”. La referencia fue elegante, por la falta de nombre y apellido. Se trata de TGN, en default.
Después del referéndum que ganó el gobierno de Carlos Mesa, se está discutiendo una nueva ley de hidrocarburos. Argentinos y españoles consideran difícil lograr un avance decisivo, que sería clave en el diseño del plan energético argentino para los próximos años, si el régimen legal boliviano no se completa. El punto sin duda llevará a una presencia cada vez mayor de la cuestión de Bolivia en la política exterior argentina. Un indicio es que ayer, a la misma hora en que terminaba la reunión entre Kirchner y Cortina, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, aterrizaba en territorio boliviano. Después de la reunión, Alfonso Cortina ofreció una conferencia de prensa junto con Alejandro Mac Farlane, del directorio, y Luis Alberto Mañas Antón, director financiero de la compañía y responsable interno por la transparencia.
Traje azul, camisa blanca, corbata de más de 12 dólares, Cortina cumplió la paradoja de lucir hosco cuando la reunión con Kirchner había transcurrido, según todos los participantes, en un clima normal.
En buena medida fue porque subrayó tanto el anuncio de inversiones como “la existencia de marcos legales y fiscales que doten de atractivo y previsibilidad a la Argentina y garanticen la inversión”.
En un momento dijo que la empresa mantendrá la promesa de invertir, entre el 2003 y el 2007, 5700 millones de dólares y subrayó, otra vez, que la cifra podría aumentar “si hay posibilidades legales y fiscales”.
Las fiscales quedaron claras. Cortina hablaba de las retenciones. Las mencionó diciendo que en los documentos del Fondo Monetario Internacional quedaba claro, para él, que se había reclamado el fin de los “impuestos distorsivos”. Igual Cortina dijo que, si Repsol había mantenido su compromiso en momentos en que, como en el 2002, la crisis era más aguda, los mantendrá mientras espera que “la salida de la crisis se produzca con éxito”.
Consultado por las retenciones, Cortina no quiso hacer de vocero del Gobierno, pero terminó haciendo de analista:
–Creo que no va a haber cambios a corto plazo –dijo.
Claro, además de análisis era también un modo de pedir que haya cambios a mediano plazo para un régimen que, según Cortina, surge de “una situación de excepcionalidad”. En rigor, el sistema de retenciones o cualquier otra forma de cobro de derechos de exportación es tradicional en la Argentina, e incluso lo aplicó el gobierno de la Revolución Libertadora con Alvaro Alsogaray como ministro del general Lonardi para que las exportaciones de trigo no disparasen el precio interno de la harina y el pan.
Si el terreno fiscal parece marcado y cada cual tiene su interés, las posibilidades legales quedaron menos claras.
En la rueda de prensa, Cortina habló de “marcos legales homogéneos y homologables a otros países”.
–Por ejemplo, acabamos de cerrar un acuerdo con Irán –dijo.
–¿Esto significa que Irán es el modelo legal para Repsol-YPF? –le pregunto Página/12.
–No, yo no hablo de modelos. Simplemente insisto en la idea de marcos legales y homogéneos.
Repsol acaba de crear una empresa conjunta con el grupo Royal Dutch/Shell como primer paso para explotar el gas natural líquido en Irán, luego de un acuerdo con el ministro de Petróleo, Bijan Namdar Zangeneh. De la empresa también participará la National Iranian Oil Co., estatal. El interés parece ser tan grande que hasta sortea la dificultad de la Ley de Sanciones sobre Irán y Libia votadas por el Congreso de los Estados Unidos en 1996. Según ella, Washington puede castigar a cualquier empresa que invierta más de 20 millones de dólares al año en el sector energético libio o iraní. Ese interés está dado en que el gas iraní abastecerá a Europa.
El acuerdo de Teherán deberá ser homologado, para utilizar palabras de Cortina, por el Consejo de Guardianes de la Revolución de Irán.
Según informó ayer El País, de Madrid, el proyecto es un megaplán que abarca instalar dos plataformas en el Golfo Pérsico con plantas de almacenamiento y procesamiento en la costa, en una inversión de cuatro millones de dólares. La comercialización de gas natural comenzará en el 2010. Se crearán dos empresas, una para explorar y producir y otra para comercializar. En la segunda, el Estado iraní tendrá el 50 por ciento de las acciones.
–El Poder Ejecutivo acaba de enviar a la Cámara de Diputados un proyecto de marco regulatorio para los servicios públicos. ¿Lo comparte? –preguntó Página/12.
–No nos afecta.
En verdad, lo que afectará a Repsol-YPF es una cláusula del proyecto. Cuando se apruebe, la misma ley determina que se establecerá luego un régimen especial para los hidrocarburos, que la Argentina no tiene a pesar de que es uno de los pocos países que privatizó el petróleo en los años ’90.