Todavía no se había votado, los dos bandos estaban parejos y con los radicales nunca se sabe. Sin embargo, al cierre de esta edición lo más probable era un triunfo del ex viceministro de Educación Adolfo Stubrin, como nuevo titular de la Convención de la UCR. De producirse, el resultado implicaría un triunfo del titular del partido, Angel Rozas, líder de una coalición interna que se postula como la unión de los gobernadores y jefes políticos que han logrado victorias en sus distritos frente a la tradicional entente bonaerense de Raúl Alfonsín y Leopoldo Moreau, que postulaba a Luis “Changui” Cáceres.
Aunque el comienzo estaba previsto para las diez de la mañana, la Convención comenzó recién a las seis de la tarde, cuando se acreditaron los 176 convencionales necesarios para el quórum. Antes, los radicales dedicaron su infatigable pasión internista a todo tipo de reuniones y conciliábulos. En el Hotel Bauen, donde habían establecido su cuartel de operaciones, Cáceres, Moreau y otros dirigentes alfonsinistas buscaban por todos los medios los diez o quince votos que faltaban para llegar al quórum. Rozas y los suyos hacían lo mismo, pero en las oficinas del Comité Nacional.
Mientras, intercambiaban declaraciones. “Es una disputa entre sectores que tienen distintos proyectos. Algunos defendemos un partido de base socialdemócrata y otros quieren ser furgón de cola de los intentos de la centro derecha de construir una alternativa política”, aseguró Moreau, insistiendo con la idea de que se trataba de una profunda división ideológica entre el sector progresista, que defendía a Cáceres, y otro pragmático, que apoyaba a Stubrin como paso previo a un diálogo con Ricardo López Murphy. “No es una pelea ideológica, es mentira que Adolfo (Stubrin) o (Angel) Rozas sean de derecha”, le respondió poco después Juan Pablo Baylac, ex vocero de la Alianza.
Poco después de las ocho de la noche, el sector liderado por Rozas decidió que había llegado el momento y bajó al amplio salón del Comité Capital en el que se realizó la reunión. Sorprendido, Cáceres pidió que se votara en forma secreta y acusó a las autoridades partidarias. “Estarían poniendo convencionales truchos”, denunció, indignado. Entonces comenzó un debate farragoso sobre la metodología de votación, que se prolongaba al cierre de esta edición.
Lo central, en todo caso, es que el sector liderado por Rozas había logrado el quórum, por lo que se preveía una victoria, ajustada, de su candidato. Ex viceministro de Educación de la gestión de Raúl Alfonsín, durante la cual se hizo famoso a raíz de un importante paro universitario, Stubrin se había retirado de la política para dedicarse a la vida académica hasta que Rozas y los suyos lo convocaron para hacerse cargo de la Convención.
Si, como todo indica, el ex funcionario finalmente obtiene el cargo, la tradicional alianza de Alfonsín y Moreau, que hegemonizó durante años el control del partido y que impulsaba la candidatura de Cáceres, habría sufrido una derrota interna importante en manos de un nuevo realineamiento interno. Capitaneado por Rozas, integran este nuevo sector un conjunto de caciques del interior con peso en sus distritos, como el ex gobernador de Mendoza Roberto Iglesias, que se definen como los únicos capaces de salvar al radicalismo de su delicada situación actual. “Somos el radicalismo ganador”, decían anoche, mientras punteaban el padrón y esperaban que se anunciara la votación.