Compilado por el economista Mario Rapoport, Crónicas de la Argentina sobreviviente. El presente en el espejo de la historia (Norma) reúne artículos cortos publicados en diferentes medios, en un intento por poner en perspectiva los problemas económicos y políticos a través de la memoria y la reflexión histórica.
La mayoría de las notas fueron publicadas en La Gaceta de Económicas, el suplemento que edita la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y que se distribuye todos los meses con Página/12. Aunque es imposible enumerarlas todas, vale tomar una como ejemplo. “¿Por qué nos prestaron tanta plata?”, es el título de uno de los artículos de Rapoport sobre el problema de la deuda.
La idea es contextualizar cada ciclo de endeudamiento y ubicarlo en el momento histórico en que produjo. Rapoport recuerda que el primer gran impulso al movimiento internacional de capitales de la posguerra comenzó cuando los eurodólares del Plan Marshall llegaron a los países menos desarrollados. Algunos años más tarde se concretó un segundo impulso. A mediados del ’79, la explosión de petrodólares financió, entre otras cosas, las burbujas especulativas de las dictaduras latinoamericanas: el Chile de Pinochet y la Argentina de Alfredo Martínez de Hoz fueron los ejemplos más conspicuos. En los ’90, la extensión de la globalización y el boom de las nuevas tecnologías produjo una nueva sobreabundancia de capitales en el norte, que otra vez fueron a parar a los países latinoamericanos.
Rapoport concluye: “Los daños mayores, en términos de crecimiento, pero sobre todo en términos de desarrollo con equidad, se producen en los períodos de alta liquidez internacional, cuando llega un flujo incontenible de capitales financieros en medio de burbujas especulativas. Entonces se crea un incontrolable endeudamiento externo”.
Intento valioso por romper una tradición analítica muy arraigada, el artículo de Rapoport deja de mirar la cuestión de la deuda exclusivamente desde el lugar del deudor para enfocar el problema desde el punto de vista del acreedor. Con estas premisas, busca desentrañar las causas por las cuales los flujos de capitales llegaron a la periferia y la rentabilidad que se esperaba en cada momento.
El de Rapoport, director del Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social, es sólo uno de los artículos que integran el capítulo más interesante de Crónicas económicas, que también incluye notas sobre la crisis financiera, el dogmatismo monetarista, la relación del FMI con la Argentina y el déficit fiscal.
En la misma sección hay algunas ideas atractivas sobre temas poco explorados: Norberto Aguirre, por ejemplo, se pregunta por qué los grupos españoles invirtieron tanto en la Argentina durante los ’90 y responde que la avanzada inversionista coincidió con el momento en que España se integró a la Unión Europea, en 1986. Como parte de ese proceso, la economía española tuvo que abrirse y muchas de sus empresas perdieron monopolios en el mercado interno en manos de competidores franceses o alemanes: espantados, fueron a buscar monopolios afuera, y los encontraron cruzando en Atlántico, en su ex colonia.
Los otros dos capítulos del libro no tienen ni la coherencia ni el atractivo del primero. “Crónicas internacionales” incluye artículos sobre temas demasiado variados, desconectados entre sí, y ganaría en calidad si se limitara a Latinoamérica o el Mercosur. El resultado de “Crónicas políticas y sociales” es mucho más flojo. El artículo de Ricardo Vicente sobre el aniversario del golpe de 1976, por ejemplo, no aporta más que lugares comunes.
Aunque hay algunos más valiosos, como uno del mismo autor titulado “La democracia no es sólo el voto”, el capítulo tiene como problema de fondo el hecho de evitar el tema político fundamental de todo este asunto: falta una explicación, una búsqueda de perspectiva o al menos un intento para entender los motivos que produjeron el consenso neoliberal que permitió aplicar durante casi diez años las políticas que se cuestionan con acierto en la primera sección del libro.