EL PAíS
› OPINION
Dialoguitos en los confines de la city
› Por Mario Wainfeld
- ¿Usted conoce Tandil?
Empieza la tarde, la city es un hervidero pero, vista desde la ventana de la Rosada, la Plaza de Mayo parece un remanso de paz y de solcito. Página/12 no esperaba esa pregunta del hombre del Presidente. Hete aquí que sí conoce Tandil pero que sabe que esas preguntas laterales son el prólogo de algún discurso y menea la cabeza, ni negando ni asintiendo, sencillamente para que el hombre siga.
–En la misma cuadra están el Banco Provincia, el Banco Nación y el Banco de Tandil. Tres tremendos bancos en una misma cuadra y a esta altura ninguno toma depósitos ni presta plata.
Tras la descripción, el qué hacer. La Argentina necesita banca pública pero no puede sostener una multitud de entidades semiquebradas que, a su modo, compiten entre sí. Debe recrearse el sistema financiero, con un solo Banco Federal, producto de la fusión de todos los demás.
–¿Cuándo va a salir esa ley? –pregunta Página/12. “La semana que viene, máximo.” El cronista no quiere ser puntilloso ni aguafiestas pero se le ocurren algunos escollos, amén de la casquivana voluntad de los parlamentarios oficialistas. El Banco Provincia, por caso, cuya autonomía está reconocida en los pactos preexistentes a la Constitución Nacional. La cantidad no menor de bancos provinciales que están privatizados.
–Tiene que salir –se obsesiona el hombre del Presidente–. Este sistema financiero tocó fondo y hay que cambiarlo ya.
La semana que viene es decisiva, redondea el hombre. Saldrán los bonos, habrá que medir la reacción de los ahorristas, habrá que ver cómo le va a Jorge Remes Lenicov con el FMI. “Es una semana decisiva, nos jugamos enteros.”
- “Debimos haber sacado los bonos en enero, varios se lo dijimos a Duhalde”, memora otro inquilino de la Rosada. Pero, se lamenta, el Presidente entonces no quiso porque eso evocaba demasiado a Menem. Duhalde, si se cree a quienes lo describen viéndolo de cerca, es a veces menemcéntrico, atribuyéndole a su archirrival una entidad que es difícil compartir.
- “El primer ministro de Canadá lo llamó a Duhalde, a pedir que no dejemos caer al Scotiabank”, relata un tercer protagonista. Jean Chrétien, que de él se trata, es a la sazón titular del Grupo de los Siete. El Scotiabank, contextualiza el interlocutor, no es una caja de crédito, es el Banco número 11 del mundo y el quinto de Canadá. “Para colmo –se apesadumbra– Remes Lenicov está agendado para mañana (por hoy) con el ministro de Economía de Canadá, Paul Martin”.
–¿Qué le dijo Chrétien al Presidente?
–Que la economía global funciona sin discriminación y que la Argentina discrimina. Que ayuda a algunos bancos y deja librados a su suerte a otros.
–¿Y qué le contestó el Presidente?
–¿Y qué le va a contestar? –se resigna la fuente, quien se alegra por no haber viajado junto a Remes y por ahorrarse la cara de Paul Martin.
- “Se la están llevando toda de los bancos. Los jueces hacen lugar a todos los amparos, rechazan las apelaciones. Es un festival de abogados y jueces. Hoy Ricardo Gil Lavedra fue con un juez, con una sentencia firme se llevó ocho palos de un banco extranjero”. Página/12 consulta al letrado, ex ministro del radicalismo, quien reconoce tener alguna causa importante pidiendo el levantamiento del corralito pero negando enfáticamente haber ido a cobrar el crédito de su cliente. Pero el núcleo de la especie es cierta y varios banqueros llaman al gobierno explicando que están muy próximos a no poder afrontar ese goteo, que se ha transformado en inundación.
- “Esta fue la peor semana desde que estamos en el gobierno.” Síntesis de un funcionario de la primera hora de un gobierno que casi no conoce semanas que no sean malas. Pero el análisis, el nerviosismo de todos y cada uno de los protagonistas, su ansiedad por saber qué pasaba con el dólar, con el humor de la gente, con el viaje de Remes, sugieren que no estaba tan desandado. El gobierno suele padecer ciclotimias importantes, como cuadra a cualquier elenco endógamo. Pero queda claro que en medio de lo que ya es habitual –leyes importantísimas que se conciben en cuestión de horas, planes desdeñados un ratito antes que resurgen de las cenizas, una sensación de impotencia tremenda– esta semana fue de bajón en bajón. Y ayer fue el peor día.