EL PAíS
› OPINION
El huevo o la gallina
› Por Eduardo Aliverti
El nuevo “capítulo” de la “ola” de inseguridad/secuestros, las expectativas sobre la economía y los candidatos a conducir el PJ bonaerense, ¿son, como parecen, temas completamente desconectados entre sí? ¿O con una mirada rápida, pero atenta se descubre que tienen un puente firme? A) Siguen quedando lejanos, pero están en la otra cuadra, los tiempos en los que el gobierno consideraba decisivo, para avanzar sobre la inseguridad, ir a fondo contra la tríada delito-mafia policial bonaerense intendencias/aparato justicialista del conurbano. León Arslanian reintrodujo esa ecuación diagnóstica hace unos días, algo acorralado por las velas y los velos del discurso fascistoide. Pero el respaldo de Kirchner –que continúa de mieles con Duhalde, agitadas, pero mieles al fin– volvió a cambiar el eje. Se lee entonces que es cosa de meter Gendarmería, Prefectura y patrullas policiales por todas partes. De modo que lo de las zonas liberadas por obra de la tríada, por ejemplo, es un apunte que volvió a mejor vida.
B) En orden semántico con A), Duhalde, que anunció más o menos cuatrocientas veces su retiro de la política interna, retornó del Mercosur por unas horas y articuló las listas de candidatos a encabezar el PJ de su provincia. Son un calco pornográfico del armado del ’99, con pletóricos sobrevivientes del que se vayan todos. El Gobierno hizo mutis por el foro. Y le prestó coro a la otra reaparición del “pibe Cabeza”, en Atlanta.
C) El acuerdo por los bonos con las AFJP y el clima, en apariencia favorable, del toma y daca con los acreedores, vuelve a ocultar que cualquiera de los escenarios resultantes de esas negociaciones queda muy lejos de suponer, per se, un despegue estructural de la economía argentina. Aun cuando las cosas salieran “bien”, y tal como lo precisó Marcelo Zlotogwiazda en este diario, hace un par de domingos, sólo por el reacomodamiento de los precios de la soja se perderán ingresos, el año que viene, por valor de 5 mil millones de pesos. Una consultora, también citada en ese artículo, ilustró que semejante cifra es el equivalente a la venta de 18 mil tractores, o a la de 88 mil camionetas. No son mayores novedades, por cierto. Ratifican que la Argentina sigue atada al alambre de la primavera sojera y de las regalías del petróleo, sin prácticamente noticia alguna de un proyecto de desarrollo que impulse la creación de empleo e inversión genuinos. La viejísima cuestión de que, aun con la deuda encarrilada y –si la imaginación quiere volar– hasta desaparecida, no se resuelve el carácter primario y dependiente de esta economía. Ni mucho menos su feroz concentración de la riqueza en contadas manos.
Hasta allí una descripción, somera, pero muy difícilmente desmentible desde la observancia de los hechos concretos, de aquello que pinta como un revuelto anárquico de ingredientes. Soja, secuestros, regalías, punteros peronistas, acreedores. Una de los tantos apotegmas del periodismo dice que la información es el caos, y la noticia el foco. ¿Cuál es en este caso ese foco? Pues que el presente político, visto desde la operatoria general del Gobierno, da la sensación de estar en un piloto automático consistente en dejar andar no más allá de cómo sople el viento de la coyuntura. Si es por la economía se trata únicamente de jugar todas las fichas al trato con los acreedores, y a descansar en un momento internacional espectacularmente favorable para la llegada de divisas. Si es por la seguridad sólo es asunto de sumar uniformes. Si es por la construcción política alcanza con no malquistarse contra caudillos y camorras.
El Gobierno cuenta con un beneficio de inventario. Su gestión es joven, muy joven. Sin embargo, aun cuando el “mientras tanto” fuera aceptado como tal, no hay justificación para el quietismo que se detecta hacia el “después”. Un ejemplo emblemático lo brinda el sistema tributario, que es uno de los más regresivos del mundo entero. El tema ni siquiera figura en la agenda oficial. Y, cuando apenas si se intentó bajar el IVA para algunos artículos de la canasta básica, las grandes cadenas de formadores de precios le torcieron el brazo al gobierno con una facilidad asombrosa. El arreglo con las AFJP enseña algo similar: se acomodaron las cifras con los bancos que las administran, pero ya no se dice una palabra sobre la estructura del sistema jubilatorio.
Gobernar es afectar intereses. La gestión de Kirchner, heredera del default, lo hizo en términos financieros imponiendo, a un sector de los acreedores, una quita de la cual es tan veraz su carácter histórico como el hecho de continuar pagándose una barbaridad. Por encima de eso, nada indica que se avance contra el núcleo duro de privilegios de los grupos dominantes. Desde el corazón del gobierno afirman, con buen juicio, que eso requiere de una herramienta política que armonice y movilice a los sectores populares, porque solos no se puede tanto como no se puede enfrentar a los intereses imperiales si no avanza la integración regional. Está bien pero, ¿cómo atraer hacia esa herramienta si la oferta es tragarse el escuerzo del PJ y carecer de signos que afecten al modelo de exclusión?