Dom 24.10.2004

EL PAíS  › UN ESTUDIO DE LA DAIA RECONSTRUYE
LAS ACTITUDES DE LA PRENSA ANTE EL TERCER REICH

Hitler y el nazismo vistos por los diarios argentinos

Algunos, como La Prensa y La Nación, estuvieron a favor al principio por su anticomunismo, pero se pasaron a la oposición con la guerra. Otros, como Crítica, siempre fueron antinazis. Y otros, como La Razón, se quedaron a favor. Lo que todos sabían y publicaron era que había campos de exterminio, cámaras de gas y hornos.

› Por Raúl Kollmann

Los diarios argentinos conocían desde el primer momento (1933) la barbarie nazi y una mayoría de esos medios fue informando en 1933 de la existencia del primer campo de concentración, Dachau, cuando fueron recluidos los simpatizantes de izquierda y los opositores. Muy poco después, también se dio cuenta del boicot a los comercios judíos, la quema de libros, la prohibición de ejercer cargos públicos o dictar clases en la universidad, la virtual expropiación de los bienes de judíos, gitanos, homosexuales y opositores. Ya en 1938 hubo información precisa sobre la constitución de los guetos y en ese mismo año se empezó a hablar de exterminio. Pese a semejante precisión en la información, hubo medios que desde una óptica anticomunista abrieron una expectativa en el régimen nazi –La Nación y La Prensa– mientras que otros diarios, como La Razón, directamente estuvieron del lado del Führer, al punto de que el 21 de marzo de 1933 publicó un saludo especial de Adolf Hitler al pueblo argentino (ver imagen). Por el otro lado, hubo diarios –Crítica y La Voz del Interior– que fueron ferozmente antinazis desde el primer momento. Con el correr del tiempo, los medios que al principio estuvieron vacilantes se volcaron totalmente y publicaron los detalles del genocidio perpetrado por el Tercer Reich. Los diarios argentinos demuestran también que cuando los aliados irrumpieron en territorio nazi se sabía que había campos de concentración y una matanza en marcha como no se había visto en la historia humana.
Estas conclusiones surgen de un vastísimo estudio realizado por el Centro de Estudios Sociales (CES) de la DAIA en el que participaron Gustavo Efrón, Darío Brenman y Adrián Jmelnizky. El proyecto Testimonios II abarcó el análisis de 30.000 ejemplares de diarios y concluirá con la edición de un CD que será distribuido en forma gratuita a todas las instituciones interesadas.
“Una de las cosas más llamativas con las que nos encontramos en la investigación es que se sabía todo –explicaron Brenman y Efrón a Página/12–. En 1944, por ejemplo, La Nación publicó un artículo contando cómo eran los crematorios. Señalaban que eran amplios y cuadrados, con cenizas por todos lados, que era lo único que quedaba de las víctimas –cuenta el diario– y que la gente era asesinada en el marco de un supuesto baño que los verdugos miraban desde ventanillas. De manera que el mito de que los aliados no sabían que existía una matanza es falso.” Los investigadores se refieren así a una de las mayores críticas contra los aliados que demoraron la respuesta al régimen nazi cuando ya se conocía la envergadura del genocidio.

“La Nación” y “La Prensa”

“Lo que hemos visto es que en toda la primera época mostraban cierta seducción y expectativa –señalan Brenman y Efrón–. El título, cuando asumió Hitler, ‘Desde la caída del imperio no ha tenido acaso Alemania un instante de tan honda expectativa’ (ver reproducción), refleja bien esta forma de ver las cosas. Tenían una esperanza de que el Führer fuera una barrera contra el comunismo.” Otras frases, como “después de ver el plan quinquenal soviético hay que esperar el plan de cuatro años alemán”, “hay una notoria baja de la desocupación”, mostraban aspectos supuestamente positivos del régimen en materia económica, sin mencionar el armamentismo ni el racismo que ya exhibían los nazis, incluso antes de asumir. Es más, algunos columnistas aceptaban el criterio de que los arios son una raza distinta y hubo una cobertura, siete meses después de llegar Hitler al gobierno, en que un colaborador refleja lo que estaba ocurriendo con críticas muy tenues y un trato anecdótico de las persecuciones raciales.
En esa serie de notas hubo entrevistas complacientes a Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, Hermann Goering, mano derecha de Hitler, yAlfred Rosemberg, casi el mayor teórico del racismo nazi. Si bien el corresponsal consideraba el régimen una dictadura, no efectuaba cuestionamientos ni preguntas inquietantes, pese a que describió los campos de trabajo, la situación de los judíos, la juventud hitlerista y los presos políticos. Hubo poco compromiso con los perseguidos. En el año 1934, La Nación empieza a cuestionar las teorías raciales, sin pasar todavía a la oposición a Hitler y un año después aún enfoca las cosas casi desde el plano teórico: “La pobre humanidad no puede elegir sino entre el absolutismo despótico y la anarquía demagógica”.
Ya en 1938 ésta es la descripción que hace La Nación de los campos de concentración: “La severidad en el trato que reciben los judíos varía según los casos. En los campos en los que se los trata relativamente bien los hombres jóvenes son obligados a realizar rudos trabajos corporales, a manera de los condenados a presidio, a quienes se hace que se parezcan afeitándoles el cráneo. Si la edad no excede de 50 años, se los obliga a partir piedra para la construcción de caminos”. El primer editorial verdaderamente antinazi –afirman Brenman y Efrón– se publica el 31 de diciembre de 1938 con el título ‘La política antisemita en Alemania’. Tras detallar las medidas tomadas contra los judíos, el texto señala que ‘estamos acercándonos al momento en que la vida ya no sólo será difícil, penosa y humillante para los judíos, sino materialmente imposible’.
La Prensa era en aquel entonces el diario más leído y en 1934 publicó su primer editorial de crítica al Tercer Reich. Aun así, según remarca el CES de la DAIA, tenía columnistas que señalaban por ejemplo que “es difícil de desentrañar la personalidad de Hitler, aún en formación. Tiene convicciones profundas y hace esfuerzos por establecer la igualdad social, algo que se asemeja a un ideal democrático, aunque los nazis rechacen la democracia”. Para Brenman y Efrón, “al igual que La Nación, La Prensa fue virando a lo largo de los años hacia una posición cada vez más contraria al espíritu del nazismo y fue mostrando una actitud visiblemente activa, sobre todo en lo inherente a la injerencia del nazismo en la Argentina”.
En este último punto hubo casi una voz unánime entre los diarios argentinos. Sucede que se descubrió que en la mayoría de las 200 escuelas alemanas del país se hacía el saludo nazi y se impuso la cruz esvástica como símbolo. A ello debe agregarse un acto realizado en el Luna Park en apoyo a la invasión hitlerista de Austria. Después de aquel acto hubo disturbios en la calle.

“La Razón”

“Lo más llamativo es que en abril de 1933, apenas asumido el régimen de Hitler, La Razón, el tercer diario más leído, publicó un suplemento dedicado a La nueva Alemania, conteniendo una serie de artículos plagados de símbolos y argumentos nazis y hasta la propia firma de Adolf Hitler con la leyenda ‘Por intermedio del diario La Razón envío a la prensa argentina y a los alemanes de la Argentina mis más cordiales saludos’. En un artículo titulado ‘El verdadero significado del movimiento nazi’ se defendía el sistema de partido único y la anulación del Parlamento y había una consideración del antisemitismo como ‘mal menor’, en cierta medida justificado porque la inmigración de judíos provenientes de Polonia y Rusia ‘significan una competencia muy poco leal para el comercio alemán. Ellos son rechazados por los mismos judíos alemanes’”, reseñan los investigadores.
Con la firma de un periodista que usó el seudónimo Pacífico Buenafé, La Razón publicó una nota en la que se evidencia la preocupación “por el inminente fin de la raza blanca, la mejor y la más civilizada del mundo, por lo cual se bregaba a favor del establecimiento de medidas para su preservación, para que las parejas unidas por el lazo santo se avengan a llenar el mundo de dulces cabecitas rubias que puedan convertirse más tarde en bravos muchachos capaces de actuar valientemente en la formidable guerra que todos presienten para el futuro”.
Brenman y Efrén evalúan que “tal vez fue por ideología o porque conseguían financiamiento de empresas alemanas, pero lo cierto es que fue un diario cooptado por el nazismo desde la asunción de Hitler hasta el comienzo de la guerra. Un dato profundiza las dudas: el suplemento especial sobre La nueva Alemania tenía publicidad de empresas alemanas, pero el saludo de Hitler se publicó dos veces, una dentro del suplemento y otra en el propio diario un par de días más tarde. Después, ya en 1939, vino el viraje hacia el antinazismo”.

Crítica

Para el CES, Crítica, el diario dirigido por Natalio Botana, fue el medio más enfrentado al régimen hitlerista. “Realmente asombra la minuciosidad del sistema persecutorio de los hitleristas contra los hebreos –decía un artículo del 16 de abril de 1933, firmado por El Tábano–. Nada se ha olvidado. Día a día un nuevo detalle es conocido. Ahora se sabe que está prohibido a los médicos arios tener en absoluto relación con médicos hebreos. Y pensar que hace poco que se descubrió que Hitler era judío.” Crítica fue también el diario que primero advirtió sobre el genocidio. En noviembre de 1938 publicó un artículo titulado “Aniquilación total de los judíos”, en el que ya menciona que habría confinamiento en guetos medievales y “los decretos sobrepasan todas las opresiones y castigos que jamás hayan sufrido los judíos”. Brenman y Efrén sostienen que mientras condenaba el régimen nazi, el diario era complaciente con la época de la década infame en la Argentina, e incluso el propio presidente Agustín P. Justo integraba la sociedad anónima propietaria del diario. También señalan los investigadores que Crítica tenía una mirada prosoviética, aunque entró en confusión cuando se produjo el pacto Hitler-Stalin.

Voces provinciales

En el interior la presión era mayor que en la Capital. Se trataba de diarios más chicos, influenciados por agencias de noticias como Transoceánica, que era financiada por el régimen nazi. Pese a todo, La Voz del Interior de Córdoba fue uno de los diarios que más firmemente denunció a Hitler desde su asunción. “Hitler intenta aniquilar con los medios más abominables a la laboriosa e inteligente población israelita”, planteaba un editorial del diario. También se abrieron las páginas a pensadores que, por ejemplo, titulaban una carta abierta al pueblo alemán con la frase “Somos enemigos del hitlerismo porque el hitlerismo oprime y nos lleva a todos a la muerte”.
Según el CES, el diario Los Andes tuvo una actitud muy distinta. A principios de enero de 1934 publicaba que “Para los 30.000 refugiados judíos, comunistas y socialistas, éste ha sido un año de depresión y pérdida. Para los demás, que suman decenas de millones, el año ha significado el resurgimiento de la patria”. Todavía en 1937 Los Andes explicaba que “con el indiscutible genio constructivo del nacional socialsocialismo, los alemanes tendrían pan suficiente y manteca de sobra si es que no se vieran impelidos a alimentar los hornos de las grandes fábricas constructoras de armas”. El pasaje más sórdido fue publicado el 16 de febrero de 1938: “Se ha logrado la unificación de los alemanes. La eliminación de los judíos en la vida germana se ha logrado también en gran parte”. En la segunda mitad de 1938, cuando se produjo la Noche de los Cristales, una furibunda ofensiva en que fueron asesinados centenares de judíos y se destruyeron sus negocios y viviendas, Los Andes también comenzó a distanciarse y denunció el sistema totalitario. “El pueblo alemán está bajo el mando de un grupo de lunáticos poseído de manía homicida”, se escribía ya en enero de 1939.Los investigadores de la DAIA señalaron que en la época hubo diarios adictos al régimen nazi, en especial El Pampero y La Nueva República. “Lo llamativo es que recibían publicidad estatal”, dicen Brenman y Efrón. El CES transcribe un párrafo del ministro de Propaganda alemán, Joseph Goebbels, que le daba gran importancia a la prensa argentina. El párrafo fue detectado por el investigador norteamericano Ronald Newton y cuenta que Goebbels dividía los medios argentinos en cuatro categorías. La primera era la prensa antifascista, a la que se debía atacar por todos los medios e incluía a Crítica, el Argentinisches Tageblatt –de la familia Alemann– y el socialista La Vanguardia. En segundo lugar estaba la “prensa seria independiente que debe ser infiltrada, como La Prensa y La Nación”. Después “la prensa pequeña y provincial, que es vulnerable desde el punto de vista financiero” y “la abiertamente pronazi, subsidiada, entre la que se contaba a Deutsche La Plata Zeitung, Der Tommler, Caras y Caretas, El Mundo y La Razón”.

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