Dom 24.10.2004

EL PAíS  › DESPUES DE 25 DIAS FUE ENCONTRADA
ENCADENADA A UNA CAMA EN UNA CASA EN MERLO

Patricia Nine, liberada a balazo limpio

Después de varios allanamientos que parecían que iban a quedar en la nada, la mujer de 37 años, hija del dueño de un shopping, fue encontrada en una casa. Hubo un fuerte tiroteo, un sargento la protegió con su cuerpo, dos delincuentes quedaron muertos en el enfrentamiento y hubo varios detenidos. La vuelta a casa fue con Arslanian.

Por José Natanson y Raúl Kollmann

A tiro limpio, la Policía bonaerense ingresó ayer a una casa en Moreno en la que Patricia Nine permanecía secuestrada desde hacía 25 días. Un suboficial –el héroe del día– se arrojó encima de ella para protegerla, mientras el resto acribillaba a un secuestrador y el otro se suicidaba en el acto. El ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian, trabajó en conjunto con la SIDE y las fuerzas de seguridad nacionales: la colaboración fue clave para el desenlace feliz del último secuestro en el conurbano.

LA CRÓNICA

Las diferentes fuerzas de seguridad trabajaron coordinadas en los últimos días. La SIDE, por ejemplo, recibió en las últimas semanas más de 100 pistas: una de ellas condujo a allanar tres casas y una carnicería, pero era falsa. La Bonaerense realizó, desde que Nine fue secuestrada, 150 allanamientos.
Un funcionario nacional aseguró que el desenlace comenzó el viernes, cuando la fiscalía recibió un dato que resultaría clave: una casa en la calle Scott al 3300, en Bella Vista. Según el funcionario, la Policía Bonaerense allanó la casa, secuestró un fusil FAL, pistolas y chalecos antibalas, y detuvo a dos personas: Carolina Pintos y César Largo, alias “Cracovich”, vinculados a la banda que tenía secuestrada a Nine. Uno de ellos aportó el nombre de Víctor Alegre, escondido en una casa en Parque Leloir, que a su vez señaló a Claudio Castaño Penof, a quien detuvieron en la calle Martín Fierro. La cadena concluía en él: Castaño, que algunas versiones vinculan a la banda de Hígado Muñoz, aportó la información sobre el paradero de Nine.
La versión de la fiscalía difiere levemente: un testigo de identidad reservada fue –de acuerdo a este relato– quien aportó la información sobre la casa de Largo, que finalmente condujo a Castaño y al aguantadero.
Lo cierto es que la Bonaerense consiguió la pista sobre el lugar en el que estaba secuestrada Nine. Con el dato en su escritorio, Arslanian desplegó a unos 1500 efectivos, que comenzaron en la madrugada un rastrillaje para ver si lograban encontrar a la mujer. Realizaron 46 allanamientos, pero era poco lo que tenían, sólo una pista, y para colmo llovía a cántaros. Algunas horas después no quedaban muchas esperanzas de encontrar a Nine.
Las cosas cambiaron cuando rodearon una casa en Libertad, en el partido de Moreno, y descubrieron que allí adentro, atada a una cama y vestida con una camiseta blanca, se encontraba Nine. Según el relato de todas las fuentes, entraron a los tiros. Un suboficial, el sargento Ricardo Aquino, se arrojó sobre la mujer protegiéndola con su cuerpo, y recibió un balazo en el chaleco antibalas que le cubría la espalda, por lo que sólo fue herido levemente. El resto de los policías apuntó a los dos secuestradores. Claudio Lescano murió en el acto y el otro, de apellido Renz, se pegó un tiro en la boca. “Yo no me entrego”, gritó antes de suicidarse.
Arslanian interrumpió una reunión familiar (ayer era su cumpleaños) y llegó al lugar poco después. Felicitó a los policías y, luego de que los médicos examinaran a Nine, la trasladó en helicóptero desde Merlo a Moreno. Ya en su casa, paseó junto a la mujer por los jardines de su casa y recibió las felicitaciones de la familia. “No puedo quejarme. La manera de trabajar de esta gente me inspiró confianza. Es gente preparada que sabe lo que hace”, aseguró Eduardo Nine, el padre de Patricia.

EL DEBATE

A diferencia de otros episodios de este tipo, la policía interrumpió la negociación –los secuestradores habían pedido un rescate de 1.500.000 dólares– e ingresó a los tiros en el aguantadero. Según explicaron ayer, la decisión se tomó al considerar que, luego de 25 días secuestrada, la mujer estaba sufriendo graves daños psicológicos. Eduardo Nine contó que ayer vencía el plazo de una semana que los secuestradores le habían dado para reunir el dinero. Según fuentes de la Bonaerense, la familia no sabía exactamente qué era lo que pasaba: se les informó que estaban trabajando en una pista firme y que iban a tener noticias pronto.
El final del último secuestro en el conurbano alimenta el debate sobre qué hacer en estas situaciones: ¿pagar o no pagar el rescate? En el caso Nine, la fiscalía, el comisario Osvaldo Seisdedos y el Ministerio de Seguridad, en combinación con la SIDE y la Policía Federal, decidieron que la mejor manera de proteger la vida de la mujer era liberándola, más allá del riesgo que se corría. Coincidieron así con la de quienes sostienen que muchas veces es más efectivo cortar las negociaciones. Fue, por ejemplo, la decisión que se adoptó en el caso de Roxana Yevara, que fue liberada luego de que los secuestradores enviaran un video donde mostraban cómo le pegaban.
La otra posición indica que siempre es conveniente estirar las negociaciones hasta conseguir la liberación. La fiscal Rita Molina y Juan Carlos Blumberg defienden esta postura, con el argumento de que es imposible calcular los riesgos derivados de una irrupción a sangre y fuego.

LAS REPERCUSIONES

La investigación y las detenciones –anoche se hablaba de seis personas– dejaron al menos tres pistas policiales importantes. Una: como consecuencia de los allanamientos efectuados en la semana se abortó el secuestro de un empresario de la Zona Norte. Dos: la policía busca a un hombre –lo reconocen por la voz gangosa– que actuó como negociador con la familia Nine y que ya habría participado en otros secuestros, entre ellos en el de Nicolás Garnil. En los próximos días la Justicia llevará a la familia Garnil a hacer un reconocimiento para que ayude a determinar si se trata de la misma banda. La tercera pista es la menos firme: el comisario Seisdedos no descartó ayer que hubiera algún policía involucrado, aunque no tiene indicios sólidos en este sentido.
Por la tarde, cuando las cosas se calmaron un poco, Kirchner se comunicó con la familia Nine y anunció que mañana recibirá a Solá y a Arslanian en la Casa Rosada, en un gesto de apoyo político a los funcionarios bonaerenses (ver nota aparte). “Solamente la acción conjunta de las fuerzas de seguridad, la investigación judicial y la coordinación absoluta en ambos niveles pudo garantizar un resultado como el que se obtuvo. Para llegar a este fin hubo muchos días de trabajo silencioso y tenaz en conjunto”, destacó Solá anoche.
En medio de la alegría y el festejo en Merlo (ver aparte), Eduardo Nine agradeció a los tres funcionarios cuya colaboración fue clave para resolver el caso. “Al principio tuvimos una reunión no muy buena pero después me di cuenta de cómo trabajaban. Es un gran amigo”, dijo en referencia a Arslanian. El segundo felicitado fue Solá, que sostuvo el apoyo a su ministro a pesar de las críticas, como la que había formulado al mediodía Juan Carlos Blumberg: “La Policía Bonaerense no está funcionando”, había dicho el ingeniero antes de la liberación. El tercer felicitado fue Néstor Kirchner, que instruyó a las fuerzas de seguridad nacionales para que colaboraran con la bonaerense.
Afuera de la casa de Paso del Rey, los familiares y amigos festejaban. Marcelo, el esposo de Patricia, se acercó a la puerta, juntó las manos y agradeció la solidaridad de todo el mundo. “Estoy tratando de reponerme”, dijo Patricia Nine antes de volver a su casa.

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