El Gobierno reafirmó ayer su rechazo al bloqueo estadounidense contra Cuba ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Tal como ocurre desde 1992, cuando La Habana promovió ante la ONU su iniciativa para que la administración norteamericana suspendiera el embargo comercial y financiero que impone a la isla desde 1961, la Argentina sumó su voto al de la mayoría de los países miembro para respaldar este reclamo.
Los países que se pronunciaron en favor del planteo cubano fueron 179, mientras que hubo una sola abstención. Los únicos países que rechazaron el pedido del gobierno de Fidel Castro, además de Estados Unidos, fueron Israel, las islas Marshal y Palau, una pequeña isla de 19 mil habitantes perdida en el mar de Filipinas, que tiene un acuerdo de asociación libre con Washington.
El ministro de Relaciones Exteriores cubano, Felipe Pérez Roque, celebró este nuevo revés contra el embargo y aseguró que “Estados Unidos defiende esta medida porque tiene miedo, teme a nuestro ejemplo y sabe que si nos levanta el bloqueo, el desarrollo económico y social de Cuba será vertiginoso”. Estas palabras no cayeron bien en los oídos de los miembros de la delegación norteamericana, quienes decidieron abandonar sus bancas durante el discurso de Pérez Roque.
Desde 1992, cuando este reclamo llegó por primera vez a los debates en la ONU, el número de países que expresaron su solidaridad con La Habana fue en aumento. En esa primera ocasión, 59 delegaciones avalaron el pedido cubano, mientras que 71 se abstuvieron y 3 lo rechazaron.
Desde entonces, la Argentina avaló el reclamo del gobierno de Fidel Castro en la ONU. No sucedió lo mismo con el tema de los derechos humanos en Cuba, que es tratado en abril de cada año en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra. En ese foro la postura nacional ha variado históricamente de acuerdo con las distintas administraciones.
Durante la gestión de Raúl Alfonsín, el gobierno se abstuvo en este tema, pero el escenario se modificó con Carlos Menem en el poder –más precisamente en 1991–, quien se definió en favor de la condena. Esa línea fue mantenida por la Alianza, lo que generó la ira de Fidel Castro, quien llegó a calificar a esa administración de “lamebotas de los yanquis”. Para despegarse de ese alineamiento con Washington, en 2003, Eduardo Duhalde —a cargo de la Presidencia– decidió regresar a la abstención pocos días antes de las elecciones presidenciales que depositaron en la Casa Rosada a Néstor Kirchner, quien sostuvo esa posición.
En cuanto al bloqueo, las estimaciones realizadas en La Habana aseguran que el daño causado a la isla desde que fue implementado durante los días de la Guerra Fría supera los 80 mil millones de dólares. “Ningún pueblo ha sufrido en la historia esta asfixia económica y social, donde 7 de cada 10 cubanos han nacido y vivido bajo el bloqueo”, graficó el embajador de Cuba en la Argentina, Alejandro González Galiano.
“Este voto expresa la voluntad de la abrumadora mayoría de naciones del planeta”, aseguró por su parte Rubén Zuccaro, representante del Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba. Zuccaro advirtió al mismo tiempo que “con una votación ya no alcanza, ahora hay que realizar acciones prácticas para romper el bloqueo, mediante el impulso de acuerdos de comercio con el gobierno cubano”.
El voto argentino en la ONU fue destacado al mismo tiempo por el secretario general del Partido Comunista Argentino, Patricio Echegaray. “Valoramos altamente la política exterior de nuestro país en este sentido”, dijo.