EL PAíS
› ESCRITO & LEÍDO
Un pensamiento regional
› Por Luis Bruschtein
“El triunfo de George W. Bush en los Estados Unidos es más de lo mismo”, afirmó el escritor mexicano Carlos Fuentes. Más de lo mismo es una frase que implica certezas sobre la repetición de políticas que se han venido aplicando, pero deja abiertas las incógnitas sobre los fenómenos que esas políticas provocarán en el planeta, tanto en los países ricos como en los pobres. Las reglas de juego sobre las que se asientan las relaciones internacionales han sido reemplazadas por un creciente unilateralismo del gobierno norteamericano, marcado, además, por sus corrientes más conservadoras y belicosas.
Países doblegados por el peso de deudas externas impagables, contraídas durante el ciclo de hegemonía neoliberal, generan formas reactivas y surgen gobiernos en América latina que intentan experiencias dispares pero como parte de una misma orientación. Los gobiernos de Lula en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina, Hugo Chávez en Venezuela y más recientemente Tabaré Vázquez en Uruguay responden al mismo giro reactivo frente a las políticas de endeudamiento y dependencia.
Esa misma onda provocada por el empobrecimiento y la exclusión dio origen también a fuertes movimientos sociales como los Sin Tierra de Brasil, los piqueteros argentinos o los cocaleros bolivianos que a veces sintonizan y otras veces presionan a los gobiernos convirtiéndose en protagonistas activos de los procesos sociales en el continente.
Este es el relato del libro de Calloni y Ducrot. Se trata de una descripción detallada, que parte de los orígenes del neoconservadorismo norteamericano, en los comienzos de la era reaganista, que encontraba sustento intelectual en los documentos del grupo de Santa Fe (que están incluidos en el trabajo). El grupo de empresarios e intelectuales que redactaron esos documentos durante los años ‘80 fue la expresión más agresiva y recalcitrante de la política norteamericana. De alguna manera estos textos son aún más audaces en sus propuestas, la mayoría de las cuales fueron concretadas, que las políticas de Estado que inspiraron, apenas atenuadas por el juego político mundial y norteamericano.
El rediseño del mapa del poder en el planeta, ahora unipolar y hegemónico, y la existencia de un solo mercado planetario plantean un sistema-mundo, como señala Teotonio Dos Santos, en el que interactúan todas sus partes, o sea todo el planeta, pero más homogéneo que en el pasado. En ese juego, las estrategias de Estados Unidos para los latinoamericanos: el ALCA, el Plan Colombia y el Plan Puebla-Panamá, entre las más importantes, encuentran a los gobiernos posneoliberales de la región en la búsqueda de profundizar acuerdos regionales como el Mercosur o la Unión Sudamericana en un camino que podría superar la vulnerabilidad en que quedaron sus países.
La realidad del planeta y en particular de América latina ya no se puede leer con las mismas claves de los años ‘70. Se necesita la relectura de esa realidad para el desarrollo de nuevas herramientas teóricas que den cuenta de los nuevos condicionamientos, de los nuevos protagonistas, nuevas formas de resistencia y de luchas populares e incluso de nuevas formas políticas institucionales que, en su conjunto, proponen sociedades más justas y democráticas.
El “más de lo mismo” al que hacía referencia Fuentes apuntaba a las políticas que ha impulsado Bush en los cuatro años que han pasado. Las políticas de Estados Unidos son previsibles. Pero no se puede decir lo mismo de los procesos que han comenzado en los países latinoamericanos, tanto a nivel de los nuevos movimientos sociales, como de los nuevos gobiernos o de los procesos de confluencia en la región. Sobre ese futuro está todo por imaginar o por hacer. Pero si hay algo que en este plano aparece ya como necesario es la importancia de una acción y un pensamiento regional y latinoamericano que es el elemento sobresaliente del libro de Calloni y Ducrot.