Jue 18.11.2004

EL PAíS  › COLOCARON BOMBAS EN TRES BANCOS, EN
DOS EXPLOTARON Y EN UNO MURIO UN VIGILADOR

Cuando el cajero es una trampa mortal

Las explosiones ocurrieron en dos Citibank y un Galicia. En la sucursal Caballito del primero, murió el vigilador Jorge Richiutti, de 38 años, cuando movió una caja con dos envases tetra-brik. El explosivo estaba contenido en un envase de metal. Las hipótesis de los investigadores.

› Por Raúl Kollmann

“Algo está probado: los tres artefactos fueron armados por la misma persona o grupo de personas. Una de las imágenes de los cajeros evidencia que, al menos en ese caso, la bomba fue puesta a la una de la mañana. Por el sistema que usaron, podría ser que hayan querido herir o matar a alguien, pero también es posible que, a partir de cálculos mal hechos, el objetivo fuera sólo hacer ruido político, no herir y menos matar a una persona, pero las cosas terminaron mal. En cualquier caso, no caben dudas de que se pretendió empañar las visitas extranjeras de estos días y transmitir una mala imagen del Gobierno y el país. Tal vez venga por los cambios que se hicieron en la Gendarmería, en el Ejército o en la Policía, puede ser mano de obra desocupada de inteligencia queriendo demostrar que se los necesita o incluso podría haber la intención de implicar a piqueteros y ahorristas que justo hicieron una marcha conjunta el día anterior. Tampoco podemos descartar a algún loquito de ultraizquierda, aunque suelen dejar panfletos.” Este es el diagnóstico que anoche hacían los investigadores del Gobierno, con muchos puntos todavía oscuros, sobre los tres artefactos explosivos colocados ayer en dos sucursales del Citibank y una del Galicia, que produjeron por primera vez en una década la muerte de una persona –el vigilador privado Jorge Richiutti, de 38 años– por acción de una bomba.
El primer estallido, el más grave, se produjo en la sucursal del Citibank de avenida Rivadavia al 4900, en Caballito. Cuando los empleados llegaron al banco, a las 8.30, el vigilador vio una bolsa de supermercado en la que había dos tetra-brik. Pese a que un policía le sugirió llamar a la División Explosivos, Richiutti pensó que se trataba de basura, procedió a retirar la bolsa y en ese momento el artefacto estalló. Trasladado de urgencia al Hospital Durand, el vigilador de la empresa Piscis murió en la mesa de operaciones por una grave hemorragia. En principio, parece que el movimiento del paquete produjo el estallido, aunque tampoco se descarta que, por casualidad, el vigilador haya tenido la malísima suerte de tomar las cajas en el momento en que detonaba la bomba.
El segundo explosivo apareció en la sucursal del Banco de Galicia de Santa Fe 2841. El estallido fue más leve, produjo daños pero ningún herido. El mecanismo fue el mismo, armado dentro de una caja tetra-brik. El tercer artefacto no alcanzó a estallar, pero sólo por obra de la casualidad. El encargado del banco sacó el tetra-brik, escuchó un ruido parecido al de una cañita voladora, pero el artefacto no deflagró. Los bomberos lo detonaron en las afueras de esa sucursal del Citibank, ubicada en Santa Fe al 3100, a dos cuadras del anterior. Una señora se entrometió en el momento en que estaban trabajando los hombres de la División Explosivos de la Policía Federal, por lo que la detonación terminó hiriendo al sargento Guillermo Molina.
Según los primeros indicios periciales, los tres artefactos explosivos responden al mismo patrón. Y estos son los elementos claves que son fundamentales para entender lo ocurrido:
- En los tres casos, los artefactos se armaron dentro de las cajas conocidas como tetra-brik, de jugo o vino.
- Se utilizó un caño galvanizado, color amarillo, de los habituales en instalaciones de gas. Una pulgada de diámetro y doce centímetros de largo. El caño estaba cerrado en las dos puntas por tapas a rosca.
- El explosivo –casi seguro pólvora– apretado en el interior. El cálculo de los peritos es que se trató de unos 200 gramos en cada caso.
- Inicialmente aislado del explosivo, en una pelota de ping pong, rodeado de un celofán o apartado del explosivo por una capa de cera de velas, había un ácido, seguramente sulfúrico.
- El mecanismo consiste en que el ácido se va comiendo el aislante, es decir la cera o el plástico de la pelotita de ping pong o el celofán ytermina entrando en contacto con un poco de potasio y el explosivo. En ese momento se produce una chispa –el ruido de cañita voladora que refirió el encargado– y de inmediato estalla la pólvora.
- La consecuencia es que el caño deflagra en mil pedazos como si fueran perdigones, produciendo destrozos o, como en el caso de ayer, la muerte del vigilador o las heridas del policía.
Todos los especialistas consultados por este diario coinciden en que se trata de tecnología elemental, casera, lo cual no es un indicio claro sobre los autores, ya que incluso un experto en explosivos puede armar un artefacto de ese estilo para disimular.
El flamante juez federal Daniel Rafecas es el encargado de la causa judicial caratulada como intimidación pública, pero será en concurso real con homicidio, por lo que la pena probable es de prisión perpetua. Las pistas que se tienen para orientar la investigación son las filmaciones de las cámaras de seguridad de los cajeros –serían buenas imágenes– y el rastreo del origen de los elementos utilizados. En episodios similares a este rara vez se encontró a los culpables, aunque en este caso hay una muerte de por medio. Un ejemplo de impunidad fue el caso de la bomba que pusieron en Plaza de Mayo un 20 de diciembre contra una marcha de partidos de izquierda y grupos piqueteros. Según parece, un artefacto casi igual fue colocado el 1º de septiembre en el banco Patagonia-Sudameris de la avenida Cabildo 161, pero tampoco se descubrió a los responsables.
Uno de los dilemas más importantes es si hubo o no voluntad de herir.
- Si el artefacto fue diseñado para estallar en el momento en que alguien lo tomara en sus manos, prefigura una determinada hipótesis. Si el ácido está en una punta del caño y el explosivo en la otra, con un aislante casi inexistente, el estallido se produce no bien alguien mueve el paquete, porque el ácido pasa de inmediato hacia el explosivo. En ese caso, el objetivo no era hacer ruido y provocar alguna inquietud política, sino herir o matar a alguien, produciendo una conmoción nacional de envergadura.
- Los expertos consultados por este diario –ex integrantes de las divisiones científicas de la Gendarmería, la Policía Federal y la Bonaerense– tienen otra mirada: creen que quienes armaron los artefactos calcularon mal y pusieron demasiado material aislante. Por ello, el ácido tardó mucho en horadar ese material y los artefactos no estallaron de noche, siendo que está claro que una de las bombas se puso a la una de la mañana. O sea que el plan original de quien puso la bomba era que estallara a las dos o tres de la mañana, produciendo ruido, daños, pero no víctimas. El resultado, sin embargo, fue distinto: con el ácido horadando el aislante durante horas, pero sin unirse al explosivo, llegó una persona –en este caso el vigilador– y tomó el paquete en sus manos. Eso produjo que el ácido, con el solo movimiento, pasara hacia la pólvora y provocó la explosión. O sea que el artefacto hubiera estallado igual, pero lamentablemente el vigilador lo tomó y le explotó en las manos.
Con todos estos elementos, en el Gobierno ponen una primera mirada hacia la conocida “mano de obra desocupada de inteligencia”, ya que es difícil que un sector de izquierda busque herir a alguien de clase media que es quien concurre a un cajero automático. Además, lo suelen hacer como método de propaganda y aquí no hubo panfletos ni pintadas ni nada. “Una marca de izquierda hubiera sido si ponían los explosivos cerca de un cuartel o una comisaría o algún símbolo de ese estilo. Lo más probable es que alguien nos quiera embarrar la cancha, alguien molesto con cambios en las fuerzas de seguridad, armadas o de inteligencia y tal vez les hayan querido echar la culpa a ahorristas y piqueteros. De todas maneras, habrá que ver qué sale de la investigación, porque no podemos descartar nada”, reflexionaron con cautela en la Casa Rosada.

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