Mié 24.04.2002

EL PAíS  › LA UCR DECIDIO MANTENER SU RESPALDO A DUHALDE

El fantasma de la elección

Tras bastante discusión, los principales dirigentes del radicalismo coincidieron en mantener su apoyo, aunque aclararon que “no se trata de un cheque en blanco” para el Gobierno.

› Por José Natanson

Conscientes de que la dinámica de la crisis pasa por la interna del PJ, los radicales saben que, de todos modos, Eduardo Duhalde los necesita como parte de la coalición parlamentaria. Y, aunque están cada vez más divididos, anoche los esfuerzos de Raúl Alfonsín habían logrado una posición común de apoyo al Gobierno, que –aclaraban– “no se trata de un cheque en blanco”. En conclusión, están dispuestos a continuar con la estrategia que adoptaron desde que su gobierno se cayó a pedazos: hacer cualquier cosa con tal de evitar las elecciones.
Fue un día de idas y vueltas, en el que los legisladores y dirigentes de la UCR permanecieron como espectadores más o menos pasivos de los vaivenes del peronismo. Por la mañana, Alfonsín y el jefe del bloque de senadores, Carlos Maestro, recibieron el proyecto de Plan Bonex del Ejecutivo. Recién habían comenzado a estudiarlo cuando se enteraron de que los senadores del PJ habían decidido rechazarlo. Ni siquiera pudieron digerir el nuevo escenario: mientras discutían llegó la noticia de que Jorge Remes Lenicov renunciaba al Ministerio de Economía.
Los diputados se encerraron en un despacho y los senadores en otro. Todavía no se había unificado una posición, pero ya se insinuaba la idea básica de mantener el respaldo. “Vamos a apoyar el proyecto para que, mientras no exista sentencia firme, los depósitos queden indisponibles en los mismos bancos”, dijo el jefe del bloque de diputados de la UCR, Horacio Pernasetti, en referencia a la ley tapón con la que Duhalde quiere frenar los recursos de amparo.
Un rato más tarde, mientras la plana mayor del peronismo llegaba a Olivos, los máximos dirigentes radicales se encontraban en Costa Salguero para fijar una postura. Estaba el titular de la UCR, Angel Rozas, y el vice, Juan Manuel Casella; los senadores Maestro y Alfonsín; Pernasetti; además de algunos gobernadores que llegaron de apuro: el de Mendoza, Roberto Iglesias, el de Chubut, José Luis Lizurume, el de Río Negro, Pablo Verani, de Corrientes, Horacio Colombi, y de Catamarca, Oscar Castillo
En el encuentro quedaron claras las tres posiciones que conviven en el radicalismo:
- La primera es la que defienden los bonaerenses Alfonsín y Leopoldo Moreau, figuras claves del acuerdo con Duhalde: proponen ratificar el respaldo radical al Gobierno con el argumento de preservar la institucionalidad por sobre cualquier otra consideración. Una teoría que vienen defendiendo desde el final de la gestión aliancista y que a menudo los lleva a defender cualquier cosa. “Miremos a Venezuela: el riesgo es que se quiebre la democracia”, repitió Alfonsín, una y otra vez, en la reunión de ayer.
- La segunda postura está representada por algunos senadores del interior, como Juan Carlos Passo y Gerardo Morales, y algunos diputados ex delarruistas como Mario Capello. Cansados de la alianza con Duhalde, creen que hay que tomar distancia del Gobierno.
- En el tercer grupo se anotaron el titular de la UCR, Angel Rozas, la mayoría de los gobernadores, que necesitan mantener una relación fluida con el Ejecutivo sin perder legitimidad en sus provincias, los sectores mayoritarios de los bloques y algunos dirigentes claves como Federico Storani. La fórmula es el apoyo crítico: respaldar a la Rosada, pero intentando consensuar un programa común.
Después de horas de discusión, la primera plana radical llevó a la Rosada la decisión de mantener el respaldo al Gobierno, aunque aseguraron que primero quieren estudiar en detalle el nuevo plan económico: por ejemplo, estarían dispuestos a votar el proyecto de ley tapón pero tienen dudas sobre la decisión de anclar el dólar. Este fue el mensaje que le transmitió Rozas anoche a Duhalde, en una reunión en Olivos a la que asistió junto al resto de los gobernadores de la UCR.
Desde luego, la posición definitiva recién se conocerá cuando el Gobierno anuncie oficialmente el nuevo plan económico (y el nombre del nuevo ministro de Economía). Sin embargo, algo está claro: bajo el argumento de la institucionalidad (siempre a mano), los radicales esconden el terror que los invade ante la posibilidad de que la gestión de Duhalde colapse y se convoque a elecciones. Saben que su partido está deslegitimado, que no cuentan con candidatos taquilleros para ofrecer, que es difícil que el peronismo acepte conformar un frente y que una elección los condenaría a la virtual desaparición. Por lo tanto, más que un sacrificio, la decisión de respaldar a Duhalde es el último reflejo de autopreservación de un radicalismo en bancarrota.

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