EL PAíS
› EL MUSICO FUE ATACADO AL SALIR DE SU ESPECTACULO
A los golpes con Schussheim
Cree que fue por la campaña de mails que organizó sobre la sanción a la legisladora porteña Onega.
El 11 de noviembre, el músico Jorge Schussheim terminó el show musical que comparte los jueves por la noche con Marikena Monti, y salió a la puerta del bar-librería Clásica y Moderna. Pero antes de dejar el local, un hombre lo detuvo. “Hoy te vine a ver actuar, la próxima te vengo a matar”, le dijo el sujeto y se alejó. Sorprendido, Schussheim atribuyó esta aparición a la fauna propia de la noche porteña. “Otro loco suelto”, pensó, y aunque trató de olvidarlo, el incidente siguió dando vueltas en su cabeza. “Me pregunté a quién podía estar molestando yo –explicó a Página/12– y lo único que se me ocurrió fue que alguien podía estar enojado por la cadena de mails que inicié hace unas semanas para repudiar a los legisladores porteños que no sancionaron a la diputada Mirta Onega por sus declaraciones antisemitas contra un empleado.” Una semana después de estas amenazas, este jueves, en el mismo lugar y a la misma hora, el mismo personaje volvió a sorprender a Schussheim, pero esta vez lo atacó a golpes. “Creo que fue un mensaje mafioso, y no me extrañaría que esta agresión respondiera a algún oscuro interés corporativo”, explicó.
Aunque desde hace tiempo está dedicado a la música y a su restaurante Big Mamma, hubo a principios de octubre una situación que indignó a Schussheim. Fue cuando los legisladores porteños dejaron pasar la posibilidad de sancionar a Onega, quien había calificado como “judío de mierda” a un asesor de su despacho. Pese a las condenas expresadas por la DAIA y el Inadi frente a este acto de discriminación religiosa, los legisladores transformaron el asunto en un tironeo político para ver cuál de los bloques se quedaba con su banca, y el castigo para Onega nunca llegó.
Esta situación movilizó a Schussheim, quien inició una cadena de mails para repudiar lo que calificó como “otra jugada sucia de la vieja política”. “Miembros del oficialismo y del macrismo –señalaba el correo electrónico– decidieron privilegiar sus posibles necesidades estratégicas de contar con el voto de la diputada Onega, no dando quórum para el tratamiento de una sanción por su violación a la ley Antidiscriminación al haber insultado y pretendido separar de su cargo a un empleado por su condición de judío.”
En el texto, que fue publicado además en el diario La Nación el 12 de octubre, el músico, cocinero y ex publicista hizo un “llamamiento a todos los votantes de la comunidad judía, y extensivo a quienes consideren que se debe terminar con los mensajes corporativos”. El llamado era a no votar a “los representantes de ningún partido que haya sido cómplice de esa maniobra hasta tanto en la Legislatura porteña” no se establezca alguna sanción.
Pocos días después de comenzada esta serie de mails se produjo la primera amenaza, y siete días después la agresión. “No sé qué puede pasar en una tercera oportunidad”, señaló. “Entre el primer incidente y el segundo –dijo–, el hombre que me agredió se había teñido el pelo de rubio, y se había cortado la barba. Un loquito o un barrabrava no hace eso.”
Luego del ataque, Schussheim presentó una denuncia en la comisaría 17ª, que quedó radicada como “lesiones y amenazas”, y decidió además hacer público el hecho por recomendación de su abogado. “Ahora espero que me llame la Justicia”, señaló.
Hay un punto que Schussheim deja en claro. “No estoy haciendo una acusación contra nadie –dijo–, ni deslizo sospechas contra ningún sector en particular, porque no tengo ningún elemento. Simplemente se trata de una asociación intelectual luego de analizar qué es lo que he estado haciendo últimamente, y quién o quiénes pueden sentirse afectados. Pero está claro que uno no puede ignorar que en este país muchos sectores se mueven con un fuerte sentido corporativo.”
Informe: Alfredo Ves Losada.