EL PAíS
› OPINION
El frente interno
› Por Mario Wainfeld
La negociación con China dividió las aguas. Economía les baja el precio a los acuerdos sobre obras públicas y vio con recelo el reconocimiento de economía de libre mercado. El paquete social, ya lo informó Página/12, fue urdido entre Jefatura de Gabinete y Trabajo sin dar parte al ministro Roberto Lavagna hasta el mismo día de los anuncios. El canje de la deuda, el eje más sustancial de la política económica (o de la política a secas) del Gobierno, también venía siendo un escenario de disputa. Ayer el presidente Néstor Kirchner y Lavagna unificaron criterio, postergando la presentación hasta el 17 de enero, fecha que hoy parece remota pero cuya fijación sigue siendo voluntarista. La fijación de la nueva fecha fue un signo de unidad en un momento de zozobra en el que se han reavivado crónicas reyertas y desconfianzas entre quienes moran en Balcarce 50 y quienes lo hacen en el Palacio de Hacienda.
La función renunciada por el Banco de Nueva York es bien difícil de cumplir y, aunque nadie lo admita en voz alta, la búsqueda de su reemplazante está en pañales. “La tarea que debe cumplir ese banco (básicamente de control) es bien burocrática, densa, poco glamorosa”, define un avezado negociador, “pero pocos bancos en el mundo lo hacen y el de Nueva York tiene un departamento especializado en la materia”. Sucedió que los operadores que hablaban con los funcionarios argentinos fueron desautorizados por el CEO de la entidad de la Gran Manzana. A los ojos del CEO, el trabajo realizado hasta entonces era chapucero y le faltaba tiempo para perfeccionarlo. El problema es que Economía mira al banco de suplentes y lo ve despoblado. “Hay muchos bancos que le bajan el pulgar al canje argentino y por lo tanto no es sensato ni imaginable que se ocupen de esa tarea.” El JP Morgan es uno de los que está bajo sospecha pero es uno de los contados que tiene experiencia para tomar a su cargo la tarea desamparada por los brokers neoyorquinos. El Banco Nación, mencionado por algunos medios como alternativa, es desahuciado por los negociadores argentinos. Aseguran que no da la talla ni por asomo.
Cuando se supo que el Bank of New York dejaba la operación, Lavagna llamó a Kirchner a Costa Rica y le anunció la mala nueva. Le sugirió postergar el canje, pero el Presidente no quiso saber de nada. Rápidamente le ordenó que informara que el 29 se lanzaba, sí o sí, en la Argentina. Lavagna se alineó presto, advirtiendo que no había espacio para discutir. “En 40 minutos mandó el comunicado”, cuenta un funcionario que estaba al lado de Kirchner viendo cómo al Presidente le subía la mostaza. Pero tanto el ministro como el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, siguieron pensando que era disfuncional y hasta atacable en su legalidad la iniciación de la operación en un solo país. Ayer, tras una prolongada reunión entre Lavagna y Kirchner, se resolvió posponer el comienzo del canje. “Néstor es un temperamental pero antes que nada es un pragmático y se dio cuenta de que era imposible sostener la fecha de la semana que viene”, explica una de sus espadas políticas.
Futuro e incierto: “Todo venía bárbaro, iba a haber aceptaciones en tropel, les estábamos por romper el alma a los gansos de la city”, añora el pasado reciente un empinado allegado a Lavagna. No necesariamente utiliza la palabra “alma”, sino otra más brutal y menos políticamente correcta. El cambio de escenario, asume, no es neutral e implica, si no un traspié, la apertura de una incertidumbre. De cualquier modo, en el Gobierno se achica el pánico. “Los intereses en los mercados emergentes van a seguir siendo bajos en enero y febrero y ése es un dato central. Nuestra economía va a seguir creciendo ... y al fin y al cabo no son ni dos meses de postergación”, tranquiliza, se consuela, quizá describe.
Malas ondas: Fueron días difíciles entre el Presidente y su principal ministro, dos personajes que trabajan bien pero que nunca terminan de quererse. En varias ocasiones bien recientes el Presidente tuvo gestos “marcándole la cancha” a Lavagna. A saber:
- La eminencia atribuida al ministro de Planificación, Julio De Vido, y hasta al secretario de Transporte, Ricardo Jaime, en las tratativas con China fastidiaron a Lavagna, quien se detesta con De Vido.
- La decisión presidencial de aislar a Lavagna en la elaboración final de los pagos extraordinarios a jubilados y desocupados y del aumento de las asignaciones familiares tuvo tono de desdén y desconfianza. La presentación de esas medidas –con Alberto Fernández y Carlos Tomada, sin Lavagna– le puso la frutilla a ese postre.
- El Presidente y el jefe de Gabinete rezongaron más o menos audiblemente cuando el entuerto con el Bank of New York. Y aún hoy señalan que fue “un error” de Economía. Aunque en algo la Rosada está dividida: algunos cargan el error en la mochila de Lavagna, otros embisten contra Nielsen.
Tanto malhumor cruzado encontró ayer una intersección que los especialistas consideran lógica. El canje debe ser iniciado simultáneamente en varios lugares del mundo, tal vez no en todos. Es que los proverbiales inconvenientes con los mercados de valores de Italia y de Japón, por decir lo menos, siguen en pie y está por verse que se resuelvan para el 17 de enero. A decir verdad, hoy por hoy es voluntarista asegurar que se llegará con todo en regla para esa fecha.
Por lo menos, ayer se registró un paso sensato en pos de garantizar una condición necesaria, que no suficiente, para afrontar las dificultades: mostrar un frente interno unido. Un recaudo elemental para una pelea dura que el Gobierno en su conjunto pareció descuidar en medio de la tormenta.