Antes de que los reclamos gremiales de los empleados legislativos truncaran el plan de labor parlamentaria, arduamente consensuado en Diputados y en el Senado, la Cámara baja convirtió en ley el proyecto que faculta al Poder Ejecutivo a convocar a elección de cargos nacional el cuarto domingo de octubre, cada dos años, en forma unificada en todo el país. Esto implica que las elecciones legislativas del año próximo, en las que se renueva la mitad de las bancas de Diputados y un tercio del Senado, serán el 23 de octubre. Si bien la norma aparece como un avance democrático, fue criticada con el argumento de que “restringe las autonomías provinciales y favorece la concentración y la centralización de poder”, según expresó en su disidencia el diputado José L’Huillier. “No vamos a ocultar que nos conviene, es como un plebiscito para nuestra gestión, pero quizá dentro de dos años no nos convenga, por lo tanto dimos certeza en algo sano desde el punto de vista constitucional”, expresó ante Página/12 el diputado oficialista Osvaldo Nemirovsci.
El martes los justicialistas tuvieron que resignar sus intenciones ante la negativa de sus colegas de la UCR de acompañar la medida. Por tratarse de una modificación al Código Electoral, el PJ necesitaba una mayoría especial de 129 votos. Cuando los justicialistas se dieron cuenta de que no tenían los votos suficientes, cerca de las 20, el presidente de la Cámara, Eduardo Camaño, prefirió probar suerte al día siguiente.
Los radicales se habían plantado en el rechazo porque el justicialismo se negó a aceptar una modificación que obligaba a separar las boletas de candidatos provinciales y nacionales en aquellas provincias en que rige la Ley de Lemas.
Pero antes de pasar a cuarto intermedio, hubo intervenciones llamativas, como la que protagonizó la menemista Griselda Herrera. En una extemporánea defensa de Carlos Menem, a quien Herrera calificó como un “compañero con mayúsculas”, la legisladora acusó a “muchos de querer ahora limpiarse la boca” (sic) con críticas al ex presidente. Su discurso era, en realidad, una respuesta a su coprovinciano de la UCR Julio Martínez, quien pedía en la misma ley eliminar las elecciones por lemas que rigen en La Rioja. Antes, tanto los diputados de Adolfo Rodríguez Saa y el Interbloque Federal había adelantado su rechazo a la unificación por considerar que las fechas de las elecciones debían ser decididas por las provincias.
El diputado Luis Zamora se sumó a las críticas al expresar en el recinto que la iniciativa “no obedece a la necesidad de una reforma política sino a cierto oportunismo, como hicieron en su momento (Raúl) Alfonsín) y (Carlos) Menem”.
Ayer, al reanudar la sesión especial, en un rápido trámite, el justicialismo consiguió imponer su posición con la ayuda de algunos aliados de otros bloques. El resultado de la votación contó con el apoyo mayoritario de 139 diputados, la oposición de 39, en su mayoría radicales, y 4 abstenciones. Para empezar la sesión, los legisladores tuvieron que superar momentos de tensión con los empleados legislativos (ver aparte).
“La unificación de las elecciones de legisladores y senadores nacionales da certeza a la gente, a diferencia del modelo amañado que han usado las provincias y la Nación armando grillas según las coyunturas”, declaró Nemirovsci a este diario. Por su parte, el radical Alejandro Nieva insistió en que “el sistema de lemas tergiversa la voluntad popular y produce un `efecto arrastre` no buscado por el elector”.”Cada vez que un gobierno tiene caja se unifican las elecciones”, escuchó comentar este diario a un viejo legislador que pidió anonimato.
Durante el gobierno de Raúl Alfonsín la decisión del llamado a elecciones era una facultad del Poder Ejecutivo. En la administración de Carlos Menem las provincias obtuvieron esa potestad y la figura del riojano durante años fue efectiva para acumular voluntades en todo el territorio.