EL PAíS
› DE MENDIGUREN PRESENTA UN PLAN DE REACTIVACION Y DEJA EL CARGO
Un retiro sin gloria ni reemplazante
Duhalde busca una figura de peso para ir a Producción, pero no la encuentra. El nuevo ministro también saldría de la UIA.
› Por Cledis Candelaresi
En una de sus últimas exposiciones como funcionario, el ministro de la Producción, Ignacio de Mendiguren, detallará hoy en la quinta presidencial de Olivos un plan de trabajo para resucitar a la industria, que diseñó con aval de las provincias. Después, esperará que Eduardo Duhalde selle un acuerdo con su reemplazante, presumiblemente otro allegado a la Unión Industrial Argentina, adonde intentaría refugiarse para superar su amargura. El primer titular del ministerio creado por el duhaldismo se dispone a partir con la certeza de que fue víctima de una campaña de desprestigio, presuntamente orquestada por las empresas privatizadas.
De Mendiguren presentará ante los gobernadores el programa diseñado con funcionarios del interior, que tiene dos capítulos principales: un diagnóstico sobre cada sector de la industria y la idea de designar para cada uno de ellos un “gerente”, que desde Producción se ocupe de resolver los problemas de cada área. Es seguro que el presidente avalará una idea que compró el todavía jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y que podría ser heredada por el reemplazante de Producción, sobre cuyo nombre hasta anoche no había certezas.
Con la provisoriedad que tienen todas sus decisiones, Duhalde resolvió continuar con el Ministerio de la Producción –una de sus ideas fuertes en la campaña de 1999– y sostener el criterio de que este puesto sea ocupado por algún empresario comprometido con la causa nacional. Le resultó imposible comprometer para ese cargo a algún nombre fuerte como el de Oscar Vicente, de Pérez Companc, o Luis Pagani, de Arcor. Ningún directivo destacado está mínimamente dispuesto a involucrarse con una gestión tambaleante ni con un Presidente al que ven muy confundido y con su respaldo político tan licuado.
Duhalde volvió entonces los ojos hacia los hombres que propone la UIA, eventuales sucesores de De Mendiguren. Ayer seguían tallando como postulantes con posibilidades el empresario Carlos Leone, de Acindar, y el secretario de Defensa de la Competencia, Pablo Challú. Pero la nómina de candidatos se engrosó a último momento con Alberto Sposato, ex asesor financiero de Acindar, al que De Mendiguren acaba de incorporar a un equipo cuya función sería analizar desde el interior del ministerio los problemas de crédito que afrontan las empresas. “Querer estimular la producción sin crédito es como dictar un curso de buceo sin tubos de oxígeno”, se lamentó más de una vez De Mendiguren ante sus colaboradores.
Pero el rencor del titular de la UIA no se centra en los bancos. También lo perturban los académicos ortodoxos (el ex ministro y directivo del Cema, Roque Fernández, entre ellos) que proclaman la apertura a ultranza de la economía, sin considerar el daño que la competencia externa podría causar en las empresas nacionales. Y, fundamentalmente, las privatizadas. En más de una ocasión De Mendiguren objetó la carestía de las tarifas públicas e intentó demostrar que éstas eran en Argentina mucho más altas que en otros lugares del planeta. Según fuentes muy allegadas al ministro, las adjudicatarias de servicios públicos nunca le perdonaron ni esos juicios ni ser parte de una gestión que dispuso la devaluación del peso y, a renglón seguido, la pesificación y congelamiento tarifarios, medidas muy lesivas a las privatizadas.
En los supuestos del ministro, las poderosas empresas habrían organizado una campaña de descrédito motivada por este rencor y basada en la “falsa imputación” de que es el principal mentor de la depreciación del peso, que hasta ahora no deparó ningún beneficio. Sin embargo, no es el único frente de tormenta que tiene abierto el ex dueño de Coniglio.
Ni su gestión ni su persona fueron muy bien vistas por Economía, donde se refieren a Producción como “el Ministerio de la Felicidad”, en alusión a la supuesta voracidad de Mendiguren, quien aspiraba a conseguir prerrogativas para las empresas en plena crisis fiscal. Las retenciones a las exportaciones industriales y la intención de exigir el pago anticipado de éstas provocaron uno de los últimos encontronazos con el saliente Jorge Remes Lenicov, a quien el titular de Producción considera demasiado comprometido con el cierre de las cuentas públicas y muy desentendido de las angustias industriales. En este sentido, la heterodoxia de Roberto Lavagna suena mejor.
La UIA –el ministro de la Producción tiene licencia hasta el 30 de abril como titular de la entidad fabril– tampoco es un lugar muy amigable para retornar. Varios dirigentes le recriminan no haber hecho un buen papel y, por consiguiente, haber puesto en peligro la feliz decisión duhaldista de que las empresas nacionales tengan una tribuna de lobby privilegiada, ubicada en el propio seno del Estado.