Vie 04.01.2002

EL PAíS

Juramento de un gabinete de paisanos bonaerenses

Siete de los doce funcionarios que juraron ayer –siete ministros y cinco secretarios– provienen del PJ bonaerense. Atanasof fue el más aplaudido y fue notoria la ausencia de Moyano.

› Por Eduardo Tagliaferro

No podía ser de otro modo. Siete de los doce funcionarios del gabinete nacional que juraron ayer son referentes del PJ bonaerense. Un rasgo común los unificó: Todos juraron por “Dios, la patria y los Santos Evangelios”. Al igual que en el acto de asunción presidencial, la marchita peronista estuvo ausente. En esta ocasión el Himno fue cantado “a capella”. A pesar de que los nuevos ministros y secretarios se esforzaron por exhibir seriedad, un exultante Carlos Ruckauf no podía ocultar su sonrisa. No era para menos, había dejado de bailar con la crítica situación de “su” provincia. Su alegría fue lo más distintivo. “Hoy un juramento”, fue una de las frases más recordadas por un público en el que los gremialistas eran notoria mayoría.
La nutrida presencia de líderes de distintas extracciones políticas que habían estado presentes el día anterior, ayer brillaron por su ausencia. Se destacaron los gremialistas Armando Cavalieri, Saúl Ubaldini, José Pedraza, los políticos Jorge Matzkin, Fernando Maurette, Irma Roy y José María Díaz Bancalari. A un costado del salón, casi en soledad, podía verse al embajador de Estados Unidos, James Walsh. El ex presidente del Banco Nación, Enrique Olivera, fue uno de los pocos radicales que pudieron divisarse. El otro, Jorge Vanossi, juraba como ministro de Justicia y no es lo que se dice un orgánico de los seguidores de Leandro Alem.
Malos vecinos
Del Frepaso sólo estaba el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra. Por esas cosas del protocolo, fue ubicado al lado de Eduardo Moliné O’ Connor, el vicepresidente de la Corte Suprema que continúa cubriendo el faltazo del titular del máximo tribunal, el riojano Julio Nazareno. La posibilidad de remover a los ministros de la Corte había formado parte del diálogo que Ibarra había mantenido anteayer con el presidente Eduardo Duhalde. Varios minutos estuvo Ibarra mirando el techo, mientras Moliné departía amigablemente con el senador cordobés Juan Carlos Maqueda. Fue la llegada de Antonio Cafiero la que vino a salvar al frepasista de la incómoda situación. Mientras el frentista dialogaba con Cafiero, el personal de ceremonial ubicó al gobernador santafesino Carlos Reutemann entre Ibarra y el cortesano. Otra presencia solitaria fue la de Horacio Frega, recordado ex interventor de ATC durante el menemismo que provocó una fuerte reacción en la colectividad judía por sus declaraciones y antecedentes.
El primero en jurar fue Jorge Capitanich como jefe de gabinete; el mendocino Rodolfo Gabrielli lo hizo como ministro del Interior; el sonriente Ruckauf como canciller; Jorge Remes Lenicov como ministro de Economía; Jorge Vanossi como ministro de Justicia; Alfredo Atanasof –el más aplaudido– como ministro de Trabajo y el titular de la Unión Industrial Argentina, José Ignacio de Mendiguren lo hizo como titular del flamante Ministerio de la Producción. También juraron cinco secretarios, Aníbal Fernández en la Secretaría General de la Presidencia, Carlos Soria en la SIDE, Rubén Citara como procurador general del Tesoro y Juan José Alvarez como secretario de Seguridad Interior. Aunque no subieron al estrado, la locutora anunció que también habían sido designados Esteban Caselli como secretario de Culto y el embajador Jorge Faurie como vicecanciller.
La gran cantidad de público obligó a que se habilitaran varias puertas. Esto tampoco evitó los apretujones. Luego de algunos forcejeos, muchas personas pudieron ingresar a pesar de que no contaban con las invitaciones de rigor. Pasillos y salones desbordaban. Uno de los más entusiastas era el titular de la CGT conocida como oficialista, Rodolfo Daer. Saludaba efusivamente a cada uno de los que se encontraban en las primeras filas de sillas. Así pudo vérselo estrechando las manos de Carlos Brown y Osvaldo Rial. Contrastando con su actitud, perdido en el fondo del salón, estaba el dirigente de los municipales Amadeo Genta. Fue llamativa la ausencia de gremialistas enrolados con Hugo Moyano. No faltaron quienes recordaron eldisgusto del dirigente camionero por la designación de Atanasof, votante de la reforma laboral.
“El mundo debe entender”
El más buscado una vez que finalizó la ceremonia fue Remes Lenicov. El flamante ministro de Economía se negaba a adelantar cualquier medida. “No voy a hacer declaraciones”, insistía ante cada demanda periodística. “Espero contribuir a revertir la inequitativa distribución de la riqueza”, respondió Atanasof cuando Página/12 le preguntó por la principal expectativa que tenía para su gestión. El Salón Blanco se fue vaciando mientras De Mendiguren continuaba saludando a colaboradores y otros industriales: Entre ellos, al ex titular de la UIA, Roberto Favelevic.
No había pasado una hora de su juramento como Jefe de Gabinete y Capitanich ya estaba frente a los medios. La inquietud mayor de los periodistas era tener adelantos de las nuevas medidas económicas. Tarea vana, ya que el flamante funcionario delegó en su par de Economía la responsabilidad de los anuncios. Luego de reivindicar las descentralizaciones provinciales en áreas como Salud y Educación le tocó responder a las preocupaciones de un periodista español sumamente inquieto por las futuras pérdidas, que devaluación mediante, podrían enfrentar las empresas de su país. “El proceso de inversión extranjera es importante, pero el mundo debe entender nuestra situación. La Argentina está en un proceso de ebullición social”, respondió Capitanich. Por las dudas repitió que “la Argentina se merece salir adelante”.

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