Dom 16.01.2005

EL PAíS  › LA ESTRATEGIA DE LA CASA ROSADA EN LA CAPITAL Y LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Inflamables e ignífugos

Dos distritos centrales donde los ruidos políticos preocupan al gobierno nacional. El golpe a Ibarra, aliado presidencial, por el incendio de Once. El apoyo de Kirchner y las encuestas. La batalla Duhalde.Solá y el equilibrio
del Presidente. Un informe norteamericano sobre Duhalde. Primeras negociaciones de las listas.

› Por Sergio Moreno

“Flota, ¿eh?... Flota...” Quien esto dijo fue el presidente Néstor Kirchner, a fin de la semana que acaba de terminar, mientras ojeaba encuestas. Quien flotaba era, según el decir presidencial, el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, un aliado al que decidió sostener tras el espanto desatado en República Cromañón. El incendio de Once amenaza con derramarse por todo el distrito y otro fuego arde allende la General Paz. El viernes, Eduardo Duhalde llevó parte de esos ardores a la Casa Rosada. El Presidente, por ahora, toma el pulso en ambos distritos y despliega tácticas diferentes en cada uno. Mantiene su alianza con Ibarra y observa cómo son sus fintas en medio de una pelea en la que arrancó perdiendo por mucho. Y él mismo quiebra la cintura para evitar los mandobles que se dispensan Duhalde y el gobernador bonaerense, Felipe Solá. “Esa es una pelea entre Duhalde y Solá, no es con nosotros”, dice un encumbrado habitante de Balcarce 50. A pesar de eso, ya hay trujimanes que interpretan y traducen las lenguas de Kirchner y Duhalde en campamentos de ambos, llevando y trayendo propuestas y pareceres a fin de acordar espacios para las elecciones de 2005. Por ahora, lejos están de entenderse.
En un marco de calma chicha en el resto del peronismo nacional, con la inédita quietud en la que el dinero del superávit fiscal federal adormece cómodamente a los gobernadores peronistas –tan díscolos ellos en épocas de Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde–, Kirchner enfrenta en los escenarios más salientes de la política nacional (Capital Federal y la provincia de Buenos Aires) flamígeras convulsiones. Su papel no se reduce a la observación. Su acción es cuidadosa. En su gobierno, no obstante, conviven miradas dispares respecto de lo que acontece en ambos distritos. Veamos cuáles son.
Inflamables
Kirchner decidió sostener a Ibarra. La desgracia de Cromañón tiznó la evaluación de un año en el que al Gobierno le había ido bien y que estaba por terminarse con el anuncio del inicio del canje de la deuda externa en default. Hay en encumbrados despachos de la Casa Rosada quien sostiene que la estrategia de Kirchner hacia Ibarra no cambiará. “En su momento decidimos apostar fuerte a vencer a (Mauricio) Macri en la ciudad porque estábamos convencidos de que, si ganaba, sería el Berlusconi argentino. Fue como decidimos apoyar a Aníbal. Esa elección la ganó Kirchner y Kirchner es quien más adhesiones tiene en la ciudad. Vamos a esperar, aver cómo evoluciona, a apoyar a Ibarra y en su momentos elegiremos los candidatos para competir en octubre”. La parrafada pertenece a un fiel traductor del pensamiento presidencial.
Sus certezas se apoyan en la experiencia en el distrito y en las encuestas que consumen a ambos lados de Plaza de Mayo. Una de ellas muestra que los consultados comienzan a cambiar su parecer respecto del nivel de responsabilidades de la tragedia de Once, y desplazan en ese ranking a Ibarra, anteponiendo a Omar Chabán, a quien tiró la bengala, a los managers y hasta al propio grupo de rock. En otro sondeo se expone la imagen del jefe de Gobierno que, si bien sigue siendo mala, no es la peor de los dirigentes porteños: la ponderación negativa de Mauricio Macri supera a la del jefe de Gobierno, la valoración de su actitud tras el incendio es demoledora para el empresario.
Para un altísimo funcionario con quien conversó Página/12, la decisión de escoger candidatos a diputados nacionales nunca iba a ser consensuada con el palacio municipal, por lo que la estrategia que venía trayendo el Presidente se mantendría sin cambios. “Todavía debe pasar el canje de la deuda, todavía debemos ver cómo evoluciona esto. Falta, falta mucho....”, dice, como midiendo el tiempo que media hasta octubre.
Hay en el Gobierno también quien guarda diferencias con el escenario expuesto por el confidente anteriormente citado. Dos hombres que suelen aconsejar al Presidente sostienen que el incendio de Cromañón convirtió en cenizas a su aliado y hasta al espacio que Ibarra quiso construir. “Este es un golpe durísimo para el progresismo. Kir-
chner debe cambiar la estrategia en la ciudad”, sugiere un consultor presidencial. “El incendio quemó al aliado y la estrategia se hizo humo. Kirchner salió a bancar a Ibarra, pero no somos pocos (en el Gobierno) los que creemos que es un cadáver político”, revela otro.
Es en este punto donde todos ponen la lupa sobre el desempeño del flamante secretario de Seguridad de la comuna, Juan José Alvarez. Tanto en la Casa Rosada cuanto en el palacio municipal, derramaron críticas contra el ex ministro por su altísimo perfil de ésta, su primera semana, que llegó al paroxismo cuando recibió a la cúpula de la CGT con Hugo Moyano a la cabeza y se reunió con Amadeo Genta, jefe del sindicato de municipales porteños. “Juanjo cometió un error garrafal cuando los recibió, ¡sobre todo a Genta! Un tipo que apañó a los inspectores que Ibarra echó hace un año por coimeros”, se enoja un importantísimo funcionario nacional. “Por suerte, ayer (por el viernes) le sacaron una secretaría, acordaron bajarle un poco el perfil”, se calma.
Otro integrante del gabinete, que guarda como el funcionario anterior una buena relación con Alvarez, es igualmente crítico hacia su desempeño de la semana que se fue. “La designación de Juanjo Alvarez fue muy consensuada, pero aparece como un interventor federal, ajeno al gobierno de Ibarra, que hace lo que quiere, con altísimo perfil. Es, en los papeles, un jefe de inspectores, pero en la realidad es el personaje más fuerte de la Capital. Su accionar marca la falta de la gestión de Ibarra. Lo que al principio fue un salvavidas se está erigiendo como su verdugo al encontrar cada vez más sitios sin inspección, fuera de la ley. Si hasta los shoppings más grandes e importantes estaban en infracción, ¿qué hizo en estos cinco años Ibarra?”, dice el miembro del gabinete.
Un tercer miembro del team kirchnerista sostiene algo parecido. Dice: “Ibarra está flotando por el apoyo de Kirchner. ¿Cuánto va a durar en esta situación?”. Y abunda: “Juanjo, con sus apariciones públicas de esta semana, está desperfilando al propio Presidente”.
¿Y el Presidente qué dice de esta situación? “Flota, flota...”.
Ignífugos
“La pelea entre Solá y Duhalde favorece a Kirchner”, categoriza un conocedor profundo del distrito, y explica: “Solá no puede volver atrás y Duhalde está en una encerrona. Está incendiado, enceguecido y quiere ir a fondo contra Felipe, pero se le genera un conflicto: si va a una interna contra Solá, por supuesto la va a ganar, y su esposa será candidata a senadora. Ahora, si después de eso Cristina (Fernández de Kirchner) también se candidatea, ¿qué hará Duhalde? ¿Bajar a Chiche?”.
Esa duda es, precisamente, lo que abonan en la Rosada. “Le aclaro que nosotros no estamos confrontando con Duhalde. Duhalde cree que nosotros podríamos aliarnos con Felipe para ir por afuera del PJ bonaerense, con la candidatura de Cristina. El sabe que no le conviene confrontar con nosotros y nosotros no buscamos la pelea. El choque entre Solá y él es cosa de ellos”, remacha un ministro con despacho en el primer piso de Balcarce 50.
Quienes estuvieron con el caudillo bonaerense esta semana relataron a Página/12 el enojo severo que acrisola hacia Solá, enojo que escaló cuando los diputados que responden al gobernador hablaron de las “cajas negras para la interna” que intentan llenar los duhaldistas a partir del aumento legislativo que ellos mismos se atribuyeron.
“Duhalde va a ir a fondo”, dice uno de sus laderos. “Duhalde amenaza con ir a una interna porque cree que Felipe no tiene con qué enfrentarla”, revela otro a este diario.
“Duhalde tiene problemas con la embajada americana”, dice un tercero.
–¿A qué se refiere? –quiere saber, intrigado, este diario.
–A lo siguiente –acomete el interlocutor de Página/12–: los norteamericanos tienen un informe donde hablan de “peronismo bonaerense”, un eufemismo para referirse a Duhalde, y de su peligrosidad para la institucionalidad argentina. En el escrito, relatan su accionar en las últimas crisis, desde 2001 hasta la fecha. Con la linealidad del pensamiento que los caracteriza, enumeran que el PJ bonaerense armó los saqueos en diciembre de 2001, tumbó al temblequeante gobierno de De la Rúa, después volteó a Rodríguez Saá para poner a su presidente, condiciona al gobierno de Kirchner y, se preguntan, “¿va a voltear ahora al gobierno de Solá?”.
–¿Usted cómo conoce la existencia de ese documento?
–Porque lo vi y lo leí.
Los ingredientes de este cóctel no son ingratos para los paladares en la Casa Rosada. Hablan de una fragilidad en ambos contendientes bonaerenses por la que esperan obtener ganancias. “Duhalde le dio a entender ayer (por el viernes) a Kir-
chner que no tiene cuitas con el gobierno nacional”, comenta uno de los participantes de esa reunión.
Sin embargo, para otro de ellos hay matices. Expone: “Duhalde dice que Mussi (Juan José) tiene más intención de voto en Berazategui (el municipio que gobierna) que el propio Kirchner. Está enceguecido. Hay quien le recuerda lo de 1997, con Graciela (Fernández Meijide). El gobernaba la provincia; su mujer era primera candidata a diputada; Hugo Toledo era candidato a diputado; Bruno Tabano era candidato provincial, todos de Lomas de Zamora. Graciela pasó un día en un tren y vio un cartel que decía “Lomas de Zamora”. No paró. Nunca hizo un acto en Lomas. Ganó por paliza. Con Cristina va a pasar lo mismo, en Lomas y en Berazategui. Duhalde no quiere verlo”.
Acaso por esos motivos, porque ese empecinamiento enrarece el aire extramuros de la General Paz, es que hay negociadores. No de Duhalde y Solá, sí de Duhalde y Kirchner, traductores del pensamiento de ambos que intercambian pareceres y propuestas nacidas en tiendas de ambas mesnadas. El punto discordante está, una vez más, en la ya no tan lejana composición de las listas de candidatos legislativos por la provincia para 2005. El Presidente quiere la dupla de senadores (donde encabezaría CFK), la mitadde la lista de diputados nacionales y varios legisladores provinciales. Duhalde suele decir a modo de respuesta: “Kirchner no tiene a más de cinco para poner” en las nóminas, fijando un número.
Por ahora, el acuerdo está lejos y es sólo una expresión de deseos.

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