Lun 17.01.2005

EL PAíS

El relato de un sobreviviente

Ya pasaron varios días desde esa noche, que fue quizá la peor de mi vida. Y es por eso que les mando este mail, que les pido que se hagan un ratito y lo lean. Para los que no pude hablar todavía, les voy a contar qué fue lo que viví esa noche:
Eran las 20 más o menos cuando dejé el auto en el estacionamiento de Jean Jaurés y Rivadavia, y nos fuimos con Lau y Mali al McDonald’s donde nos íbamos a encontrar con los chicos del foro. Estuvimos hasta las diez esperando que terminara Ojos Locos y nos decidimos a ir para Cromañón. En la entrada nos hicieron sacar las zapatillas y nos revisaron todo, para encontrarnos pirotecnia. Estuvimos esperando un buen rato hasta que sale Chabán a decir lo mismo que había repetido el martes y lo mismo que había repetido la vez que fui el 31 de mayo: “Chicos, no prendan bengalas, no tiren tres tiros, si se prende fuego el techo nos vamos a morir todos. Nadie quiere morir acá, todos venimos a divertirnos, esto tiene que ser una fiesta, no queremos una masacre como la de Paraguay”. El tipo éste sabía cómo tenía las cosas en su boliche, por eso advertía.
Cuando estaba terminando Pato, el cantante de la banda, lo interrumpe y dice: “Lo que quiere decir Omar es que no prendan bengalas, que no prendan tres tiros. ¿Se van a portar bieieeeeeeen?” Entonces empezaron a tocar. A los dos minutos del primer tema, cuando la letra de Distinto dice “a ser un poco menos consciente”, un inconsciente prende una Candela, un tubito que tira luces para arriba, y a la tercera se empezó a encender parte del techo de media sombra y goma espuma. En 10 segundos se hizo todo fuego.
Lo primero que hice fue correrme abajo del techo más bajo que había, para cubrirme, diciendo que no se desesperen que ya salíamos todos. Segundos después de decir eso, se apagan todas las luces. Las luces de emergencia no funcionaban bien o directamente no funcionaban algunas, por lo que entramos todos en pánico y empecé a caminar en la dirección que sentía que la gente caminaba (porque no la veía). Llegué hasta el fondo del boliche y sentí que la gente se subía a una barra, por lo que yo también me subí. Me va a quedar grabado una chica que me agarró de la ropa y me dijo “estoy embarazada de 6 meses, por favor, ayudame”.
Trepándome sobre otros cuerpos que no sabía si estaban desmayados o muertos, logré pasar la barra. Miré para arriba y vi una luz de emergencia que no alumbraba. Caminé para la derecha y había fuego, caminé derecho y había fuego, y no había gente alrededor mío, sólo en el piso se sentía al caminar. En ese momento las cosas tóxicas que tiene ese humo me estaban destruyendo por adentro, sentía que no podía respirar más, que estaba viviendo los últimos segundos de mi vida y se me cruzó por la cabeza mi familia. No me tiré al piso porque esperé a desmayarme.
Hasta que llegué a la puerta, no sé cómo, no me acuerdo qué pasó. Sé que llegué y tiré un manotazo a la espalda de un pibe que estaba en la puerta socorriendo gente. Pasé y me tiré en la calle escupiendo negro. Pero me levanté al toque a buscar a mis dos amigas. La encontré a Marta, pero Lau no aparecía, hasta que al rato apareció. Estaba desmayada, con un pibe sosteniéndola en la esquina de Jean Jaurés y Mitre. Entonces me fui a buscar el auto para llevar a Lau al hospital y cuando volví ya se la habían llevado en otro auto o en una ambulancia. Entonces, con la rodilla abierta y un dedo todo cortado, abrí la puerta de atrás y empecé a meter gente. Pude llevar tres al Ramos Mejía y uno al Penna. No sé qué será de ellos.
Cuando me encontré con mis viejos en el Ramos Mejía me avisaron que Lau estaba en el Penna. Nos fuimos para allá, donde me peleé con un camarógrafo hijo de mil putas. Mucho más tarde, en el Italiano, me cosieron 8 puntos en la rodilla, me vendaron el dedo, me pusieron oxígeno y suero. A las 8 de la mañana me dieron el alta.
Diego Cocuza

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