Mar 18.01.2005

EL PAíS

Scilingo se recuperó de repente y habló de los vuelos de la muerte

El represor aceptó declarar en la segunda audiencia en España. En contradicción con el testimonio de 1997 al juez Garzón, dijo que existieron vuelos de la muerte pero que él nunca participó.

Lúcido y verborrágico, el represor Adolfo Scilingo sorprendió a la Audiencia Nacional de España al decidir romper el silencio y prestar declaración en la segunda audiencia del juicio oral que actualmente enfrenta en el país ibérico, acusado por terrorismo, genocidio y torturas cometidos durante la última dictadura militar. Nuevas contradicciones se sumaron ayer a los dichos del ex capitán de navío, cuando reconoció que existieron vuelos de la muerte pero aseguró que nunca participó en ellos, contra lo que había afirmado en 1997 ante el juez Baltasar Garzón. Además reconoció y describió las torturas que se llevaron a cabo en la Escuela de Mecánica de la Armada, pero declaró que tampoco formó parte de ellas.
Lejos del bochornoso espectáculo del viernes, cuando Scilingo ingresó a la sala arrastrado por dos policías y balbuceando inexplicables sonidos se negó a responder al presidente del tribunal, el ex marino accedió a contestar todas las inquietudes de los abogados de la acusación.
Insostenible y hasta criticado por los diversos medios gráficos europeos, el estado de salud simulado por Scilingo viró hacia una nueva estrategia: negar sus declaraciones anteriores, con un argumento que los abogados de la acusación interpretaron como contradictorio e insostenible. En su nueva versión, el represor sostuvo ayer que inventó el testimonio que prestó en 1997 para promover la investigación de los hechos. “En todo este tiempo dije un millón de disparates para que se investigara, pero nada de eso se investigó. Declaré lo que ustedes querían que dijera”, expresó. Y para fundamentar los detalles con los que en aquel entonces describió cómo se arrojaban los cuerpos al río, sólo se limitó a asegurar que se lo habían contado.
Durante casi cuatro horas de declaración, por momentos con un tono risueño e irónico que parecía ajeno al proceso judicial, Scilingo reconoció además que en la ESMA se realizaron torturas con picana. Sin embargo, nuevamente buscó quedar indemne al asegurar que el “único contacto concreto” que tuvo con ello fue cuando le pidieron que arreglara una. Según consideró ayer, la responsabilidad de esos hechos recae en el “hijo de puta de (Emilio) Massera”, a quien la justicia argentina declaró inimputable la semana pasada por vejez y enfermedad. El ex marino también destacó que los mecanismos de tortura aplicados en la ESMA no podrían “calificar de clandestinos porque estaban bajo un decreto del Poder Ejecutivo Nacional”. La interpretación seguramente no pasará inadvertida, ya que uno de los intereses que se persigue en la causa es demostrar que durante la dictadura existió un plan sistemático de exterminio.
El ex capitán de navío quedó detenido en España en 1997 tras reconocer que participó en dos vuelos de la muerte. Mientras que en aquel momento las leyes de Punto Final y Obediencia Debida impidieron que la causa avanzara en la Argentina, el juez Baltasar Garzón llevó adelante la investigación en España. Luego de siete años finalmente está siendo juzgado por 30 delitos de asesinato, 93 de lesiones, 255 de terrorismo y 286 de torturas. También se le imputa responsabilidad por todos los crímenes cometidos en la ESMA, donde sirvió entre 1976 y 1977.
A la serie de sorpresas e incongruencias que marcaron la segunda jornada del juicio, se sumó el pedido de Scilingo al Tribunal para que proteja a su familia. Antes de comenzar a responder al cuestionario, Scilingo reiteró sus denuncias sobre las presuntas amenazas hechas por integrantes de las Fuerzas Armadas para lograr callar su testimonio. “También, el capitán Jorge Godoy (actual jefe de la Armada) me dijo que si recordaba lo que había pasado con el traidor Jorge Devoto y que me acordara de su familia”, agregó, tras reprochar que el gobierno argentino no respondió al pedido de custodia realizado por el juez Garzón años atrás. “Estoy muy preocupado que detrás de todo esto haya gente que no es normal”, sentenció ante los oídos españoles.
Según informó a Página/12 el abogado y uno de los impulsores de la causa, Carlos Slepoy, hoy se continuará con la indagatoria y no se descarta que comiencen las escuchas de las desgrabaciones con el testimonio de Scilingo que contradice sus actuales dichos y en los que hará hincapié la fiscalía. En caso de seguir el cronograma dispuesto por la justicia ibérica, el jueves comenzarían las declaraciones de los testigos de la causa, que suman casi 200 y por lo cual se prevé que el proceso lleve no menos de tres meses.

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