EL PAíS
› DISGUSTO EN GOBIERNO POR LA EXPOSICION DEL SECRETARIO
“Alvarez no es nuestro hombre”
El presidente Néstor Kirchner y sus colaboradores más cercanos desconfían del nuevo secretario de Seguridad porteño. La reunión con la CGT, su alto perfil y sus vínculos con el macrismo.
› Por Diego Schurman
Antes de partir a París, Néstor Kirchner no ocultó su disgusto por el grado de exposición de Juan José Alvarez. El Presidente nunca tuvo una buena relación con el secretario de Seguridad porteño y ve detrás de sus movimientos un ímpetu publicitario que le genera recelo. La bronca quedó graficada en un diálogo. Cuando este diario preguntó a uno de los funcionarios más importantes de la Casa Rosada su opinión sobre Alvarez, recogió un calificativo insultante.
Probablemente la envergadura de la tragedia de República Cromañón impidió a Kirchner y los suyos blanquear la incomodidad que les produjo el nombramiento del flamante secretario de Seguridad. Es más, el Presidente sintió que no hubo margen ni para bajarle el pulgar.
–Yo no voy a interferir, ese fue mi compromiso –señaló Kirchner en la intimidad cuando lo consultaron sobre Alvarez, seguro de que cualquier irrupción se convertiría irremediablemente en un castigo a Aníbal Ibarra. Y el Gobierno ya dijo que no quiere hundir al jefe de Gobierno porteño. Por eso la decisión de enviar al acto de asunción del flamante secretario al ministro del Interior, Aníbal Fernández.
“Alvarez no es nuestro hombre, todos lo saben. Y tiene una ambición desmedida. Sencillamente hay que seguirlo bien de cerca”, confió a Página/12 un altísimo funcionario oficial. Sonó a aquella máxima de Perón, que los hombres son buenos, pero mejores si se los controla.
¿Qué es lo que alteró a la Casa Rosada? La foto del secretario de Seguridad con la CGT fue lo que puso los pelos de punta a más de uno. Ocurrió días después de las críticas que el camionero Hugo Moyano le dispensó a Ibarra por el conflicto de la basura.
Para peor, en esa reunión los sindicalistas le pidieron a Alvarez mayores controles a fin de combatir el trabajo en negro. Se trata de una solicitud que debiera haber tenido como destinatario a la Subsecretaría de Justicia y Trabajo del gobierno porteño, o en su defecto a la Dirección General de Protección de Trabajo.
Esa postura de “interventor” que las crónicas le adjudicaron y que Alvarez voluntaria o involuntariamente alimentó con su omnipresencia generó preocupación. Hubo llamados nerviosos del gobierno de la ciudad a la Casa Rosada. ¿La sospecha? Que la interna peronista se había colado irremediablemente en la Capital Federal.
Alvarez fue propuesto por Jorge Telerman, el vicejefe de Gobierno porteño. A pesar de la autonomía que han logrado, en la geografía peronista ambos no tienen prurito en reconocer su cercanía a Eduardo Duhalde. Pero el análisis se vuelve más complejo si se tiene en cuenta la buena relación del secretario de Seguridad con Mauricio Macri. Son vox populi sus encuentros en el Café Tortoni con el macrista Horacio Rodríguez Larreta. Kirchner lo sabe y eso no hace más que sumar nuevas razones para sus reparos hacia Alvarez. Hasta congeló la idea de traspasar la policía a la ciudad, pese a que ése fue uno de los primeros pedidos del secretario de Seguridad.
El propio Ibarra, luego del shock que le produjo Cromañón, cayó en la cuenta de los amplios márgenes con los que se movía Alvarez. Y decidió retacearle la Secretaría de Justicia. Su tropa, con Vilma Ibarra a la cabeza, también se puso en alerta por la suerte que correría su hermano.
En el mundillo político son muchos los que se preguntan cómo llegó Alvarez a la Secretaría de Seguridad. Pero lo más inquietante es que la pregunta se la hacen en la Rosada. En los pasillos del poder recuerdan cuando Kirchner presionó para eyectar al ahora funcionario porteño del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.
En esos días, el Presidente manifestaba su convencimiento de que Alvarez no iría a fondo con la depuración de la policía bonaerense. El día de su nombramiento en provincia, en reemplazo de Juan Pablo Cafiero, Kirchner lo descalificó. “Es un verdadero retroceso.” La pata política del desencuentro hay que rastrearla en aquellos intentos de Alvarez por posicionarse para ser el compañero de fórmula de Kirchner, una alternativa que el santacruceño desechó.