Vie 21.01.2005

EL PAíS  › EN LA REUNION CON KIRCHNER, CHIRAC
PIDIO SOLUCIONES PARA EL CONFLICTO CON AGUAS

“Si deben retirar la concesión, háganlo”

La comitiva presidencial se retiró satisfecha del Palacio Elíseo. Chirac desparramó elogios para la recuperación económica argentina y para los avances registrados en las causas por violaciones a los derechos humanos. Respecto del conflicto de Aguas Argentinas, que maneja la francesa Suez, pidió soluciones y que el diferendo no enturbie la relación bilateral.

› Por Sergio Moreno

Néstor Kirchner consiguió, ayer por la mañana, lo que había venido a buscar a París, más alguna yapa. Fue recibido en el Elíseo –la sede del gobierno francés– por el presidente Jacques Chirac que lo elogió por la recuperación sostenida “económica y financiera” de la Argentina, por su posición internacional de apoyo al multilateralismo, por su acción en Haití y por la faena realizada en materia de derechos humanos desde hace más de un año, puntualmente por la situación del represor Alfredo Astiz. Además, le ratificó que Francia mantendrá su apoyo a la Argentina en los organismos internacionales de crédito y en el G-7. Y el plus lo puso la actitud que adoptó Chirac ante el conflicto que el gobierno argentino mantiene con Aguas Argentinas y su controlante francesa, Suez. Chirac dijo que la tensión “era una piedrita en el zapato que no nos deja caminar; hay que sacarla y seguir adelante”, según reveló el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, presente en la reunión. Con ello, el presidente galo abrió un paraguas político para que el diferendo “no enturbie” las relaciones pero, a la vez, hizo un guiño para que la administración Kirchner, si quiere ser drástica, lo sea. “Si tienen que quitarle la concesión, háganlo”, dijo Fernández que fueron las palabras de Chirac.
El encuentro comenzó puntualmente, cuando el Peugeot 604 que traía a Kirchner y a su mujer, la senadora Cristina Fernández, ingresó al piso de grava del patio interno del Palacio Elíseo. Un regimiento de dragones, luciendo uniformes de gala, recibió a la pareja y al embajador argentino en Francia, Juan Archibaldo Lanús. Por la puerta de ingreso general entró la comitiva que iba a participar del encuentro con Chirac: Alberto Fernández, el canciller Rafael Bielsa, y el ministro de Economía, Roberto Lavagna. También lo hicieron el vocero presidencial, Miguel Núñez, y el jefe de Gabinete del canciller, Aníbal Gutiérrez.
Chirac recibió en la puerta, en medio de sones marciales, sólo a Kirchner. Tras el abrazo y las fotos, los hizo pasar a un salón donde se sentaron, además, por la parte francesa, funcionarios diplomáticos del Quai D’Orsey, y el embajador francés en Buenos Aires y buen amigo de la empresa Suez, Francis Lott (en el gobierno argentino le adjudican atesorar una antigua amistad con el presidente de la empresa, Ives Thibaud De Silguy).
De las sonrisas, pasaron a la acción.

Déjame que te cuente

Chirac, con la cordialidad de un anfitrión reconocido por su buen trato, rápidamente cedió la palabra a Kirchner, pidiendo escuchar su relato sobre la evolución económica y política de la Argentina. El presidente argentino comenzó a trajinar el discurso económico y, en su salsa, ofreció números, comparaciones y tendencias de la economía argentina y de indicadores como tasa de desempleo, pobreza e indigencia y nivel de inversiones.
Enganchando conceptos, el patagónico enlazó las mejoras producidas desde hace más de un año –fecha en la que había visitado Francia por última vez, al inicio de su mandato– con la situación de la democracia en la Argentina y la posición internacional de su gobierno: apoyo al multilateralismo, integración regional, defensa del proceso en Haití (ahí aprovechó para recordarle a Chirac que Bielsa es, en estos momentos, presidente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas).
Paso seguido, Kirchner mostró las tres carpetas –un total de 900 carillas– que había traído Alberto Fernández donde se resumía parte de la vida y obra del represor Astiz: su pedido de captura, encarcelamiento, situación procesal, estado de la causa y antecedentes previos. En ese momento, Chirac tomó las carpetas y le agradeció que haya impulsado laanulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida para que El Cuervo (que en Francia fue juzgado y condenado en ausencia a cadena perpetua por el secuestro, tortura y desaparición de las monjas Leonie Duquet y Alice Domon) esté preso. “Estaba más que satisfecho”, dijo un funcionario presente en la reunión, que abundó: “Incluso, aprovechó para felicitarlo por la designación de Méndez Carrera en el Gobierno”. Horacio Méndez Carrera es el abogado de los familiares de las monjas francesas asesinadas y, desde hace quince días, es subsecretario de Derechos Humanos de la Cancillería.
La charla sobre Astiz se llevó una parte importante de los 45 minutos que duró el encuentro.
Aprovechando que había tomado la palabra, Chirac comenzó a construir su discurso. Comenzó elogiando la recuperación económica y, según contaron varios funcionarios argentinos que participaron del rendez-vous, el sostenido crecimiento que, dijo, parecía se iba a mantener. “Por eso cada vez que apoyo a la Argentina ante los organismos de crédito internacionales y ante mis colegas del G-7 lo hago sin complejos, me sobran argumentos. Así se lo hice saber al anterior director ejecutivo del FMI (Hörst Koehler) y al actual (Rodrigo Rato) y les dije que iba a seguir apoyando a la Argentina en el Fondo”, contaron que dijo Chirac.
Tras derramar tales mieles, recordó que Francia es el tercer inversor extranjero en la Argentina (antecedida por Estados Unidos y España) y que ambos países tienen una relación histórica, política y económica que se debe seguir profundizando. “Esta es la oportunidad propicia”, dijo Chirac, con aire fundacional.
En ese punto, el presidente galo echó a la mesa el affaire Aguas.
Sin interrumpir el hilo de su relato, Chirac dijo lo siguiente, según contaron a este diario tres altos funcionarios que participaron de la reunión, entre ellos Alberto Fernández. “Entre las muchas empresas francesas que tienen intereses en la Argentina está el caso de Suez. Este caso hay que resolverlo, este caso no puede estar actuando sobre otros inversores franceses, influyéndolos. Si deben denunciar el contrato y retirar la concesión, háganlo. Situaciones como éstas son incidentes, no puede ser que nos paralice. Es como una piedrita en el zapato: debemos quitarla y seguir caminando. Yo no sé quién tiene la razón, lo que sé es que éste no es un tema del gobierno francés. Es más, en su momento dije que Suez nunca debió entrar en la Argentina.”
Kirchner sintió que la sintonía con su par francés se ajustaba más de lo que se puede esperar del protocolo y la simpatía. Chirac acababa de poner un paraguas político al tema, corriéndolo de la relación bilateral –paralelamente, en esos mismos instantes, dos hombres del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, seguían negociando en el Hotel Meurice con los titulares de Suez, Thibaud de Silguy, y el de Aguas Argentinas, Jean-Bernard Lemire, el entuerto. Según contaron a Página/12 fuentes del gobierno argentino, la negociación seguía compleja, bastante dura (ver página 4)–. Con ello, a la vez desata las manos del gobierno de Kirchner y debilita la posición de Suez en la negociación. Es cierto que dentro del gobierno argentino hay quien piensa que esto no es nada para festejar y que, quizá, si se quitase la concesión la litis terminaría en los tribunales internacionales, con claras desventajas para la posición criolla (de hecho, Aguas presentó una denuncia ante el Ciadi). Pero no menos cierto es que, si bien Chirac extendió una especie de patente de corso, la administración del patagónico no quiere llegar a ese punto. “No estamos pensando en reestatizar, no queremos que un inversor extranjero se vaya”, dijo a Página/12 un alto funcionario argentino.
En la delegación argentina se empeñaron en destacar que, si bien una parte importante de la atención pública está en esta negociación, “el tema de Aguas es apenas un temita, y con Chirac se habló poco rato”.
Finalmente, Kirchner invitó a Chirac a venir a la Argentina, a lo que el francés aceptó y recordó su última visita a Buenos Aires, en 1996.
Cuando terminó el encuentro, el vocero del Elíseo, Jerome Bonafont, leyó un comunicado oficial donde se destaca que el presidente francés:
- saluda el proceso de reconstrucción económica y financiera de la Argentina y manifiesta su confianza en la capacidad argentina de prosperar en su recuperación.
- con respecto a las empresas de servicios públicos, subraya que es de capital importancia proceder a un acuerdo rápido para los casos difíciles a efectos de no enturbiar la confianza en otros inversores franceses en la Argentina.
- felicita al Presidente por la acción determinada de las autoridades argentinas contra la impunidad de los crímenes cometidos durante la dictadura y felicita principalmente el espíritu de cooperación de las autoridades judiciales entre la Argentina y Francia.
- expresa el apoyo de Francia en la organización económica y financiera del país.
Horas después de la reunión en el Elíseo, después incluso de haber participado exponiendo en el Foro Europa-América latina organizado por el BID (ver aparte), Kirchner se mostró contento con el resultado de la reunión. Quienes pudieron conversar con él, contaron a este diario que sostuvo que Chirac “tiene códigos claros que yo comparto plenamente” y destacó que el francés sabe perfectamente lo que funciona bien y lo que funciona mal entre las empresas galas que operan en la Argentina.

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