Mié 02.02.2005

EL PAíS  › KIRCHNER Y CHAVEZ FIRMARON
CONVENIOS Y CONFIRMARON SU SINTONIA

“Somos parte de la misma banda”

El Presidente argentino recibió ayer a su par venezolano en la Casa Rosada. Firmaron convenios en energía, salud, comunicaciones y comercio exterior. Kirchner le habló a Chávez del canje de la deuda. El venezolano, de sus conflictos diplomáticos con Colombia.

› Por Martín Piqué

–Pertenezco a esta banda –dijo Hugo Chávez. La frase resonó entre el público que ocupaba el Salón Blanco de la Casa Rosada. Algunos sonrieron, festejando la ocurrencia. Otros pensaron a qué se refería, por qué había elegido esas palabras. Chávez, por venezolano, por desconocer la jerga porteña, no sabía que podía estar hablando de un grupo de jóvenes, de quienes comparten alguna actividad ilícita o de un equipo de fútbol sin ningún talento. El se refería a otra cosa. Enseguida lo aclaró.
–Pertenezco a esta pata de argentinos y venezolanos –clarificó, usando una expresión popular de su país. Significa amistad.
Y la amistad, que según funcionarios del Gobierno también es sintonía política, se reflejó en los hechos. También en los anuncios para el futuro. Ayer, Néstor Kirchner firmó con Chávez acuerdos en energía, salud, comunicaciones, industria naval y comercio exterior. Lo más importante, sin embargo, fue la ayuda que se prodigaron en los temas delicados. Para la Argentina, el canje de la deuda. Y para Chávez, el cruce diplomático con Colombia tras el secuestro en Venezuela de un miembro de las FARC.
Quienes compartieron la intimidad con la delegación venezolana aseguraban que los visitantes interpretaron como un triunfo que, tras el contrapunto con el presidente colombiano Alvaro Uribe, Kirchner haya recibido a Chávez. Como antes lo había hecho Lula. Los bolivarianos venían a Buenos Aires en un momento complicado. Chávez acababa de dedicar palabras muy duras a George Bush y su secretaria de Estado, Condoleeza Rice, a quien rebautizó “Condolencia”. Desde Estados Unidos acusan a Venezuela de cobijar en su territorio a miembros de las FARC. Chávez, en tanto, protestó por la violación de su soberanía por la detención ilegal y el traslado a Colombia de Rodrigo Granda, de las FARC.
Con estos antecedentes, era esperable que la visita de Chávez fuera tratada con prudencia. En el Gobierno, por ejemplo, querían evitar que sus críticas a Bush y Rice complicaran la renegociación de la deuda. Con el 26 por ciento de aceptación entre los acreedores (sólo 4 entre los extranjeros) hasta ahora, la operación es un virtual talón de Aquiles en el plano internacional. El escenario se completaba con la aparición en la prensa argentina de notas muy críticas con Chávez. Algunas llamaban a aplicar la carta democrática de la OEA para destituirlo, a menos de un año de que lograra más del 60 por ciento en el plebiscito revocatorio.
Por todo esto los entretelones pronosticaban –como algunos lo deseaban– cierta tirantez, acaso distancia. Y pasó todo lo contrario. Chávez derramó por todos lados su simpatía, su estilo expansivo –habló hasta con el busto de mármol de Perón que está en la Rosada (lo llamó “mi general”)– y le dedicó varios elogios puntuales a su anfitrión:
–Néstor es mi pata del alma –lo definió.
Luego agregó la política. “Aquí estaba el trono del neoliberalismo, uno de los virreinatos. Oye, qué diferencia hay seis años después”, elogió comparando al gobierno de Kirchner con el de Carlos Menem.
Kirchner retribuyó destacando los “avances significativos y concretos” que se habían alcanzado en la relación con Venezuela. No era para menos. Con su fuel oil, Venezuela había contribuido a superar la crisis energética del año pasado. Y ahora se inauguraba la primera estación de servicio conjunta de Pdvsa-Enarsa como un primer paso para un plan de inversiones más amplio. Según venezolanos y argentinos, será un primer paso para un plan de inversión de 600 estaciones de servicio. La operación implicaría la compra de la red local de Shell (ver nota aparte).
Los acuerdos firmados se extendieron también a salud, explotación agropecuaria, cultura y comunicación. Otro de los convenios es Telesur, la cadena de televisión latinoamericana que Chávez ideó inspirado en la CNN. El gobierno argentino tendrá el 20 por ciento de las acciones de la empresa internacional. A cambio deberá aportar cien horas de programación y garantizar el enlace satelital con Caracas. Las buenas noticias llegarontambién a la industria naval. Según los anuncios, Astilleros Río Santiago construirá cuatro buques petroleros en los próximos años.
En el Gobierno festejaron los acuerdos. El ministro de Planificación, Julio De Vido, y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, acompañaron a Chávez en Núñez, donde se hizo presente una multitud de desocupados, en su mayoría de Barrios de Pie. No fue la única gentileza que recibió Chávez. También le dedicaron un almuerzo en la Rosada, donde compartió la mesa con Kirchner; el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el ministro de Economía, Roberto Lavagna; el vice Daniel Scioli, entre otros. Chávez escuchó allí, de primera mano, la actualidad de la principal preocupación argentina: la deuda. No por casualidad, cuando después habló ante la prensa, el venezolano propuso crear un “grupo de deudores” para enfrentar “una deuda eterna que hemos pagado varias veces”.
Pero la ocurrencia más festejada la dejó para su última aparición ante los periodistas. Hablando en inglés, vaticinó un futuro muy pobre para el tratado de libre comercio continental que impulsa Washington. “Where is ALCA? ALCA is dead”, se contestó. Habrá que ver cuál es la respuesta al desafío dirigido al Norte. Posiblemente, tendrá su respuesta en la Cumbre de las Américas, que este año se realizará en Mar del Plata.

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