EL PAíS
› EL ADN CONFIRMO QUE EL CUERPO ENTERRADO ERA EL DE NICOLAS
Final para la peor de las sospechas
Tal como se suponía, los análisis genéticos determinaron que el cadáver que había sido inhumado con otro nombre corresponde al de Nicolás Flores. Así lo confirmó el abogado de la familia.
Llamar al teléfono celular de los Flores es difícil. Mucho más cuando nadie lo atiende y en el contestador automático se escucha la voz de una joven que se identifica como “Romina”: la chica que murió en República Cromañón y que ahora, se supo, falleció junto con su hijo Nicolás, el nene de cuatro años que se creía extraviado. El abogado de la familia, Juan Carlos Aspiazu, confirmó a Página/12 que el resultado de las contrapruebas de ADN del cuerpo que hace días se exhumó al saberse que había sido enterrado por error se correspondió con el de los Flores. Hasta anoche, la abuela de Nicolás, Stella, se resistía a admitir la noticia; su hermana, Cristina, admitió que “era seguro que eso iba a pasar”.
El estudio de ADN fue hecho por un laboratorio privado a pedido del juzgado de María Angélica Crotto. Los resultados tardaron diez días; los de la prueba estuvieron el miércoles pasado y los de la contraprueba, ayer por la noche. “El ADN del cuerpo que había sido exhumado y que ahora permanece en la morgue judicial se comparó con el de Romina y de Stella y José Flores, abuelos de Nico, y la compatibilidad se dio en un ciento por ciento”, aseveró Aspiazu, quien dijo haber recibido la noticia desde las oficinas de Crotto. Al recibir los resultados, el cuerpo médico forense elaboró un informe que terminó ayer por la noche y lo entregó al juzgado. Al cierre de esta edición, la comisaría 53ª, el lugar de donde nació la investigación sobre la confusión de cadáveres, aún no había informado nada a la familia del nene.
La búsqueda de Nico había empezado a los tres días del incendio del boliche al que había ido con su madre, Romina, de 23 años, quien murió esa misma noche. Varias personas llamaron a los Flores para decirles que vieron al chico en el medio del caos de Plaza Once, durante la transmisión de canales de televisión. Pero los padrinos de Nicolás revisaron los videos que las productoras de TV les facilitaron y nunca pudieron confirmar esos dichos ni ninguna de las falsas denuncias de que el nene habría sido visto en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires.
Roberto Flores, el abuelo, dejó su actividad de cafetero de la zona de Tribunales y pidió una audiencia en Casa de Gobierno. Fue atendido por el ministro del Interior, Aníbal Fernández, que se comprometió a poner en marcha los organismos investigadores y de seguridad. Más tarde intervino la Defensoría de Menores de la ciudad pero, por gestiones del estudio jurídico Aspiazu, la causa pasó al juzgado de Crotto, quien pidió la intervención de Interpol y cerró las fronteras ante la hipótesis de un secuestro.
El final se acercó desde que el 21 de enero se decidió trabajar sobre la hipótesis del error de cadáveres, ya que un cuerpo de un nene permanecía en la morgue desde el día del incendio y nunca había sido reclamado. Ese cuerpo resultó ser el de Gustavo Zerpa, de seis años, a quien sus padres creyeron sepultar el 1º de enero. Luego de esa oscura confirmación, se exhumó el cadáver que, según dijo entonces Cristina, su tía abuela, “era el de Nico”. Ante esta confirmación, Aspiazu adelantó que “esto se convirtió en un caso único de desidia. Hubo dos familias que sufrieron el error (los Flores y los Zerpa) y por ello les cabe una denuncia por daño moral a todos los responsables de Cromañón”.
El cuerpo de Nicolás está en la morgue y la familia lo deberá retirar. Cristina ya había anticipado que no sería velado debido al estado del cuerpo y que será sepultado junto con Romina, en un cementerio de Berazategui. Para ello “va a hacer falta que el Gobierno se haga cargo del traslado. Esperamos 33 días y el error no fue nuestro”. Durante semanas, Missing Children, la Red Solidaria y el Gobierno porteño iniciaron la intensa búsqueda y hasta se empapeló la ciudad con la cara de Nico. La búsqueda terminó y la cara de Nico sigue en algunos carteles y en la retina de muchos.
Informe: Adrián Figueroa Díaz.
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