Vie 03.06.2005

EL PAíS  › LOS “GORDOS” DE LA CGT NO APOYARAN EL LIDERAZGO DE MOYANO

Que se doble, pero no se quiebre

Encabezados por Susana Rueda, los “gordos” no aceptan que Moyano sea el único secretario general de la central. Se apartarán de la conducción, pero no romperán la CGT. Moyano, que cuenta con los votos necesarios, no se inmuta.

› Por Diego Schurman

Los denominados “gordos” sindicales, cuya cara visible es Susana Rueda, desistieron de formalizar ayer la fractura de la CGT aunque cargaron duro contra una de sus cabezas, Hugo Moyano, a quien acusaron de manejar la central obrera como un “dictador”. Precisamente por eso adelantaron que no apoyarán al dirigente camionero en la renovación de autoridades del próximo 14 de julio, cuando la actual conducción tripartita deje lugar a un único secretario general.
Rueda y Moyano –junto a José Luis Lingeri– son los actuales cosecretarios de la CGT. Pero ayer se comportaron como tirios y troyanos en una disputa de poder tan conocida como avariciosa.
La dirigente de Sanidad empezó la andanada. Acusó al camionero de “patotero y antidemocrático” por tomar medidas inconsultas. Y también cuestionó la actitud del Gobierno por privilegiar a Moyano en trato y beneficios, en alusión a los subsidios por gasoil que recibe su gremio.
El líder sindical recogió el guante. “Yo no soy ni oficialista ni antioficialista. Además, no tiene nada de malo ser oficialista o no oficialista. Lo malo es ser alcahuete y ellos fueron alcahuetes de todos los gobiernos de turno: los militares, Menem, Alfonsín, de todos.”
Los “gordos” son un grupo de dirigentes, en su mayoría de gremios de servicios, que han sabido demostrar la flexibilidad del término “peronista”, siempre con el propósito de amoldarse al poder.
En ese sentido, Moyano dice la verdad. Pero es una verdad a medias: muchísimos de los caciques que ahora lo respaldan han integrado o promovido gobiernos que avanzaron sobre históricas conquistas para los trabajadores.
Desde que asumió Néstor Kirchner, todos los sectores internos de la CGT han buscado acercarse al poder. Una muestra contundente de ello fue la foto del acto del peronismo porteño en Obras Sanitarias, donde Cristina Kirchner se puso por primera vez el traje de candidata.
Moyano y el “gordo” Armando Cavalieri estaban entre los principales testigos de aquel acontecimiento. La pelea que ambos mantienen por la representación gremial de los trabajadores de Coto es una excelente síntesis de lo que está en juego en la CGT: plata y poder.
Por eso “gordos” y moyanistas ansían controlar la CGT, una sigla con capacidad –más allá del desprestigio que consignan las encuestas– de alterar los ánimos de la Casa Rosada. Ahora que se acerca la renovación de autoridades, quedó en evidencia que la unidad está atada con alambres.
En el congreso sindical de Obras Sanitarias del 2004, se convino integrar un triunvirato con lógica de contención de todos los sectores internos. El próximo 14 de julio la CGT, de acuerdo con lo convenido entonces, volverá a su tradicional forma de conducción de un secretario general y otro adjunto.
Moyano ya se alistó y Lingeri aceptó ser su adjunto. La mayoría de los 33 miembros del consejo directivo apoyan esa fórmula. Aproximadamente la tercera parte, que representa a los “gordos”, se opone categóricamente y blande la candidatura de Rueda.
A no ser que de ahora en más se suscite una discusión leguleya, el actual consejo directivo está facultado para votar al sucesor del triunvirato. Y así, Moyano prácticamente no tendría obstáculos para quedarse con el sillón principal de la CGT.
Ante semejante escenario, los “gordos” debatieron en el gremio de Sanidad la mejor estrategia a seguir. Estuvieron Rueda, Cavalieri, Carlos West Ocampo (Sanidad), Oscar Lescano (Luz y Fuerza), Rodolfo Daer, (alimentación), José Pedraza (Unión Ferroviaria) y Manuel Pardo, entre otros.
Las ínfulas rupturistas no se transformaron en un hecho concreto. Optaron por continuar negociando, y también presionando, dentro de la central obrera. ¿De qué manera? Corriéndose de escena, para demostrar que lo que Moyano acuerda no es la expresión de toda la CGT.
Así, pegaron el faltazo al Consejo del Salario –y luego expresaron su desacuerdo con el mínimo de 630 pesos– y se bajaron del avión que los debía llevar, con Cavalieri a la cabeza, a la reunión anual de la Organización Internacional del Trabajo.
Los “gordos” también advirtieron ayer que, si el próximo 14 de julio Moyano se llegara a imponer, se apartarían del consejo directivo –no de la CGT–, para no quedar emparentados con la metodología que le imprime el camionero a la central. Parece, al fin, otra presión para que el camionero acepte, alternativamente, dar un paso al costado o prorrogar el mandato de la conducción tripartita, algo que a la luz de los hechos se presenta como difícil.
El vacío a Moyano es a la vez un tiro por elevación al Gobierno, a quien los “gordos” buscan vincularse de una mejor manera y no pueden. Una prueba contundente de ello fue la fortísima discusión telefónica que hace dos días mantuvieron Rueda y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada. No por nada la mujer amenazó con elevar una denuncia por “discriminación” contra el funcionario, a quien responsabilizan de terciar siempre a favor de Moyano.
En las filas del camionero, que ayer tuvieron su propia reunión en el gremio del personal civil de la Nación (UPCN), muestran la tranquilidad de los que se sienten mayoría. Y hasta esgrimieron alguna que otra chicana contra los “gordos”. Por ejemplo, informaron que, si éstos deciden apartarse de la conducción, podrían adelantar para fines de junio, una vez que finalice la cumbre de la OIT, la elección del próximo secretario general de la CGT. O sea, de Moyano.
Esa minimización del lugar que ocupan los “gordos” en la central fue graficada después por el propio camionero. “La CGT no se rompe; las columnas están fuertes. Por ahí se cae alguna mampostería, pero eso no quiere decir que se derrumbe el edificio”, dijo.
Moyano también tiene decidido responder a Rueda respecto de la falta de debate interno. Convocó a una reunión de consejo directivo para el próximo martes. Habrá que ver, por un lado, si mantiene el llamado y si, por otro, los “gordos” dicen presente.
Sería la mejor demostración de que, más allá de las palabras cruzadas, la CGT se dobla, pero no se rompe.

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