EL PAíS
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El largo camino
Por Isidoro Cheresky*
Las muertes de los piqueteros producidas en el marco de una represión policial en gran escala a las manifestaciones de ese día en el Puente Pueyrredón tuvieron una enorme repercusión social y política. Por ese entonces, una sensibilidad social amplia prolongaba el descontento colectivo que había culminado en el cacerolazo y, en consecuencia, muchos argentinos se identificaban con los reclamos piqueteros. Y aun buena parte de aquellos más reticentes ante la acción directa se sumaron a la indignación por la reaparición ostensible de la violencia de Estado. El cacerolazo de fines de diciembre de 2001 había cuestionado al poder político precipitando el alejamiento sucesivo de dos presidentes. El 26 de junio tuvo como consecuencia el adelantamiento de las elecciones presidenciales, vista la imposibilidad de que el gobierno diera una respuesta a la altura del desafío que suponía constatar la persistencia de un dispositivo policial tan apartado de lo que serían sus tareas y de las normativas en una sociedad democrática. La promesa de elecciones procuraba descomprimir el descontento ante la sofocación violenta de la protesta. Hoy ha corrido agua bajo el puente. Por una parte, persiste la conciencia de que el camino a recorrer para tener un Estado y fuerzas de seguridad comprometidas con los principios republicanos, y eficientes, es largo. Por otra parte, se ha emprendido un aprendizaje colectivo en el ejercicio de los derechos civiles y políticos en vistas a que el espacio público sea tal: preservado por todos en vistas a la expresión y la tolerancia. Las políticas de seguridad han procurado contener y convencer y la protesta social persiste, en consonancia con la persistencia de sus reclamos, más orientada a argumentar y dialogar con aquella parte de la sociedad que no participa en ella. Las reformas emprendidas en el dispositivo de seguridad y en particular en la Policía Bonaerense no han sido vanas y suscitaron una pacificación de la vida pública sin que ello comporte yugular o disminuir la libertad de expresión.
* Sociólogo.