“Fueron 2800 millones de pesos que se fueron en corrupción. Son los que faltan en los estómagos de muchos argentinos.” La frase la pronunció Elisa Carrió, titular del ARI, a modo de presentación de lo que significó el manejo de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) durante los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa. La razón de esta fabulosa y millonaria herramienta política era cubrir desequilibrios financieros. Sin embargo, cada uno de los que ocupó la poltrona del Ministerio del Interior manejó a gusto y paladar estos fondos.
El ARI busca crear una comisión investigadora. El proyecto lo presentaron ayer y en los fundamentos se detallan casos paradigmáticos como el del fallecido senador chaqueño Deolindo Bittel, quien remitió al Ministerio una nota donde solicitaba 100.000 dólares para municipios de Santiago del Estero. El legislador fue muy puntilloso a la hora de hacer la discriminación del dinero. Advirtió que deberían “tener en cuenta que no debe Presidencia Roca y en la medida de lo posible reducir el monto de La Leonesa, cuyo intendente es hijo de la traición”. Fue un lapsus como aquel de 1983 cuando en su discurso de cierre de campaña presidencial anunció la opción del PJ por la dependencia. Todo un visionario.
En los fundamentos del proyecto que presentó el ARI se destaca el mal manejo de los fondos públicos. Los legisladores hacen hincapié en el período 1990–1999. Sostienen que no existieron manuales de normas y procedimientos internos para la tramitación de las solicitudes, la revisión, la aprobación, la asignación de los recursos y el control de los gastos. “Parece que se buscaba confundir y facilitar el desvío de estos fondos hacia destinos no previstos por la ley que regía los ATN”, señaló a este diario la diputada arista Graciela Ocaña.
Tal vez el detalle más claro de la discrecionalidad del manejo de los ATN lo arroja la auditoría externa realizada por el propio Ministerio en el 2000. Esta dice que “las transferencias de fondos de ATN se convirtieron en subsidios no reintegrables sin cargo de rendir cuentas, utilizado por el gobierno central para beneficiar cualquier tipo de gastos de distintas clases de beneficiarios, siendo exclusivamente políticos los factores que en última instancia han definido su distribución, en consonancia con las simpatías del gobierno nacional hacia las jurisdicciones favorecidas”.
Fueron 2800 millones los que se utilizaron y los ministros que más se valieron de ellos fueron los menemistas Eduardo Bauzá, Gustavo Beliz, Carlos Corach, José Luis Manzano, Julio Mera Figueroa y Carlos Ruckauf.
Antes de ser senador, Bauzá utilizó medio millón dólares en ATN. Sin duda, fue el que menos gastó.
El ex niño mimado del menemismo, Gustavo Beliz, destinó 193 millones de dólares. Entre los que entregó se destacan, por ejemplo, 750.000 pesos a la Fundación Esperanza en abril de 1993. La institución que recibió el dinero era la que la ex actriz Evangelina Salazar conducía en tiempos en que su marido, Ramón Ortega, era gobernador de Tucumán y protegido del menemismo.
Corach, por así decirlo, fue el más gastador, unos 1600 millones. Los beneficiados siempre agradecieron. Unos más que otros. En mayo de 1999, cuando el ministro concedió 200.000 dólares para el enripiado del circuito histórico de las colonias judías de Entre Ríos, la organización que solicitó los fondos quiso bautizar con el nombre Carlos Vladimiro Corach una de las calles del solar histórico. No sucedió, pero fue todo un gesto.
Manzano gastó 222 millones, mucho menos que Corach. Sin embargo, como todos aquellos que pasaron por el Ministerio del Interior siempre parece haber una preferencia. El ex ministro apoyó con ahínco al entonces obispode San Justo, Rodolfo Bufano. El cura muy cercano al menemismo recibió la friolera de 3,5 millones de dólares.
Mera Figueroa destinó 147 millones. Entre ellos incluyó el pago de sueldos del diario chaqueño El Territorio.