El alerta rojo establecido por Estados Unidos abarca a la Argentina y a otros nueve países. Así se lo confirmaron a Página/12 las más altas fuentes de la seguridad del país. La hipótesis, que proviene de informes de la CIA y aparentemente también de la SIDE, es que no se usarían aviones y ni siquiera se prevé la llegada a estas tierras de un suicida: la preocupación es por un artefacto explosivo de enorme poder, al punto que los norteamericanos sostienen que hasta podría ser un “artefacto atómico táctico”. El gobierno nacional dispuso también un alerta máximo a raíz de la advertencia de Washington, aunque especialistas en seguridad insisten en que el gobierno de George W. Bush está haciendo una enorme sobreactuación para tapar las acusaciones de que tenía informes nítidos sobre lo que iba a pasar el 11 de setiembre y no hizo nada para prevenir el ataque.
En diálogo con este diario, uno de los máximos responsables en el terreno del contraterrorismo, señaló que “los norteamericanos nos han hecho saber que los alertas sobre nuevos ataques también incluyen a la Argentina. No es cierto que el foco de peligro esté en la Triple Frontera, pero estamos chequeando los informes concretos que nos mandaron y otros que elaboró la SIDE en las últimas semanas”. Ayer mismo, un integrante del Tesoro norteamericano, Ken Dan ratificó que “los ataques son inevitables”. Su comentario siguió a otros similares del FBI sobre atentados en Nueva York y los realizados por el vicepresidente Dick Cheney que adelantó posibles nuevos golpes de la organización de Bin Laden.
Respecto de la Argentina, quienes manejan el tema en el Gobierno esbozaron el siguiente diagnóstico:
u “No vemos peligro del uso de aviones contra edificios. Desde Washington nos dijeron que no creen que las organizaciones terroristas tengan ahora pilotos ya que se revisaron, una por una, las escuelas de vuelo del mundo.”
u “Tampoco creemos que traigan a la Argentina a un suicida. Una operación de ese tipo requiere que saquen al suicida de Medio Oriente, atraviese Europa y recién después llegue acá. Sería difícil que los terroristas puedan hacer el viaje, especialmente por Europa, sin ser advertidos.”
u “La hipótesis más probable es el uso de un camión, una camioneta o que el artefacto se ponga directamente en el objetivo, que –según creen en Washington y aquí– sería norteamericano, británico o israelí.”
La gran pregunta está referida a la versión que se maneja en Estados Unidos sobre el inminente uso de tecnología nuclear en un ataque. “Sólo Alemania detectó en los últimos años unas 1500 fugas de material para usar en un artefacto nuclear táctico –señaló el responsable de contraterrorismo–, es decir un artefacto que encaja en lo que dicen los norteamericanos: una explosión que afectaría a un kilómetro cuadrado dentro de una ciudad y que puede ser puesto en una habitación, en una cloaca o casi en cualquier lado. Esas fugas provienen todas de países que fueron de la ex Unión Soviética donde los científicos están trabajando por dos pesos y aceptan trabajos para otros postores como Irán, Irak o cualquier organización”.
En función de los informes norteamericanos, el gobierno nacional resolvió reflotar el alerta máximo. En concreto, esto significa que hay más custodias, más patrullajes, más observación en las fronteras y aeropuertos.
De todas maneras, entre los especialistas argentinos también hay una cierta desconfianza respecto de estas últimas alertas de Washington. La Casa Blanca está muy cuestionada porque cada vez aparecen más datos de que antes del 11 de setiembre hubo informes que alertaban sobre una cantidadde individuos, provenientes de países islámicos, que estaban tomando clases en escuelas de vuelo. Hubo incluso datos muy precisos de agentes del FBI –que no fueron escuchados– de que Osama Bin Laden podía usar aviones contra el Pentágono o la Casa Blanca, algo muy parecido a lo que efectivamente ocurrió. Para diluir en algo semejante escándalo es que -según creen hombres de la seguridad argentina–, los organismos norteamericanos están lanzando estas advertencias.