EL PAíS
› CARLOS ALTAMIRANO HABLA DE LA REFORMULACION DEL ESPACIO POLITICO
“Hay que abandonar el ‘síganme’”
El sociólogo sostiene que Kirchner puede acelerar el cambio, pero debe trascender el peronismo. Dice que Carrió es tan personalista como el Presidente. Binner y el rol de la izquierda.
“Néstor Kirchner puede encabezar una nueva mayoría política, pero para ello tiene que buscar una coalición en términos más claros. Porque si se trata simplemente de llamar para acoplarse al PJ, no creo que logre gran proyección. Hay que abandonar el ‘síganme, no los voy a defraudar’.” Para el sociólogo Carlos Altamirano, el kirchnerismo hoy cuenta con un potencial históricamente innegable: el de encarar un proyecto reformador que permita la recomposición del espacio político. Para ello, considera fundamental la consolidación de un movimiento que logre trascender los límites del peronismo, y la maduración de una izquierda a la que acusa de no salir de un marginalismo crónico. Según el autor de Peronismo y cultura de izquierda, la tarea no es sencilla. Las reglas expresadas por el oficialismo aún no son del todo claras y los partidos no logran superar una crisis identitaria, que torna difícil cualquier posibilidad de coalición política.
–¿Qué posibilidades tiene lo que viene planteando el oficialismo sobre una cristalización del espacio político en dos grandes polos, uno de centroizquierda y otro de centroderecha?
–Yo creo que acá la primera pregunta que debemos hacernos es si el Presidente podrá armar en torno de su figura una nueva mayoría política de orientación de centroizquierda propia del esquema político europeo, aclimatado ya en países vecinos como el Uruguay. Este proceso será difícil por varias razones. Hoy parece una tarea fácil generar estructuras políticas colectivas. Se trata de una crisis que podemos observar en todos los sistemas occidentales. Además el peronismo no es de fácil traducción al esquema izquierda-derecha. Y, como si fuera poco, a todo esto se suma la debilidad de la izquierda. Si se observa a aquellos países donde se articuló una experiencia de centroizquierda, en ellos la izquierda ha sido un actor muy fuerte, con un caudal político importante. Pero para eso, hay que dejar de concebirse como lugar de impugnación, como mero espacio contestatario.
–Sin embargo, tenemos algunas señales distintas, como en el caso del socialismo en Santa Fe.
–Bueno, pero justamente el caso de Hermes Binner se trata de un éxito de gestión, donde el partido socialista ha mostrado que puede gobernar la ciudad de Rosario y ser un aspirante serio. No se postuló como el tribuno de la plebe que impugna al conjunto del sistema sino como una alternativa de gestión. En caso de que gane en octubre seguramente será cotejado por el kirchnerismo y por Elisa Carrió. Y si el ARI gana en Capital Federal, va a significar un gran desafío para el kirchnerismo, ya que aparece la posibilidad de un frente de izquierda reformista que le juegue en su propio terreno y ahí sería el adversario más fuerte del Gobierno.
–Esta es una de las cuestiones que se le endilgan a Kirchner, el ejercer el poder de una forma hiperpersonalista o autoritaria.
–El término de “autoritario” no me agrada. ¿Quién lo dice, Lilita? Ella no es menos personalista que Kirchner. No creo que haya consultado la candidatura de Olivera en ningún congreso del ARI. Es cierto que el personalismo puede estar exasperado en Kirchner, pero es un rasgo de la política actual donde tenemos conglomerados ordenados en torno de figuras, como el caso de Macri o Carrió.
–¿Cómo podemos aspirar entonces al modelo bipartidista europeo frente a este personalismo de que adolece la política argentina?
–Nadie dijo que era fácil. Miremos el caso de la transversalidad. Era un barajar y dar de nuevo, exigía cambiar cierta cultura política. Y los rasgos de una cultura política no son tan moldeables como los programas de un partido. Requieren de mayor tiempo. Esto no quiere decir que no pueda cambiar. Lo hizo en el ’46, cuando un nuevo actor se incorporó a lo que muchos veían como el paisaje natural de la vida política en el país. Y lo hizo en el ’83 con la derrota del peronismo. Además no creo que éste sea un tiempo propicio para la construcción de identidades políticas fuertes, pero tampoco hay que caer en nociones como la “nueva política”, que aportan un carácter vacío ya que lo que hacen es ir al encuentro de la frustración de la ciudadanía. El kirchnerismo tiene que buscar una coalición en términos más claros, con una agenda más definida. Tiene que definir mejor en torno de qué ejes se llama a recomponer el espacio político. Porque si se trata simplemente de llamar para acoplarse al PJ, no creo que logre gran proyección. Hay que abandonar el “acompáñenme, no los voy a defraudar”.
–¿Qué lugar puede ocupar el peronismo en este proceso?
–El kirchnerismo ha navegado por las dos aguas. En el Congreso depende del apoyo del bloque peronista y en las provincias depende del apoyo de gobiernos peronistas. Pero, por otro lado, parece hacer movimientos de apertura, aunque en forma limitada. Fundamentalmente busca a la izquierda ahijada del peronismo. Sin embargo, no termina de definirse. ¿Quiere efectivamente un realineamiento político?, ¿confía en que el peronismo contiene en su interior los elementos de esa izquierda a los cuales quiere orientarse? El Gobierno no manda mensajes claros frente a este tema.
–¿Cree que estos límites difusos repercuten en la consolidación de una fuerza opositora?
–Antes que nada afectan al propio oficialismo ya que ésta es una de las cuestiones que no le rinde buenos frutos en Capital Federal. El rompecabezas se va a terminar de armar después de octubre. Por ejemplo, no es seguro lo que vaya a pasar con el radicalismo o “los radicalismos”. Hoy parece probable que el alfonsinismo busque integrar una alianza de tinte progresista, para buscar su supervivencia como actor político. También hay que ver qué margen le dejan las elecciones a Eduardo Duhalde para intentar regenerar una fuerza política.
–¿Quiénes aparecen como principales socios de esa alianza?
–Contaría con buena parte del peronismo. Aunque muchos consideran que esa alianza sería de centroderecha, yo no me atrevería a decir eso si el hombre que todos mencionan como candidato es Roberto Lavagna. En esto coincido con la reflexión que hizo Rosendo Fraga en la columna de Página/12 la semana pasada. Lavagna está más próximo a un gobierno populista, más inclinado a regulaciones estatales, que a dejar el funcionamiento de la economía bajo la dinámica de mercado.
–¿Está augurando la partida de Lavagna de la Casa Rosada?
–No me atrevería a ningún pronóstico. Lavagna primero fue funcionario de Alfonsín y ha demostrado tener suficiente flexibilidad para moverse entre dos fuerzas políticas. Si Kirchner quiere desprenderse de él, no lo sé. Lo que si sé es que hoy es el único funcionario del Gobierno que no necesitaría de Kirchner para presentarse en las elecciones.
Reportaje: Carolina Keve.
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