EL PAíS
“Se construye que las opciones son sólo tres”
Patricia Walsh aspira a renovar su banca como diputada nacional desde el MST-Unite. Critica la polarización “como profecía autocumplida” y se diferencia en el tema de los derechos humanos.
› Por Miguel Jorquera
Patricia Walsh se convirtió en uno de los referentes de la izquierda vernácula. La fragmentación de este espacio político pone en peligro la renovación de todas sus bancas en el Congreso y su preocupación pasa ahora por mantener una representación legislativa encabezando la lista porteña del MST-Unite. Impulsora de la derogación de las leyes de impunidad y de haber consensuado con otras fuerzas la anulación de los indultos menemistas, considera que el Gobierno tiene un discurso “manipulador” sobre derechos humanos. Insiste en que la deuda externa es “un fraude” y que la tiene que manejar el Congreso y no Roberto Lavagna desde el quinto piso del Ministerio de Economía.
–Esta parece ser una de las elecciones más difíciles que deberá enfrentar la izquierda, que está fraccionada en varias ofertas electorales.
–Especialmente difícil. Elisa Carrió, Mauricio Macri y Rafael Bielsa han ocupado casi todos los espacios en los medios de comunicación, con una posibilidad notablemente menor para dar a conocer nuestras propuestas. Además cuando se difunden encuestas tan intensamente funcionan como profecía autocumplida: se dice que las opciones son nada más que tres y entonces se va construyendo una opción sólo de tres. Carrió, Bielsa y Carrió ya son diputados según esas propias encuestas. Estamos discutiendo cuántos diputados ingresan por esos tres partidos, que podrían llegar a 12: nos queda una sola banca para que la izquierda la dispute.
–¿Pero eso no es también un problema de la propia izquierda por no presentar una alternativa más atractiva y con cierto grado de unidad?
–Le caben la crítica y la autocrítica. Su principal problema es su fragmentación y genera una enorme debilidad a la hora de intentar conquistar una banca. Tenemos que aprender a cuidar lo que construye, porque en el intento de construir una izquierda más amplia destruimos lo que teníamos: íbamos por un proyecto mejor que resultó peor. A pesar de todo tenemos que defender las bancas de izquierda en la ciudad, y hablo en plural. Aspiro a una izquierda frentista, independiente, no personalista, ni dogmática ni sectaria y sobre todo una izquierda que no sea gorila.
–¿Gorila por su actitud frente al peronismo?
–Gorila es aquel que todo el tiempo está viendo piqueteros encapuchados y con palos y no ven que los planes Jefas y Jefes de Hogar significan 5 pesos por día para un grupo familiar, con el compromiso de cumplir con un plan de vacunación, mandar los chicos al colegio y cumplir, en la mayoría de los casos, con una contraprestación. Los piqueteros de hoy son lo más parecido a los “cabecitas negras, mis queridos grasitas, los descamisados, los que se quieren lavar las patas en la fuente”.
–¿Qué puede pasar en la izquier-da si no consiguen una banca?
–Todavía somos capaces de conseguirlo, vamos a dar pelea hasta el final. Esta es una banca que no deberíamos perder. Yo represento a un frente, afectado por la fractura de Izquierda Unida, aunque no es todo lo que deberíamos tener. Me preocupa que la izquierda en la ciudad, no tenga ningún diputado para ofrecerle a este país.
–¿Considera su banca como del conjunto de la izquierda?
–Sí. Ingresé en diciembre de 2001, un momento en que había una necesidad muy fuerte de tener diputados de izquierda, distintos. El desafío es si esto se puede sostener en este contexto, que es difícil. Soy vicepresidenta segunda de la Comisión de Derechos Humanos y Garantías, en una cámara corporativa en el armado de las comisiones parlamentarias, pero desde donde promovimos la derogación de las leyes de obediencia debida y punto final, y logramos el consenso para derogar los indultos a los genocidas. Mi preocupación es que los derechos humanos y las garantías no se pueden volver oficialistas, no vamos a tener ninguna posibilidad de control sobre cómo se respetan en nuestro país.
–Desde el otro lado de la vereda se argumenta que sin los votos del oficialismo no se hubiese logrado su aprobación.
–Hacía poquito que había asumido Néstor Kirchner, resolvieron dar quórum y levantar la mano para apoyar la nulidad de las leyes de impunidad. Se lo reconozco pero no era un proyecto del PEN, ni era ni de algún diputado del PJ ni del kirchnerismo, era del bloque legislativo de IU. Lo mismo que la nulidad de los indultos y el consenso para llevarlo al recinto en la próxima reunión ordinaria ¿Por qué no lo hacemos hoy?, porque el proyecto es nuestro. Y como todo lo que se puede manipular se manipula, se va a tratar después del 23 de octubre. No debería ser objeto de manipulación, pero espero que después lo aprobemos.
–¿Considera que el Gobierno especuló con este tema?
–Los derechos humanos se utilizan como una manipulación cuando en algunos casos sos capaz de sostener un compromiso y en otros no. Eso le pasa al Gobierno. No tiene una política sincera en este sentido. Es una manipulación discursiva.
–¿En materia económica también?
–Roberto Lavagna fue ministro de Duhalde, secretario de Industria y Comercio de Raúl Alfonsín, ¿qué tiene de nuevo? Es un hombre del Banco Mundial. Por eso no me parece un hecho secundario que la deuda que tiene que pasar por el Congreso no se discuta allí. ¿Cuál es la nueva política, cerrar el Poder Legislativo?, que quede inhabilitado para sesionar y de la deuda externa se encargue el quinto piso del Ministerio de Economía. A Lavagna no lo eligió nadie, cómo se puede delegar en él una facultad que les pertenece a los representantes del pueblo en el Congreso de la Nación.
–Sin embargo, desde el Gobierno levantan su gestión como con la quita de la deuda a los bonistas privados.
–El Gobierno está sentado sobre un colchón de plata, para impulsar lo que llaman una política de desendeudamiento, un eufemismo. Increíble, yo me sacó el sombrero, son talentosísimos en engendrar palabras que significan lo contrario. Nosotros no nos estamos desendeudando, es una política de endeudamiento que expresa una continuidad con las políticas anteriores. La única política de Estado es destruir la educación y la salud. La deuda externa, la actitud frente a las privatizadas y la concentración de la riqueza expresan esa continuidad.