Cuando ingresó al salón de lectura del Senado, los parlantes de la Plaza de los dos Congresos disparaban con mucha potencia olvidables temas de cumbia villera. Sin poder ocultar un gesto de molestia, Mauricio Macri insistió en presentarse frente a los periodistas parlamentarios como “lo nuevo”. Durante unos 40 minutos, el candidato del centroderecha porteño respondió preguntas y gambeteó definiciones sobre su modelo económico y sobre las tarifas de los servicios. Insistió en que no le dará los votos a Eduardo Duhalde, ya que “forma parte del oficialismo” al que volverá luego de las elecciones. “Me avergüenzo de que muchos hayan sido diputados gracias a mí”, dijo cuando se le preguntó por haber incluido en sus listas a Jorge Argüello, hoy conducción del kirchnerismo en Diputados. Con cierto cansancio, visiblemente incómodo frente a la prensa y con las mismas mañas de otros candidatos, Macri de tan nuevo se pareció a lo viejo.
Los periodistas esperaban su llegada mientras el candidato del Pro departía con el titular del cuerpo, el vicepresidente Daniel Scioli. “Somos amigos del deporte. Que ambos compitamos por la candidatura a jefe de Gobierno porteño en el 2007 no quiere decir que no podamos hablar. Creo mucho en el diálogo”, dijo cuando se le preguntó si de su tardanza se podía especular que había afinidad política como para un acuerdo.
–¿Por qué quiere ser diputado si no va a terminar su mandato, ya que su principal objetivo es ser jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires? –preguntó un cronista televisivo.
–A veces hay que hacer lo que hay que hacer. Se están defendiendo ideas, trabajamos para cambiar la forma de hacer política, para hacer una buena gestión –respondió Macri.
Cuando se le preguntó por el escenario luego de las elecciones, se mostró preocupado por el nivel de agresividad del Gobierno y por la falta de gestión. Subrayó la importancia de hablar de “temas concretos”.
–De su discurso se desprende que está en contra de los monopolios. Empresas de su padre participan de TBA y de Ecotrans, una empresa ferroviaria y otra de colectivos que monopolizan el servicio hacia el Oeste del Gran Buenos Aires. ¿Las enfrentaría?
–No sé de qué empresas me está hablando. Lo concreto es que al final del día hay que tener el mejor servicio con el menor costo posible. El Estado tiene que estar al servicio de la gente. Hasta ahora se han aprovechado de un importante crecimiento económico mundial, pero las cosas valen cada vez más y cada vez cuesta más llegar a fin de mes. Incluso del 2003 a hoy, la brecha entre ricos y pobres creció.
Cuando le preguntaron cómo reaccionaría frente a un amplio triunfo del oficialismo, contestó: “Creo en los equilibrios. Me gusta la moderación. A ningún presidente le ha faltado poder”.
La relación con Duhalde fue uno de los puntos recurrentes de la entrevista pública que ayer Macri concedió al Círculo de Periodistas Parlamentarios. “El duhaldismo forma parte del oficialismo, luego de la elección se van a volver a juntar. Ya lo dijo Balestrini”, tomó distancia.
Macri fue amplio en sus posibles alianzas legislativas. “Vamos a apoyar lo que creemos que es mejor para la Argentina. No tenemos un problema por quien proponga las cosas. Hace pocas semanas atrás cuando el duhaldismo, el ARI y otros bloques lograron quórum para una sesión, nosotros coincidíamos con la propuesta del Gobierno”, dijo en alusión a la sesión en la que la oposición intentó aprobar una iniciativa que beneficiaba a los deudores hipotecarios. Se mostró partidario de poner límites a futuros superpoderes a favor del Ejecutivo y en regular el uso de los decretos de necesidad y urgencia. No esperó a la pregunta siguiente, molesto por la cumbia que venía desde la calle se despidió y dio por terminada la rueda.