EL PAíS
› PIA LOCATELLI, LIDER FEMINISTA ITALIANA
“Las dirigentes mujeres suelen ser más inclusivas”
En Buenos Aires, la titular de la Internacional Socialista de Mujeres alentó una mayor presencia femenina en los parlamentos. Dijo que hay políticas que tienen liderazgos masculinos y que tendría fuerte valor simbólico que Hillary Clinton lleguen a presidenta.
› Por Mariana Carbajal
Nació en una familia conservadora del Norte de Italia. Pero desde muy joven se identificó con las ideas de la izquierda libertaria y a los 25 años se afilió al Partido Socialista Italiano. Hoy, a los 56, Pía Locatelli es presidenta de la Internacional Socialista de Mujeres, una organización que agrupa a más de 150 partidos políticos progresistas del mundo. Ferviente feminista, además de diputada del Parlamento Europeo, recorre los continentes impulsando la despenalización del aborto y promoviendo la paridad en la participación de las mujeres en los lugares de decisión. En los últimos días estuvo en la Argentina y celebró la amplia presencia femenina al frente de las principales listas para las próximas elecciones. En una entrevista con Página/12, se refirió al liderazgo que caracteriza a la senadora Cristina Kirch-
ner, destacó las consecuencias sociales de un mayor número de mujeres en los parlamentos y se entusiasmó con la idea de que Hillary Clinton se convierta en la próxima presidenta de Estados Unidos. “Que llegue a la presidencia una mujer en el país más poderoso del mundo tiene un valor simbólico enorme para el resto del planeta”, concluyó.
Locatelli vino al país invitada por la diputada socialista María Elena Barbagelata. En Buenos Aires se reunió con legisladoras nacionales y representantes de los partidos integrantes de la Internacional Socialista del Cono Sur, como la diputada Isabel Allende de Chile, la senadora socialista Mónica Xavier, de Uruguay, y Josefina Duarte, del PT de Brasil.
–Las próximas elecciones legislativas tienen una característica inédita en el país: varias de las listas de los principales distritos están encabezadas por mujeres. ¿Es una excepción o es parte de una tendencia?
–En el mundo, hay un promedio de 15 por ciento de mujeres legisladoras. En Europa, la proporción supera el 20 por ciento, pero el problema es que hay grandes diferencias entre el Norte y el Sur del continente: en los países nórdicos las legisladoras son más del 30 por ciento de los parlamentarios y en Italia, por ejemplo, son menos de 20 por ciento. En América latina, de 30 países, tres tienen más del 30 por ciento, Argentina es uno de ellos junto con Cuba y Costa Rica; otros tres tienen entre 20 y 30 por ciento, y la mayoría oscila entre el 10 y el 20 por ciento, que es la media mundial. Argentina, entonces, está en la franja más alta de la fase intermedia del mundo. Eso es positivo.
–¿A qué adjudica que en la Argentina tengan tanta preminencia algunas mujeres políticas?
–Para que las mujeres se afirmen en la política se deben dar ciertas condiciones: una ley electoral proporcional, una ley de cupo y leyes que ayuden al acceso de los candidatos a los medios durante las campañas electorales o que impongan limitaciones a los gastos electorales. La Argentina reúne las dos primeras condiciones. La ley de cupo ya tiene más de diez años aquí y ha sido un factor fundamental.
–¿Por qué es importante el tema de los recursos financieros en las campañas electorales?
–Porque generalmente las mujeres tienen pocos medios económicos: cuando se limitan, permite que se igualen las condiciones entre candidatos y candidatas.
–En la Argentina el cupo del 30 por ciento se convirtió en un techo más que en un piso. ¿Esto sucede siempre con este tipo de normativas?
–Con bastante frecuencia. Es muy difícil que se vaya más allá del cupo. En la Argentina, las legisladoras son el 34 por ciento. Pero lo que es cierto es que si hay cupo se cumple con esa exigencia, si no, no se les da lugar a las mujeres en las listas. En Italia teníamos una ley de cupo que fue derogada en 1994 porque la Corte Constitucional consideró que era contraria al principio de igualdad contenido en el artículo 3 de la Constitución. Pero hace dos años hemos reformado la Constitución y se ha contemplado la posibilidad de imponer acciones positivas en la ley electoral. Ahora tenemos que impulsar una ley de cupo. Todos los partidos italianos de la coalición de izquierda tienen una ley de cupo, pero ninguno de los partidos la respeta completamente. El que fija una cuota del 50 por ciento tiene el 35 por ciento de mujeres; el que tiene cupo del 40 por ciento, tiene 30 por ciento de mujeres; el que habla de 30 por ciento tiene más o menos el 20 por ciento. No está bien, pero no es tan malo, porque los partidos que no tienen ley de cupo tienen un porcentaje bajísimo de mujeres. Es el caso de todos los partidos de centroderecha.
–A la senadora Cristina Kirch-
ner la acusan de tener un liderazgo masculino. ¿Hay un liderazgo femenino y uno masculino?
–Es difícil dar una definición. Pero puedo contar lo que veo. Casi siempre, aunque hay excepciones como el caso de Cristina Kirch-
ner, un liderazgo femenino es más colectivo. Aunque no es una regla, las mujeres suelen ser más inclusivas.
–¿Qué consecuencias tiene una mayor proporción de mujeres en los parlamentos? ¿Cuál es la experiencia europea en ese sentido?
–Le voy a hablar de Italia, que en este caso es un ejemplo negativo. Como siempre la presencia de mujeres en el Parlamento ha sido muy baja –con la ley de cupo no superó el 14 por ciento–, no hemos cambiado la organización del Estado social, basado en un modelo de los años ’50, que se caracteriza por dos aspectos importantes: sanidad y pensiones. Casi no hay sostén para las familias, porque data de cuando las mujeres no estaban en el mercado de trabajo y estaban en sus casas. Este esquema nunca se pudo modificar por la ausencia de una masa crítica de mujeres en el Parlamento. No había mujeres que reclamaran. Esto ha generado que en el mercado de trabajo italiano haya pocas mujeres: en Europa tenemos el menor porcentaje de población femenina económicamente activa y también tenemos la tasa de natalidad más baja. Es increíble porque el sentido común indica que las mujeres no tienen hijos porque trabajan. En Italia ocurre lo contrario: las mujeres no tiene chicos porque no trabajan, porque la incertidumbre económica es muy grande. Mi interpretación es que esto se debe a la incapacidad de los legisladores varones de leer la realidad. Una mayor proporción de mujeres parlamentarias favorece una lectura más completa de la realidad.
–La violencia doméstica es aquí como en Europa un problema grave que todavía no se ha logrado instalar como un atentado a los derechos humanos de las mujeres. ¿Qué pasos se deberían dar para generar conciencia en la sociedad sobre esta cuestión?
–En Italia ha llevado veinte años la aprobación de una ley contra la violencia doméstica. La violencia contra las mujeres es el emblema de la desigualdad. Tomar conciencia sobre el problema de la desigualdad es una manera de empezar a enfrentar este tema. Hace veinte o treinta años la violencia contra los niños no era pensado como un problema tan grande. Ahora sí hay conciencia al respecto. Tenemos que trabajar muchísimo para lograr la misma concientización en torno de la violencia contra las mujeres. El problema es que todavía no está instalada la idea de que los derechos de las mujeres son derechos humanos, una idea que se promovió a partir de la Conferencia de Viena de 1993, hace 12 años: puede ser que necesitemos muchos más años para lograrlo. Es un asunto dramático, absolutamente transversal, porque afecta a todas las clases sociales.
–¿Cuál es la agenda del Parlamento Europeo sobre temas que afectan particularmente a las mujeres?
–En los últimos días se discutió la organización de un Instituto de Género para que sea un referente único sobre el tema en Europa. Otro temas son: la pobreza, la participación política, las diferencias de salarios entre varones y mujeres a igual trabajo. Este último tema es sobre el cual se ha progresado menos, de acuerdo con una evaluación que hace cada año la Comisión Europea en materia de inequidades de género. Se han reducido las diferencias en relación con la presencia femenina en el mercado laboral, en el desempleo, el educación. Hoy las mujeres ganan un 16 por ciento menos que los varones.
–En la Argentina la diferencia es de casi un tercio menos...
–El problema es que Europa es la parte del mundo donde, en teoría, hay mayor equidad.
–¿Se imagina que en las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos se elija a una mujer?
–Sí, a Hillary Clinton. Es una mujer inteligente, tiene ideas claras. Que llegue a la presidencia una mujer en el país más poderoso del mundo tiene un valor simbólico enorme para el resto del planeta.
–¿Cree que se han vencido los prejuicios para que la ciudadanía se incline por una mujer para dirigir un país como Estados Unidos?
–Pienso que sí, aunque cuanto más cerca esté la fecha de las elecciones más difícil será la situación de Hillary, porque los enemigos de las mujeres están en todo el mundo.
–En Chile también tiene grandes posibilidades de ser presidenta una mujer...
–Sí, es muy probable que sea elegida Michelle Bachelet, pero como todas las encuestas señalan que tiene un 48 por ciento de intención de votos, me gustaría muchísimo que sea elegida en la primera vuelta. Este caso es muy significativo porque se habla frecuentemente de América latina como una región machista.
–¿Qué consejo podría darle al movimiento de mujeres de la Argentina que está luchando desde hace tiempo por una ley que despenalice el aborto?
–Unidad, unidad, unidad. En Italia la ley se aprobó en la década del ’70 a partir de la presión de un movimiento feminista muy fuerte. Fue posible la alianza de mujeres de diferentes opiniones políticas. Hay que unir los esfuerzos. El aborto no es una conquista. La conquista es prevenir el aborto, es lograr que la población tenga las herramientas para prevenirlo.