Mauricio Macri se tomó revancha ayer en la misma ciudad de Buenos Aires que hace apenas dos años lo vio caer derrotado en su pretensión de ser jefe de Gobierno. Con un tercio de los votos porteños, el empresario doblegó a Elisa Carrió y a Rafael Bielsa y así se llevó el premio mayor en el segundo distrito del país. Aunque se trató en esta oportunidad de elecciones legislativas en las que capitalizó, además, la división del centroizquierda, nadie podrá contradecirlo si de ahora en más se presenta como el referente de la derecha mejor posicionado para 2007, no sólo ya para pelear la sucesión de Aníbal Ibarra, sino incluso la Presidencia. Macri lo hizo anoche mismo, al anunciar que de la mano de su triunfo “nace también la construcción de una alternativa nacional” al Gobierno.
Ganadores y perdedores empezaron a palpitar los resultados en sus respectivos campamentos mucho antes del momento en que Macri proclamó su victoria y los demás que le siguieron en la preferencia de los porteños admitieron su derrota. Los primeros datos de boca urna que recibieron los comandos de campaña de cada candidato confirmaron lo que decían las encuestas de los últimos días: que Macri ganaba –y con comodidad–, mientras que Carrió y Bielsa peleaban el segundo puesto.
Los resultados pudieron verse en las actitudes de los candidatos, como también en el rostro de sus seguidores: la reclusión de Bielsa en el piso 13 del Hotel Intercontinental contrastó con la euforia que desde primera hora se desató en el macrismo e incluso con la que se vivió en el mismo bunker kirchnerista con motivo del triunfo de Cristina Fernández en la provincia de Buenos Aires. La demora de Carrió en hablar ante los medios también dio la pauta de que el ánimo en el ARI no era el mismo que en las filas macristas.
Macri no perdió muchos votos con respecto de los que obtuvo en la primera rueda electoral en 2003: el 33,9 por ciento que se llevaba escrutados el 82 por ciento de los sufragios, lo dejaba a tan sólo 3 puntos de los que consiguió en su enfrentamiento preliminar con Ibarra por la jefatura de gobierno porteño. El segundo lugar quedaba para Carrió, con 21,73 puntos, mientras que Bielsa le correspondía un casi indistinguible 20,41.
En función del resultado las trece bancas de diputados en juego por la ciudad de Buenos Aires se repartían así: seis para PRO, cuatro para el ARI y tres para el kirchnerismo. Esas mismas fuerzas se quedaban con la mayoría de los 30 lugares a cubrir en la Legislatura porteña (ver aparte). Fuera de la Cámara baja quedó el socialista Norberto La Porta, con el consuelo al menos de haber derrotado al candidato de Autodeterminación y Libertad Luis Zamora en la pelea por el cuarto puesto.
Macri, quien tanto habló de la ciudad durante la campaña, se acordó poco de los porteños a la hora de presentar victorioso frente a las cámaras de TV que se dieron cita en la sede partidaria de Alsina 1300 en la que aguardó los primeros guarismos. El empresario se refirió de entrada al triunfo de un “proyecto propio para mejorar la calidad de todos nosotros” y remarcó que “se consolida una nueva forma de hacer política para solucionar los problemas de la gente”. Con el traje de figura de la oposición puesto, dijo después que “vamos a apoyar todas las iniciativas que hagan al crecimiento del país”. Si quedaban dudas de su lanzamiento al plano nacional, las despejó cuando equiparó su victoria al nacimiento de la “verdadera alternativa democrática que necesita la Argentina para equilibrarse” y manifestó su compromiso de “convocar a todos aquellos” que quieran sumarse a ese espacio.
Carrió, en cambio, mantuvo su discurso de campaña. “No pudimos enfrentar todo el dinero puesto a difamar”, argumentó sobre su revés y repitió aquello de que el suyo es “un camino duro, pero maravilloso”. Aunque admitió que “nos hubiera gustado ganar en la Capital Federal”, la líder del ARI destacó que “hemos crecido y estamos duplicando la cantidad de diputados que renovamos”. Bielsa apenas si agradeció a sus familiares y a aquellos que estuvieron a su lado en la campaña y casi no habló de política. Quien lo hizo fue el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y buscó explotar el lado bueno del resultado: subrayó que hacía tiempo que los peronistas porteños no podían “articular una lista de diputados y legisladores propios” en la ciudad y que los votos cosechados por el Frente para la Victoria son “un primer paso muy importante político verdaderamente genuino”. En su condición de jefe político del kirch-
nerismo en el distrito, Fernández es uno de los muchos dirigentes porteños que a partir de hoy se sentarán a analizar con detalle el nuevo mapa político porteño determinado por las elecciones.
Macri no sacó más del tercio de los votos que la derecha tiene en la ciudad, pero obtuvo un triunfo contundente que lo convierte en referente de esa derecha y ya hay quienes especulan con que cambiará su pretensión de ser jefe de Gobierno por la de ser presidente. No es una incógnita, en cambio, que Bielsa quedó fuera de una carrera en la que ya está prácticamente anotado Daniel Scioli y en la que hay quienes dan por hecho que Enrique Olivera se postulará en nombre del ARI. En ese marco el centroizquierda tiene el desafío de construir un candidato y decidir si vuelve a dividir el voto o si se encolumna detrás de una única figura. Fue lo que ocurrió hace dos años, cuando el mismo Macri hoy victorioso perdió a manos de Ibarra, quien ayer advirtió que “está claro que si el progresismo porteño se divide, éste es el resultado”.