Vie 09.12.2005

EL PAíS

La locuacidad de Bielsa desapareció pero las críticas se fortalecieron

Ningún ministro salió a cuestionar al ex canciller que tras aceptar y rechazar una embajada en París anunció que, finalmente, asumirá como diputado. El silencio, dicen, es una forma de “protegerlo”.

› Por Martín Piqué

Tras dos días consecutivos de renuncias, primero a la banca de diputado, luego a la embajada en París, para anunciar finalmente que asumirá como legislador, el ex canciller Rafael Bielsa se refugió ayer en un silencio blindado. El Gobierno también eligió callarse, al menos sus figuras más importantes, pero igual hizo saber su posición: miembros del oficialismo que no están en la gestión cuestionaron la decisión de Bielsa de renunciar a la embajada en París. “Es un mamarracho de un compañero al que respeto muchísimo, tanto en lo personal como en lo político”, dijo el dirigente de la FTV, Luis D’Elía. Desde la oposición se escucharon críticas parecidas. “Es un papelón impresentable. El Gobierno cree que tiene un cheque en blanco de por vida y puede maltratar a la ciudadanía de semejante manera”, cargó Mauricio Macri, líder de PRO.
Pero aparte de los cuestionamientos públicos, la decisión de Bielsa de desistir de la embajada en Francia y dar marcha atrás con su renuncia a la banca de diputado abrió un debate inédito. La discusión es si el ex canciller puede asumir como diputado luego de haber dicho públicamente que renunciaba a la banca y que lo hacía antes de la jura para no cobrar la jubilación. Varios juristas (ver aparte) expusieron argumentos y también habló el duhaldista José María Díaz Bancalari, quien aseguró que la incorporación de Bielsa depende de sus pares. “La renuncia le pertenece al cuerpo y es el cuerpo el que tiene que decidir si acepta o no. No es el interesado que le pueda retirar antes de que sea aceptada”, afirmó.
Bielsa se encerró ayer en el más estricto hermetismo y no atendió los teléfonos. A través de allegados recibió ofertas de varios programas de televisión, entre ellos el de Mirtha Legrand, para asistir al estudio y hablar en vivo de su doble renuncia. El ex canciller rechazó todos los pedidos. Tampoco habló con sus colaboradores, algunos que sí habían hablado con él cuando decidió su renuncia a la embajada en Francia. Sólo su esposa, Andrea de Arza, mantuvo alguna comunicación con los allegados más cercanos que lo acompañaron durante la gestión en Cancillería.
El silencio de Bielsa tuvo su correlato en el Gabinete. Ningún ministro salió a opinar sobre el episodio. Fue una manera de protegerlo. Sin embargo, la protección oficial no fue absoluta. Pocas horas después de que Bielsa se presentara en el Hotel Sheraton para informar de su rechazo a la embajada, tres dirigentes del kirchnerismo con contacto permanente con la Rosada –D’Elía, el ministro de Gobierno bonaerense, Florencio Randazzo, y el jefe del bloque de senadores, Miguel Pichetto– lo criticaron.
Los cuestionamientos tenían argumentos parecidos. Le reprocharon cierta actitud “individualista” y, según una frase de Randazzo, “cuidar su imagen personal” en perjuicio del proyecto colectivo. Esas declaraciones no fueron fortuitas ni tampoco casuales. Habían sido acordadas con al menos un miembro del Gabinete, que se las anticipó a Página/12 con un margen de alrededor de veinte minutos. Ayer se volvió a repetir la misma estrategia. Las primeras líneas del Gobierno no hablaron, y sí lo hizo D’Elía (otra vez).
Aunque algunos le adjudiquen un rol marginal, el dirigente de La Matanza parece tener una voz profética en el Gobierno. Vale recordar que un día antes de que el Presidente le pidiera la renuncia a Roberto Lavagna, D’Elía dijo que no era el ministro que se necesitaba para la etapa que estaba viviendo la administración de Kirchner.
El diputado Miguel Bonasso, que respalda al Presidente pero que no se autodefine como oficialista, eligió por su parte un tono bastante prudente. “Es un tema penoso de hablar. Tengo una vieja relación con Rafael, realmente lo aprecio y no me gusta (criticarlo), pero estoy en desacuerdo con todas estas idas y venidas”, dijo sobre el episodio protagonizado por el ex canciller.
Sin querer opinar en público, dos miembros del Gobierno que ocupan el primer piso de la Rosada hablaron con Página/12 sobre el futuro de Bielsa. “Ya está. Ahora hay que cuidarlo”, dijo uno de ellos. El otro prefería poner el acento en otros rasgos del ex canciller. “Era uno de los pocosque discutía siempre y no se llevaba bien con Cristina. Tampoco quería ser diputado.”

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