EL PAíS
› JURARON LOS SENADORES CRISTINA FERNANDEZ, JOSE PAMPURO E HILDA DUHALDE
Con la cordialidad que no tuvo la campaña
Scioli anunció a CFK como “senadora por Santa Cruz”. Chiche saludó a Kirchner, Balestrini y Alberto Fernández. Pampuro, a todos. Afuera, los chinos se pelearon entre sí y con algunos militantes bonaerenses. Sólo falta la jura del puntano Pérsico.
“La senadora por Santa Cruz....”, comenzó el vicepresidente Daniel Scioli al llamar a Cristina Fernández de Kirchner. Aunque se corrigió inmediatamente, el rostro de la senadora lo decía todo. Luego de transitar los pocos pasos que la separaban de la Biblia ubicada debajo del estrado y en un momento en el que Scioli hizo una pequeña pausa en la lectura de la fórmula elegida, la primera dama miró a su marido y en un tono bastante perceptible le dijo: “Se equivoca, pobre”. Las cámaras se quedaron con una sonrisa incómoda en los labios de Scioli. Con un pequeño movimiento de cabeza, la senadora evitó el beso en los labios y una muestra pública de intimidad con Néstor Kirchner. El saludo terminó en un pequeño scrum del matrimonio con su hijo Máximo. Fue ayer, cuando juraron los senadores por la provincia de Buenos Aires. Además de CFK, lo hicieron José Pampuro e Hilda “Chiche” Duhalde, quien no se privó de saludar cortésmente a Kirchner.
En las sillas preparadas para la ocasión se ubicaron los ministros del Gobierno. A la izquierda del recinto se sentaron el del Interior, Aníbal Fernández, y el de Salud, Ginés González García. A la derecha y al lado del Presidente, el titular de la Cámara de Diputados, Alberto Balestrini. Afuera del Palacio, las barras de La Matanza, las de los seguidores del intendente de Ituzaingo, Alberto Descalzo, y los del intendente de José C. Paz, Mario “El Japonés” Ishii, aportaban su apoyo a la primera dama y al Frente para la Victoria. Tampoco faltaron quienes con pecheras blancas mostraban la consigna Kirchner 2007. En el recinto, el infaltable bombista del peronismo, El Tula, completaba el círculo del eterno retorno de la política local.
Las veredas de Hipólito Yrigoyen aparecieron copadas por dos enormes pasacalles rojos que, escritos en chino, mostraba un grupo de manifestantes de una secta identificada como Falun Dafa. Repudiaban a Luo Gan, secretario del Partido Comunista Chino, que se había reunido con Scioli. Denunciaban torturas y persecución sufridas por su grupo. Sin saber cómo, los agentes de la Federal fueron testigos de una serie de golpes de karate y de kung fu con los que se enfrentaron los dos grupos de chinos. Los chinos siguieron la pelea con algunos militantes del PJ de José C. Paz. Antes de que la gresca creciera, sin dejar sus rojos estandartes, los orientales devolvieron a los bonaerenses los pasacalles que les habían arrebato a los seguidores de Ishii. “Fue una confusión”, explicaba a los medios un militante pejotista, que recibía la bandera robada aunque no pudiera intercambiar dos palabras con los chinos (ver aparte).
En el recinto ya habían comenzado los saludos. No fueron muchos los que entregó Cristina Fernández. La alfombra roja le jugó una mala pasada. Finalizada la ronda de saludos, uno de sus afilados tacos quedó enredado en un pliegue de la carpeta. En el camino a su banca, volvió a cruzarse con su cuñada, Alicia Kirchner, y al igual que hace una semana atrás, el abrazo le llevó un tiempo. El suficiente como para que Carlos Menem, o el oscuro fantasma en el que se está convirtiendo en la Cámara alta, pudiera ingresar al recinto. Scioli volvió a acercarse al micrófono y ahora llamó al ex duhaldista y ex ministro de Defensa de Kirchner, José Pampuro. Llamó la atención que lo nombrara utilizando la doble rr. Un memorioso recordó que alguna vez Miguel Angel Pichetto explicó que el apellido del senador perdió una erre en su viaje desde Italia a la Argentina.
Desde el palco, los Duhalde esperaban el juramento de la mater familiae, Hilda “Chiche” González. Apretados en una bandeja cercana a la que suelen ocupar los periodistas, ya que Presidencia había pedido que se le reservaran dos palcos que finalmente no ocupó, Eduardo Duhalde y sus hijas aparecieron acompañadas por Eduardo Camaño.
De rosa fuerte, luego de jurar sobre los Santos Evangelios, Chiche Duhalde se dirigió directamente hacia el Presidente. Le estiró su mano y antes de que se diera cuenta recibió el beso de Balestrini, un abrazo de Fernández y otro más afectuoso de Ginés. “No tengo historia con Kirchner; con los demás hemos compartido muchos años”, dijo momentos más tarde la esposa de Duhalde a los periodistas para explicar los diferentes saludos. “Mucha suerte”, le dijo a su oído el ministro del Interior.”Acepté el abrazo de Aníbal”, comentó la flamante senadora al repasar ese momento. Distinto fue el abrazo con Ginés. “Gordito lindo”, fueron las afectuosas palabras que Chiche dejó en los oídos del ministro de Salud. Luego explicó que Ginés “no tuvo agravios personales” en ningún momento de la campaña. “No se inmiscuyó”, abundó. Luego se dirigió hacia su banca. La última del recinto, la que queda al lado de la puerta de salida. Algo que no le preocupa. “Como formo un bloque unipersonal es lógico que me hayan dado una banca lejana al centro del recinto”, comentó Chiche.
Fue el final de la ceremonia. Scioli cumplió con el protocolo y acompañó a Kirchner hasta el automóvil oficial que lo esperaba sobre la explanada. Como suele suceder, al Presidente le llevó un tiempo saludar al público que se había acercado a las rejas que rodean al Palacio. No hubo tiempo para festejos, comenzaba una sesión legislativa en la que el oficialismo había evitado cualquier tema conflictivo para no opacar la ceremonia. Ahora solamente le falta jurar al puntano Daniel Pérsico, quien no pudo hasta el momento dejar su puesto como intendente de San Luis por una cuestión burocrática que, de lo contrario, lo hubiera obligado a llamar a nuevas elecciones. Pérsico asumirá el próximo 21, quizás una de las últimas sesiones del año.
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