El sociólogo Heriberto Muraro y el politólogo Diego Raus analizan los motivos que unieron a la oposición y la reacción del Gobierno ante esa alianza circunstancial.
La foto que mostró juntos a los principales dirigentes de la oposición por primera vez desde que asumió Néstor Kirchner y el duro frente de batalla abierto con el oficialismo en el Congreso durante las últimas semanas generaron un nuevo debate sobre el futuro del panorama político y la posible integración de un frente opositor compuesto por diversas fuerzas. Ahora, ¿podemos hablar de la articulación de una nueva alianza o sólo se trató de un manotazo de ahogado frente a un gobierno que sigue cosechando altos índices de popularidad? ¿Algunos de esos dirigentes cuentan con chances de consolidar su liderazgo y encabezar ese espacio? En diálogo con Página/12, Heriberto Muraro, sociólogo y titular de la encuestadora Telesurvey, y Diego Raus, politólogo y director de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad de Lanús, intentan responder a estos interrogantes. Si bien los dos evitan asegurar algún pronóstico, todos coinciden en que hoy ningún partido cuenta con el capital político suficiente para hacer frente al oficialismo, con lo que la alternativa de un acuerdo entre algunos de esos sectores se torna casi necesaria.
–¿Podemos entender la reacción unificada de la oposición como un primer paso hacia la articulación de un nuevo frente?
Diego Raus: –No, se trató de una aparición entre sectores demasiado disímiles. Como diría Borges, no los unió el amor sino más bien el espanto, con lo que estamos hablando de proyectos que no tienen un denominador común.
Heriberto Muraro: –La reacción que tuvo la oposición fue una cuestión de estricta lógica política. Se trató de una alianza muy cruda en tanto son fuerzas, o líderes mejor dicho, que no tienen nada en común salvo su rechazo al oficialismo. Estoy seguro de que si hubieran tenido que redactar un documento, el resultado no hubiera sido satisfactorio. Además se hace muy difícil encabezar una fuerza opositora cuando un gobierno cuenta con tan altos índices de aceptación.
–Sin embargo, muchos han planteado que es necesaria la consolidación de un espacio opositor, ya que le da mayor legitimidad a un gobierno democrático.
H. M.: –Sí, pero lo que yo estoy planteando es que es más fácil articular fuerzas cuando un gobierno se encuentra desgastado, como pasó con el menemismo y la Alianza. Con una oposición dispersa, lo cierto es que un gobierno puede durar mucho.
–Ahora, dentro de la oposición, ¿hay alguna fuerza que cuente con mejores chances para encabezar ese espacio?
H. M.: –Yo creo que de todos estos grupos, Macri se puede imponer del lado de la Ciudad, aunque sería sólo un comienzo ya que hoy se le hace difícil trascender alguna frontera.
D. R.: –Igualmente, con el alto grado de personalismo que maneja cada uno de estos dirigentes, parece casi imposible hablar de un acuerdo. Por el momento, a cada uno le preocupa construir su propio liderazgo y base de poder. Eso sí, llegado el momento preelectoral no les queda otra alternativa. Si continúa el fuerte apoyo al gobierno de Kirchner, tendrán la necesidad de consolidar un frente por centroizquierda y otro más volcado a la derecha. En ese caso, siempre hay sistemas, como las internas abiertas, para dirimir liderazgos.
–Un dato importante en esta disputa es que se originó a raíz de un tema vinculado a la Justicia, sobre la que, justamente, el Gobierno ha buscado construir sus bases de credibilidad.
D. R.: –Hay que entender algo, y es que no es negativo que se busque la consolidación de un proyecto hegemónico. Lo que está mal es querer avanzar sobre un mecanismo institucional, como es lo que se quiere hacer con la reforma del Consejo. Y lo peor es que ni siquiera lo necesita. Es decir, esa medida no es necesaria si uno piensa en las decisiones que vienen. Las más importantes ya se han tomado, como fue el pago con el Fondo Monetario, la Corte, etcétera. El Gobierno ha demostrado una política de equilibrio donde viene intentando fortalecer la línea de crédito en el exterior al mismo tiempo que seocupa de consolidar el mercado interno. Si Kirchner está pensando en la construcción de un proyecto en función del 2007, debe tener en cuenta que tiene un capital político que ninguna fuerza opositora tiene en la actualidad. El tema está en que no lo malgaste, como lo hace con este tipo de iniciativas.
–Con este escenario tan optimista, ¿resulta necesario que Kirchner siga manteniendo su estrategia ofensiva?
D. R.: –Bueno, en ese caso hay que hacer alunas críticas. Lo cierto es que no puede estar hablando del pasado cuando en esa imagen hay dirigentes que pueden ser aliados suyos, como el caso de Binner.
–¿La aparición de Binner entre las fuerzas de oposición parece haber descartado las posibilidades de acuerdo que se venían planteando desde el oficialismo?
D. R.: –Completamente, o por lo menos ésa fue la señal que quiso dar con su presencia.
–Algunos han criticado la aparición de Kirchner en el programa de Tinelli...
H. M.: –Se trata de una cuestión completamente trivial. Por un lado, si analizamos el estilo de Kirchner, antes de hacer alguna crítica debemos remarcar que un gobierno necesita siempre crear una sensación de que está compitiendo con segmentos que se oponen al pueblo. Cada vez que el Presidente salió a repartir palos, la gente estuvo de acuerdo con él, y si no miremos cómo fue el caso de la polémica con el FMI o con la Iglesia. Eso no significa que haya que sobreestimar sus apariciones públicas en los medios. Kirchner no está tratando de construir una nueva relación con los medios porque ya la tiene con la gente. Hoy, por lo menos, tiene un panorama más que alentador. En síntesis: si aprovecha estas oportunidades, Kirchner está reelecto.
Reportajes: Carolina Keve.
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