Una bala lo dejó parapléjico durante la represión del 20 de diciembre de 2001. Había nueve policías imputados, pero la Justicia los sobreseyó, al asegurar que no se pudo establecer el origen de los disparos.
› Por Adriana Meyer
No hay justicia para Jorge “Tuly” Portillo. Hace pocos días, fueron sobreseídos los nueve policías imputados por haberle disparado el 20 de diciembre de 2001, mientras el gobierno de la Alianza agonizaba y se multiplicaban los saqueos y la represión en todo el país. La lesión que le produjo la bala lo dejó parapléjico y le torció el destino a este joven que aspiraba a jugar en el fútbol italiano. “Luego de cuatro años de los hechos, esta resolución implica un gravísimo retroceso. Ahora no sólo no existen agentes policiales sometidos a proceso, sino que ni siquiera puede establecerse que hayan sido policías quienes dispararon sobre mí, a pesar de que surge claramente de todos los testimonios que ellos tiraron y uno de los disparos fue el que impactó en mi cuerpo”, le dijo Portillo a los jueces de la Cámara del Crimen, ante quienes presentó su apelación. Sus abogados denuncian una “maniobra” para encubrir a los uniformados. Y la audiencia con los camaristas recién está prevista para el 7 de marzo.
El 20 a la madrugada Tuly Portillo se había despedido de su novia y volvía a su casa, en el barrio Mitre. Ya habían empezado los saqueos y uno se estaba produciendo en un supermercado chino que estaba en su camino. Dobló por Ruiz Huidobro hacia Melián y se encontró con dos patrulleros y un auto particular. “La gente se les fue encima y yo quedé en medio de la calle, entre las balas y los piedrazos. Fueron dos fogonazos y cuando me di cuenta estaba en el piso. Me quise parar, me quemaba la panza”, había relatado en una entrevista a Página/12 revelando los detalles de su historia. Portillo tenía por entonces 20 años, quería ser futbolista profesional y manejaba la posibilidad de pasar de Platense a un club italiano. Pero quedó inmovilizado en una silla de ruedas. La bala le entró por el hombro, perforó sus pulmones, le rompió una vértebra, le rozó la médula y la arteria del brazo. “Sentía que cuando respiraba el aire seguía de largo, como si tuviera algo roto adentro. No movía las piernas y me volvía más loco”, evocó.
La jueza federal María Servini de Cubría, que lleva la causa madre por la represión del 20 de diciembre, no quiso tomar el caso. “Como (el hecho) no ocurrió en el centro de la ciudad no tengo justicia”, se lamentó Portillo en aquel momento. El juez de instrucción Ricardo Farías recibió el expediente pero lo delegó en el fiscal Carlos Donoso Castex, que determinó que la bala que hirió al joven era calibre 9 milímetros e identificó a seis policías. Pero los peritajes realizados a las armas que les secuestraron determinaron que ninguno de ellos fue quien disparó contra Portillo. Entonces, el fiscal archivó el expediente hasta que la Policía Federal logre la “individualización y captura del autor del suceso”.
Sin embargo, la sala IV de la Cámara del Crimen revocó el sobreseimiento de los seis policías y ordenó que se profundice la investigación. “De la declaración del testigo Alberto Almirón se desprende que podría reconocer al individuo que, de acuerdo a su relato, efectuó disparos ‘a matar’ al lugar donde se encontraba la víctima”, escribieron los camaristas Alfredo Barbarosch y Mariano González Palazzo. Donoso Castex había ignorado también la denuncia que Portillo realizó contra el ex presidente Fernando de la Rúa y sus funcionarios, con el patrocinio de los profesionales de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH).
Pero este proceso judicial estaba signado desde el principio. A pesar de la decisión de la Cámara, el nuevo juez de la causa, Rodolfo Cresseri, sobreseyó una vez más a los uniformados que estaban acusados y el fiscal Donoso Castex no apeló. Así, el caso por ahora fue archivado. Este magistrado estableció que los disparos podrían haber venido de otro lugar y que pudieron haber sido realizados por otras personas.
Ambas posibilidades –asegura la defensa de Portillo– habrían sido descartadas si se hubiera realizado la reconstrucción de los hechos, medida que no fue adoptada según explicó a Página/12 el abogado RodolfoYanzón. Además, el juez concluyó que hubo un “enfrentamiento”, lo cual Portillo desmiente en forma enfática. “Sólo fue una agresión policial a personas que estaban desarmadas”, escribió en el escrito presentado ante la Cámara. Yanzón fue más allá y precisó que “la arbitraria mención de que el disparo pudo haber provenido de ‘un revoltoso’ se inscribe en una maniobra para encubrir a los efectivos policiales”, que son Héctor Mercado, Mauricio Azula, Walter Lezcano, Ariel Romano, Rubén Grippo, Carlos Mensa, Javier Berro, Miguel Acevedo y Sergio Albornoz.
En este sentido, al letrado le resulta sospechosa la desaparición de la pistola Browning 9 milímetros, el arma reglamentaria del cabo Darío Medina. En definitiva, se buscó al autor directo y no se hicieron las medidas que pidió la defensa para probar que hubo un despliegue de policías y patrulleros en medio del cual, según recordó Portillo, ningún agente fue a auxiliarlo cuando estaba herido en el suelo.
El Tuly, como le dicen, quería juntar plata como jugador en Italia para volver y comprar una casa. Ahora busca una nueva silla de ruedas porque la que tiene ya no sirve, y aspira a obtener una unidad móvil para discapacitados. (Está esperando respuesta de una gestión ante las autoridades de Desarrollo Social nacional) Y las novedades en su causa no contribuyen mucho a levantarle el ánimo.
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