El “asado de la reconciliación” de la CGT terminó siendo un fiasco, al menos para su anfitrión Luis Barrionuevo. Los gremialistas habían acordado encontrarse en el parador 14 de Mar del Plata para ir juntos a la finca del gastronómico. Pero el secretario general de los taxistas, Omar Viviani, que lideraba la comitiva, se perdió en La Feliz durante media hora. Entrada ya la tarde, cuando estaban por servir el postre el cielo se cerró y diluvió sobre los comensales. Intentaron correr, pero varios –que no querían soltar su copa de helado– terminaron en el suelo. Pero Barrionuevo debe haber resentido más no haber cumplido con su idea de reunir a Hugo Moyano con los “gordos”, que pegaron el faltazo.

Dejando de lado las calamidades de ayer, el consejo directivo de la CGT acordó una reunión en la segunda semana de febrero para elaborar una agenda de “reclamos puntuales” que le planteará al Gobierno. Entre ellos, figura que convoque al Consejo del Salario para debatir la suba del mínimo, que se encuentra en 830 pesos. Evaluaron incluso pedir la convocatoria por vía judicial. Para esta reunión se volvió a convocar a los “gordos”, que se distanciaron diciendo que buscan un rol más opositor al Gobierno.

También le pedirán que “cumpla con la promesa de una distribución más equitativa de la riqueza”, según confirmó el judicial Julio Piumato. Entre plato y plato, los 50 sindicalistas también acordaron reclamar que se eleve a tres mil pesos el mínimo no imponible para el pago de impuesto a las ganancias. Si no obtienen respuesta, los diputados Graciela Camaño (esposa de Barrionuevo) y Héctor Recalde (abogado de la CGT) impulsarían esta medida desde el Congreso.

Para cerrar la tarde, los dirigentes terminaron jugando al sapo. Se armaron 14 parejas que compitieron por una caja de champán, de buena marca como el vino que regó el asado. La final estuvo entre Moyano-Barrionuevo y Reynaldo Hermoso (Químicos)-Carlos Acuña (Estaciones de Servicio). Como en todo el día de ayer, a Barrionuevo le tocó perder.