EL PAíS › UNA VISION CRITICA DEL OPERATIVO POLICIAL PREVIO A LOS HECHOS
› Por Raúl Kollmann
Según varios criminalistas, expertos en seguridad y policías, incluso de Santa Cruz, el trasfondo de la muerte del oficial Jorge Sayago es una orden de detención mal dada y una operación policial completamente equivocada. Por supuesto están los que afirman que, en un conflicto como el de los petroleros, no se debe abandonar la política de negociación y, por lo tanto, evalúan que el error de origen fue recurrir a la detención del referente del conflicto en la zona, Mario Navarro. Pero aún quienes admiten la resolución de la Justicia son críticos: “No se puede ir a detener a un dirigente, bastante reconocido en Las Heras, a las 23.30, sin tener a esa hora una cantidad de efectivos suficientes, bien pertrechados con cascos y chalecos antibala como para disuadir, sin violencia, una ofensiva de los manifestantes que era previsible. En los hechos del martes a la madrugada no hubo planificación alguna y el jefe policial a cargo debió rechazar la orden de detención emitida por el fiscal, subrogante de la jueza, explicándole que no había condiciones para apresar al dirigente Mario Navarro y que, en todo caso, debían traerse refuerzos de Río Gallegos”, le ejemplificó a este diario el experto en seguridad Osvaldo Laborda.
Ninguno de los consultados por Página/12 le restó responsabilidad a quienes le pegaron a Sayago cuando estaba indefenso en el piso, aparentemente con una barreta primero y una pala después. Además, obviamente están los disparos, que como lo relató un compañero de Sayago a este diario, eran esperables: “Todo el mundo anda con calibre 22, casi todos son cazadores de liebres y en cualquier piquete hay armas de ese calibre”, señaló el policía.
“Acá hubo improvisación –coincidió el compañero de Sayago con el experto en seguridad–. La jueza Graciela Ruata de Leone había ordenado ya dos veces la detención del dirigente Mario Navarro, pero como estaba de vacaciones, quien la subrogaba y reiteró la orden fue el fiscal Sergio Gargaglione. Lo que decidieron los jefes fue apresar a Navarro después de las 23, suponiendo que de esa manera no iba a haber reacción, por ser tarde y, sobre todo, porque significaba no ir a buscar a Navarro al piquete en la ruta. Pero la detención se hizo sin cobertura ni plan de ningún tipo.”
“Ahí había una olla de presión –sostiene el criminalista Raúl Torre–. Era muy posible que estallara por el apresamiento de Navarro, pero tal vez terminaba explotando por cualquier otra razón. Creo, igual, que lo inesperado, fueron los disparos. Es común que haya armas, pero lo que no es común es que tiren.”
Según el compañero de Sayago, los errores fueron varios:
- Hacer la detención en un momento en el que no había efectivos suficientes para disuadir cualquier respuesta.
- Los policías eran pocos y, para colmo, estaban muy cansados porque una parte importante venía de la custodia de un festival. Además, algunos efectivos jóvenes carecían de experiencia y estaban muy asustados.
- Debió contestársele al fiscal lo que se le terminó diciendo a la madrugada: “No hay efectivos suficientes ni condiciones para detener y mantener detenido a Navarro. Para hacerlo, deberán traerse efectivos de infantería de Río Gallegos”. Una mayor cantidad de policías, sin armas, hubieran sido seguramente un factor disuasivo de cualquier hecho de violencia.
- Debe recordarse que el fiscal terminó ordenando la libertad de Navarro porque se le dijo que no había condiciones para mantenerlo detenido. Si admitió eso después del desastre, es obvio que la operación nunca debió hacerse.
- Durante la semana anterior hubo bastante gente de Infantería y del Comando Radioeléctrico, lo que demuestra que ya estaba el diagnóstico de que la situación en Las Heras era brava. Con la detención y la falta de efectivos en la comisaría se actuó en forma irresponsable teniendo en cuenta aquel diagnóstico.
- La falta de cascos y chalecos antibala demuestra la falta de equipamiento y la improvisación.
- Muchos dicen que el error fue que no estábamos armados. Es al revés, con armas y la inexperiencia que había, es muy probable que los muertos hubieran sido más.
Lo que sostiene el compañero de Sayago está apareciendo como una polémica cada vez más habitual: cómo evitar los enfrentamientos con manifestantes y, si hay que actuar, cómo hacerlo, respetando el derecho a la protesta y evitando que haya violencia. Jueces y fiscales emiten órdenes de intervención en conflictos muchas veces sin medir las consecuencias, mientras que ministros de Seguridad provinciales y a veces el propio ministro del Interior se encuentran ante dilemas como el que se resolvió mal en Las Heras. La negociación, el diálogo extraoficial con los referentes de los manifestantes, el sacar de la escena las armas de fuego, las tácticas para evitar el cuerpo a cuerpo, las vallas, los escudos y el anticiparse para establecer una superioridad numérica que disuada acciones violentas son ingredientes imprescindibles para revertir una historia de muertes.
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