Dom 12.02.2006

EL PAíS

Mantener la paz, pero permitir la protesta, es la opinión mayoritaria

Una encuesta sobre el conflicto en Las Heras señala que la mayoría de los argentinos distingue las características particulares, pero al mismo tiempo tiene teorías conspirativas.

› Por Raúl Kollmann

Ocho de cada diez argentinos creen que en conflictos como el de Santa Cruz tiene que haber una mesa de negociación y que la policía debe hacer operativos de control, pero permitir la protesta. Pero, al mismo tiempo, la gran mayoría tiene teorías conspirativas y piensa que detrás del conflicto hay grupos políticos y maniobras desestabilizadoras. Al hacer su evaluación, a la gente se le mezclan dos ideas. Por un lado, le parece que en Las Heras ocurren cosas parecidas a las de su provincia o ciudad, pero también percibe que el conflicto tiene datos singulares: que la reivindicación tenga que ver con el impuesto a las Ganancias, trabajadores que ganan 3000 pesos, internas de sindicatos que le resultan extraños, que justo se trate de la provincia del Presidente, sacerdotes mediadores que andan en vaqueros y ver a 150 personas en el medio de una ruta ubicada en el medio de la nada. Con todos esos ingredientes, prevalece la idea de que hay que mantener la paz, pero hay una notoria desconfianza en los protagonistas, por lo que se piensa que podrían producirse otras muertes y otros choques.

Las conclusiones surgen de una encuesta realizada por la consultora Opinión Pública, Servicios y Mercados (OPSM), que lidera Enrique Zuleta Puceiro. En total se entrevistaron 900 personas de todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo, nivel económico-social y tamaño de las ciudades en las que reside el encuestado. La dirección técnica estuvo a cargo de Isidro Adúriz y Julián Lisa.

“En la encuesta vemos que la gente cree que en lo ocurrido en Las Heras hay claves secretas –dice Zuleta–. Piensa que el conflicto puede parecerse al incendio de los vagones en Haedo y les achaca la responsabilidad a protagonistas políticos que actúan en las sombras. Y el Presidente alentó esa mirada con esa frase tan puntual refiriéndose a que no es casualidad que la muerte del policía se haya producido en su propia provincia. A esa sospecha de claves secretas contribuye que el choque se produce en un lugar en el que hay datos raros: un sindicalista que no se parece demasiado a lo habitual, un sacerdote que tampoco responde al modelo común y una pelea que no es por sueldos sino por impuestos. ¿Un trabajador que gana 3000 pesos? ¿Ciento treinta disparos contra una comisaría? Todo le parece extraño y sirve para crear un cuadro en el que hay, según cree el encuestado, cosas escondidas.”

De todas maneras, aunque haya elementos que no son los habituales en sus provincias o ciudades, los encuestados tienden a valorar la negociación y la paz. Por un lado, porque cree que ésa es la forma de resolver los conflictos, pero, además, porque se piensa que hay manos negras, intentos de desestabilizar, posibilidad de más muertes y otras catástrofes que, por supuesto, le ponen frente a los ojos la dramática crisis de 2001-2002. “Está bien –dice el encuestado–, el lugar es raro, la gente se suicida, queda en medio de la nada, pero hay que arreglarlo y no correr riesgos.” El dato de uno de los cuadros de la encuesta no es menor: el 54 por ciento de los consultados cree que las protestas en las calles y rutas pueden poner en peligro el sistema democrático. Según sostiene Zuleta, esa percepción de peligro es la razón por la que gustó la actuación de la Gendarmería allí: fue, impuso tranquilidad, normalizó la situación y no tiró un tiro. También esa es la razón por la que caen bien ideas como la mesa de diálogo, la mediación, la negociación. Un 89 por ciento está de acuerdo con soluciones de ese tipo que, además, el encuestado cree que derivan en aumentos de sueldos, algo a lo que él también aspira personalmente.

En el terreno de la evaluación de los piquetes y qué debe hacer el Gobierno, siempre hay un cierto nivel crítico. Al ciudadano común le parece que la estrategia del Gobierno es demasiado light, pero al mismo tiempo no quiere que haya violencia, no ve como solución que la policíaimpida los piquetes actuando en forma más dura, pero tres de cada cuatro personas creen que tiene que haber más control, sin impedir las protestas, lo que en otros términos significa que los corran a un costado de las rutas, o sea que no perjudiquen al resto.

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