EL PAíS › LEGISLADORES OLIVETTO Y ROMAGNOLI
Uno renunció el jueves a la Sala Juzgadora contra Ibarra y fue acusado de cobrar una millonaria coima por hacerlo. Su compañera de banca fue apuntada como la cajera del pago. Los legisladores porteños de AyL niegan tajantemente el cargo, explican por qué son atacados y dicen que se van de la comisión porque es “una farsa”.
› Por Susana Viau
Gerardo Romagnoli, el legislador de Autodeterminación y Libertad que fuera recusado por la defensa del ex jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, provocó el jueves un terremoto político al renunciar a la Sala Juzgadora. José Iglesias, padre de uno de los jóvenes muertos en Cromañón, conjeturó al día siguiente que la decisión había tenido un precio: un millón de pesos pagado por el vicepresidente del Banco Ciudad Pablo Maggioli y vehiculizado a través de Noemí Olivetto, compañera de bloque de Romagnoli y mujer de Luis Zamora. Los dos diputados porteños negaron de modo tajante la acusación y en una larga conversación con Página/12 explicaron las razones que fundaron su decisión. “Estamos dispuestos a que nos investiguen. A nosotros, nuestro patrimonio y el de nuestras familias –afirman–. No tenemos nada que esconder. Quisiéramos saber cuántos de los involucrados en este proceso pueden decir lo mismo.”
–La renuncia a la Sala Juzgadora fue una decisión personal o la tomó en acuerdo con sus compañeros de AyL?
Gerardo Romagnoli: –Si bien fui yo quien estuvo participando, interviniendo y haciendo la experiencia de lo que fue esa Sala Juzgadora, la decisión fue tomada con el respaldo del conjunto del movimiento.
Noemí Olivetto: –Nosotros no nos asustamos frente a las diferencias. Gerardo había tomado la decisión de participar de la sala. El quería hacer la experiencia, acompañar a los padres en eso. Nosotros no lo teníamos del todo claro, pero respetamos su opinión. Ahora entendió que esa experiencia se había agotado y presentó su renuncia. Lo discutió conmigo, que soy su compañera en la Legislatura y luego con el resto. Todos lo respaldamos.
–En verdad, las prevenciones de AyL respecto de este juicio no son nuevas.
G.R.: –Nosotros siempre consideramos que Aníbal Ibarra era responsable, pero no el único responsable. El voto de Noemí, cuando apoyó la iniciación del juicio político, tuvo un contenido de solidaridad con los padres. No obstante, en reuniones que hemos tenido con familiares y en el propio recinto, hemos sostenido que Cromañón fue una construcción en la cual intervinieron múltiples factores y de la que podían deducirse múltiples responsabilidades políticas. Siempre dijimos que descreíamos de la eficacia del dispositivo de juicio político, es decir, de políticos juzgando a políticos, estábamos seguros de que de allí no iba a surgir la verdad.
N.O.: –En el caso singular de Cromañón me parece que lo más paradójico es ir a pedir Justicia y verdad a la misma gente que es responsable de los muertos de Cromañón. Y lo peor, lo inadmisible, es que haya un organismo que no se deje ni criticar ni investigar. Y la Legislatura es refractaria a someterse a eso. En ese sentido yo empiezo por mí. La primera autocrítica que me hago es preguntarme: ¿Por qué no estuve yo esa noche en Cromañón? ¿Qué me pasó? Cuando planteo esto, quiero expresar por qué no estuve para alcanzar un vaso de agua, un consuelo a los familiares. No como Enríquez, un hombre que estuvo tres años en el área de control y ahora es el fiscal, y esa noche fue, pero llamando a los medios y diciendo a quien quisiera escucharlo, que en su gestión no se habían producido tragedias de esa magnitud. Tan claro era el uso político de la situación que los padres terminaron echándolo. Esa ausencia nuestra es un tema que en AyL siempre discutimos, que nos quedó pendiente.
–¿Y usted, Romagnoli, sólo se autocritica eso?
G.R.: –Yo tenía elementos para pensar que la Sala Juzgadora iba a ser lo que finalmente fue, pero me pareció que debía verificarlo: ir y actuar, sacar conclusiones, calibrar sobre la marcha si desde allí podía avanzarse hacia la verdad y lo sanción de las responsabilidades políticas. O si, por el contrario, era la confirmación de aquel grito de Mariana Márquez en una noche de enero, cuando empezaba el show y dijo: “Ibarra, usted es una circunstancia y todo esto es un circo”. Después de haber pasado por la Sala Juzgadora tengo la certeza de que se trata de una representación en la que la verdad no importa. A tal punto, que no entraban ni entran en sus preocupaciones el entramado entre el poder político y la policía, el funcionamiento de esa fuerza, las coimas, el negocio de la noche. Me causaron rechazo presencias como las de Juan José Alvarez, un hombre que no puede contribuir a la verdad cuando tiene la enorme deuda pendiente del esclarecimiento de los asesinatos de Kosteki y Santillán. Era una farsa. Cuando él entró, yo me retiré de la sala. A los legisladores no les preocupó que Aníbal Fernández no concurriera. Y al ministro del Interior tampoco le preocupa una causa donde aparecen coimas y connivencias con la comisaría 7ª. A tal punto llega la indiferencia para el esclarecimiento, que a la trabajadora de Cromañón no le hicieron ninguna pregunta acerca de eso. Y, al final, la gran puesta en escena: la inspección ocular a Cromañón, presentada como una medida que iba a aportar datos fundamentales. Yo ni siquiera firmé la nota porque sabía que era parte del show, un modo de mostrar por televisión las caras compungidas de ciertos legisladores.
–¿Cuándo sintió usted que debía dejar su puesto de juez?
G.R.: –Después de la visita a Cromañón no volví más a las audiencias. Estaba claro que en vez de ensanchar el campo de la investigación se lo iba estrechando. Es una corporación que se trata a sí misma como si fueran los santos inocentes.
N.O.: –Todo estuvo viciado desde el principio, desde el momento en que admite que continúe presidiendo la Comisión Investigadora una mujer que tenía relaciones comerciales con Massera. El proyecto nuestro para apartarla no lo quiso firmar nadie, ni siquiera los ibarristas.
–Iglesias habló de pagos y Enríquez definió la renuncia de Romagnoli como “borocotización”. ¿No se han colocado en una situación muy vulnerable?
G.R.: –Desmiento absolutamente las mentiras de Iglesias. Pero quiero aclarar que no sólo yo, sino los que integramos AyL tenemos una trayectoria muy diferente de estas prácticas que denuncian. Iglesias tendrá que demostrar lo que dice y le vamos a exigir que diga quiénes son sus fuentes, quiénes hacen circular esas versiones. Yo soy militante político y cultural desde la adolescencia, siempre tuve una actividad vinculada a la literatura, al cine documental. Fui detenido en 1975 en Villa Constitución por apoyar a los trabajadores en huelga y en 1981 estuve detenido nuevamente, durante la dictadura. Sobreviví, soy un hombre con suerte. Nací en Rosario y conozco Buenos Aires desde el exilio interno, desde 1976 a 1983. Ninguna de las cosas que hice o que hago son secretas. Puedo mostrarlo todo. Quisiera saber cuántos de los involucrados en este proceso pueden decir lo mismo.
N.O.: –Yo le exijo a Iglesias que demuestre lo que insinúa. Que termine con el potencial, que diga lo que quiere decir y asuma la responsabilidad que conlleva. Yo me pregunto: ¿Iglesias es padre o es abogado? Yo le propongo un desafío: nosotros nos ofrecemos para ser investigados, Gerardo, Luis Zamora, yo y nuestras familias. Quisiera saber si el señor Iglesias se sometería a una investigación similar. ¿O acaso el hecho de ser un padre le da derecho a difamar a la gente con la que tiene diferencias? ¿El ser padre le da derecho a pensar que todos tienen que ser como él? Nosotros nos permitimos dudar, rectificarnos y cambiar, pero no lo hacemos por dinero.
–La izquierda ha criticado con dureza la renuncia.
G.R.: –Yo creo que la izquierda tradicional en este proceso se mostró acoplada a las peores prácticas políticas. No contamos con su respaldo ni cuando en enero de 2005 pedimos la renuncia de Ibarra, ni para la creación de una comisión investigadora independiente. Terminaron avalando a Fernanda Ferrero, y hoy uno de ellos está sentado como fiscal junto a Enríquez. En absoluto acuerdo con los que el año pasado se mataban por el Código de Convivencia.
–¿Tienen pensado renunciar a la Legislatura?
N.O.: –No pensamos renunciar. A nosotros no nos quieren renunciados, nos quieren extirpar. Estamos en la Legislatura para testimoniar y ésa es nuestra responsabilidad.
G.R.: –Yo dejé la Sala Juzgadora para insistir en un recorrido, que no es éste, que nos permita esclarecer los pasos que condujeron a esta tragedia. Es mentira que lo que ocurra con Ibarra de acá en más tendrá que ver con mi renuncia. Tendrá que ver con lo que decida Kirchner, con lo que en algún lugar discuta con Macri, con lo que quiera Duhalde o con lo que el propio Ibarra termine por aceptar. Nosotros tenemos una trayectoria y no la vamos a traicionar. El tiempo –y más temprano que tarde– dirá quién es quién.
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