La Cancillería le pidió informes a Cuba para saber por qué le impidió al historiador entrar al país. Un funcionario de la embajada cuestionó la actitud pronorteamericana del escritor.
“No puede entrar al país”, lanzó el oficial en el aeropuerto José Martí. El historiador José Ignacio García Hamilton –que viajó el sábado a Cuba junto con su esposa, la psicoanalista Graciela Grass– no salía de su asombro: la embajada cubana en la Argentina le había dado la visa para ingresar, pero apenas pisó la isla le informaron que no iba a poder ser. Mientras lo escoltaban al avión, se cruzó con el embajador Darío Alessandro, que tampoco obtuvo respuestas sobre los motivos de la salida presurosa del escritor. El incidente motivó que la embajada argentina en Cuba tuviese que pedir informes ante la Cancillería cubana sobre por qué no se lo dejó pasar. Desde el gobierno argentino restaron dramatismo y consideraron que lo que ocurrió no es ilegal. “Estoy muy satisfecho con la actitud de Alessandro, porque no me preguntó si era de izquierda o de derecha”, explicó a Página/12 García Hamilton.
El pedido de Alessandro todavía no tuvo respuesta y se sumó otro de la Cancillería argentina. En la Embajada cubana ayer no había demasiados ánimos para hablar del tema. Un funcionario, sin embargo, atendió el teléfono a este diario:
–¿Por qué no mejor llamas a la embajada norteamericana, chico? Ellos te pueden decir quién es García Hamilton, cómo le pagaron el viaje, todo. Es el mejor consejo que te puedo dar –soltó el cubano.
Y el diálogo terminó tan abruptamente como empezó. El malhumor proviene, seguramente, del raid mediático que tuvo el historiador tucumano por distintas radios argentinas. El tema motivó la aparición de personajes como el cubano Carlos Alberto Montaner, enemigo acérrimo del régimen de Fidel Castro. “Tengo amistad con García Hamilton y escribí el prólogo de un libro suyo. Es posible que haya relación”, indicó. Sin embargo, el escritor lo descartó. “No creo que mi amistad con él sea motivo suficiente para impedirme entrar al país”, consideró.
El historiador no se cansó de relatar el episodio: “Presentamos los pasaportes en inmigración. Sonó una chicharra. Vino un oficial y nos dijo: ‘No puede entrar al país. Obedecemos órdenes del gobierno de deportarlo en el primer avión que salga’. Cuando iba a subir, apareció Alessandro. Preguntó la razón de la medida y tampoco se la explicaron”.
Para García Hamilton no hay una razón para este hecho, dado que iba a promocionar su último libro: una biografía sobre Simón Bolívar. “Es lo que hago en todos los países. Esta es mi función como escritor, como decía William Faulkner: hay que tener experiencias, observación e imaginación”, citó. “Esta también es una experiencia, pero no es la peor: peores son los que no pueden salir de Cuba. Me siento limitado en mi capacidad de circulación y de expresión de ideas”, se quejó, para luego recordar que en otros dos viajes a la isla no tuvo inconvenientes y dialogó con intelectuales disidentes y castristas. Luego del incidente, el historiador recaló en el Sheraton Four Seasons de Panamá. “Un lindo país que no conocíamos”, concluyó.
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