EL PAíS › D’ELIA, SUBSECRETARIO DE TIERRAS
El dirigente piquetero se propone regularizar la tenencia de tierras con las 146 leyes de expropiación y la ley 24.374. Dice que estará alerta por operaciones en su contra desde fuera del Gobierno y también desde dentro.
› Por Martín Piqué
Los D’Elía hacen recordar a La familia rodante, la película de Pablo Trapero. Forman un grupo ruidoso, que aprovecha cada espacio de la Trafic de la Federación de Tierra y Vivienda. Están la esposa, Alicia; la madre, Ofelia; cuatro de los cinco hijos, Belén, Ayelén, Pablo y Luis Ignacio; la sobrina, Daniela; la hermana, Mabel; más cinco miembros de la FTV y colaboradores del dirigente piquetero. El vehículo acaba de salir de la calle Isleños, en el barrio El Tambo de Laferrère, con un destino poco habitual: el Ministerio de Planificación, en el edificio del Palacio de Hacienda, frente a la Plaza de Mayo. Luis D’Elía viaja en el asiento del copiloto. Una hora después será nombrado subsecretario de Tierras para el Hábitat Social. D’Elía se está preparando para asumir, pero no puede perder sus vicios: como hablar con los periodistas. “El establishment se opone a mi designación. Pero estoy preparado para las operaciones”, dice.
La entrevista comenzó en el living, mientras el flamante funcionario ayudaba a una vecina cuyo sobrino había muerto en Bahía Blanca, y terminó una hora después en la vereda del Palacio de Hacienda. La casa de D’Elía es muy conocida en esa parte de Laferrère. Tiene la fachada sin revocar, llena de pintadas rockeras –la más grande es de Callejeros–, pero ese frente esconde otra vivienda, detrás de un patio interno. Una casa blanca, de dos plantas, típica para una familia numerosa. En el living hay fotos de D’Elía con Evo Morales, con Fidel Castro en La Habana; el ensayo de José Pablo Feinmann Escritos imprudentes; dos fotos ampliadas de Belén y Ayelén, las hijas del piquetero, con dedicatorias de amigos.
–¿Qué objetivo se fijó para su nueva función?
–Vamos a trabajar en la regularización dominial de villas, asentamientos, loteos tradicionales y campesinos pobres. En el conurbano viven un millón cien mil personas que alguna vez intrusaron tierras. Vamos a intentar crear las cooperativas con un objeto lo más abierto posible, que nos permitan hacer veredas, mejoramiento de viviendas, red de agua, infraestructura sanitaria, comunitaria, educación.
–¿El costo de la construcción va a ser más alto o más bajo que las obras públicas que hace el Gobierno a través de empresas privadas?
–Es sustantivamente más bajo. Es todo un tema. Porque a veces hacemos lo mismo que el sector privado pero para nosotros no corre la plusvalía. En las organizaciones sociales trabajamos con márgenes muy justos.
–O el sector privado trabaja con márgenes muy amplios...
–Sí, también (sonríe). Son los dos extremos del análisis. La idea es cooperativizar, con los loteos tradicionales vamos a trabajar con la ley 24.374. Es la ley de regularización dominial que se hizo en la década de los ’90 y que nosotros ahora vamos a tratar de modificar.
–¿Qué van a modificar?
–Vamos a tratar de acortar el tiempo de la inscripción en el registro de la propiedad. Por otro lado, esa ley contemplaba las inscripciones hechas hasta el año ’89. Queremos llevarla hasta el año 2000.
–¿Es la ley que aprobó Duhalde?
–Es la que sacó Duhalde. Pero hay que perfeccionarla. Y vamos a aplicar las 146 leyes de expropiación de la provincia de Buenos Aires. Esas expropiaciones podrían ser pagadas con bonos a treinta años, para evitar la especulación. Vamos a ofrecerles a los titulares de dominio intrusados la posibilidad de acceder a convenios donde puedan ser resarcidos mediante el Tribunal de Tasaciones de la Nación. Tenemos muchos planes.
–¿Cree que serán necesarias muchas expropiaciones?
–La provincia tiene 146 leyes de expropiación. Nunca fueron aplicadas. Se las usó para parar los desalojos. Por si el Congreso sancionaba una ley de expropiación y había un expediente judicial en trámite se producía un conflicto de poderes. Y era de muchos jueces que cuando existía ese conflicto de poderes del Estado se congelara la situación. Ahora hay que dar un paso adelante. Hay que trazar una política, tener presupuesto y los medios legales e instrumentales del Estado para resolver los temas.
–En el Gobierno dijeron que el presupuesto de la subsecretaría va a ser delimitado según lo que necesite su gestión. Y usted dijo que la capacidad de gestión será ilimitada. ¿Qué quiso decir?
–Yo voy a tratar de transformar toda la problemática en expedientes. Estoy preparado para las operaciones, para las zancadillas. Soy un tipo hiperactivo.
–¿Está esperando sufrir operaciones en su contra?
–Soy un tipo hiperactivo. Sería un tonto si no las esperara.
–¿De dónde espera operaciones? ¿También desde adentro del Gobierno?
–De todos lados. Habrá que mantenerse con la guardia en alto. Nos vamos a romper el alma. Vamos a trabajar para elevar la calidad de vida, para generar ciudadanía, para que tengan acceso al derecho a la propiedad, tanto colectiva como privada. Porque ésa ha sido siempre la excusa: hace treinta años que dicen “en esa villa, en ese asentamiento, no podemos hacer nada porque son intrusos”. O también dicen “es ilegal que desde el Estado hagamos algo porque son intrusos”.
–A partir de ahora, ¿vamos a ver a un D’Elía de bajo perfil, hablando sólo de gestión y menos de política?
–Haré política desde el Estado. Acepto el reto y el compromiso. Y hablaré por los actos de gobierno, que confío en que van a ser muchos.
–¿Cuáles serán los primeros actos de su subsecretaría?
–Si hay algo que he aprendido de Néstor Kirchner es la capacidad de sorprender, la capacidad de shotear el tablero. Me reservo esa jugada.
–¿Está conforme con el lugar (el piso 10º del Ministerio de Planificación) que eligieron para su nombramiento?
–Es el que corresponde, es el ámbito en el cual me designaron.
–¿No hubo intención de esconderlo?
–No, sino no habría acto. Además no tengo nada que esconder. Esconder se esconde a los chorros, a los coimeros, a los mafiosos, a los que destruyeron el Estado y llevaron a su pueblo a su peor catástrofe en los ’90. A nosotros no hay que escondernos. La lucha y la resistencia contra el modelo neoliberal es un orgullo exhibirla, mostrarla. Es un acto valiente del presidente de la república nombrarnos a nosotros.
–¿Por qué?
–El establishment se opone a mi designación. Y así nos lo hicieron saber en estos días. Así que yo creo que es una conducta valiente del presidente de la república, que nos distingue como militantes sociales y reconoce a nuestro sector social, largamente postergado.
–¿La resistencia del establishment se basa sólo en prejuicios o hay algún hecho concreto que genere antipatía con su figura?
–A mí me quisieron estigmatizar con la comisaría de La Boca. Pero tienen un problema, yo cada vez que hablo digo lo mismo: estoy orgulloso de mi rol en la comisaría de La Boca. Y si nos vuelven a asesinar a un compañero en cualquier lugar del país voy a volver a estar de su lado.
–¿A tomar una comisaría?
–No sé si tomando, al lado de la protesta contra la impunidad. Porque los asesinados siempre son los de nuestro lado, nunca del lado de ellos.
–¿Y cómo vio lo que pasó en Santa Cruz?
–Son situaciones distintas. En La Boca el asesinado era uno de nosotros, Martín Cisneros. Estábamos desarmados. No hubo ningún policía lastimado. Y hoy está probado en el expediente que los que rompieron la comisaría fue la misma policía de La Boca. Y eso fue cobardemente silenciado por los medios de comunicación. De manera malintencionada.
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