Lun 17.06.2002

EL PAíS

El plan de Duhalde para evitar el vacío de poder

El Presidente quiere a Kirchner y a Rodríguez Saá dentro del PJ. Los necesita para reforzar el poder partidario y el suyo propio. Un grupo de senadores estudiará cómo retenerlos en el partido.

› Por Diego Schurman

“Que se queden todos.” La consigna suena al unísono en la Casa Rosada. Y apunta a los precandidatos presidenciales del PJ. No es que a Eduardo Duhalde le haya dado un ataque de amor por Néstor Kirchner. Y mucho menos por Adolfo Rodríguez Saá, otro de los que no descartan jugar por fuera del partido. A lo sumo es un ataque de amor propio. Y que tiene un claro objetivo: evitar un vacío de poder que lo obligue a abandonar la Presidencia.
En Gobierno hace tiempo que evalúan alternativas para contener a todo el peronismo. Una de las que comenzaron a auscultar es la de las internas partidarias abiertas y simultáneas. Imaginan un resultado, al menos de entrada, exitoso. ¿Las razones?
u Abre el debate interno.
u Focaliza la discusión en el reparto de poder.
u Sugiere el adelantamiento de las elecciones generales.
Duhalde no sólo ha puesto el tema sobre la mesa sino también a sus hombres a trabajar. Este miércoles, la mayoría de los senadores se refugiará en el recreo del gremio gastronómico para consensuar la manera de ofrecer respuestas a todos.
En esa negociación no estarán los santacruceños ni los puntanos. Ambos integran el grupo de los “8 rebeldes” que se niegan a cumplir a pie juntillas las órdenes del Ejecutivo. No obstante, allí se evaluará con qué anzuelo se atraerá a Kirchner y a Rodríguez Saá.
Hasta ahora hay un esquema primario: formar una comisión de notables -dos senadores, dos diputados y dos gobernadores sin aspiraciones presidenciales– para fijar el armado de un cronograma electoral, y acordar una Junta Electoral partidaria con representantes por cada uno de los precandidatos, incluso los rebeldes.
La idea de lavar los trapitos sucios en casa responde a la dinámica del poder. Nada mejor que “amigos” y “enemigos” legitimando en una interna al ganador, que a la luz de las encuestas es hoy por hoy Carlos Reutemann. Pero, ¿qué pasa si el PJ comienza a desgajarse? ¿Qué pasa si Kirchner, como amenaza, termina asociándose al ARI de la ascendente Elisa Carrió, llevándose consigo algunos votos peronistas?
“No es momento de alquimias electorales, es momento de recuperar el tejido social”, esgrimió ayer Alfredo Atanasof a Página/12. El jefe de Gabinete es la voz del ideal duhaldista.
Nadie quiere hablar de un escenario apocalíptico. De aquel donde se demora un acuerdo con el Fondo, donde las chispas internas apuran el cisma partidario. Donde la crisis –inflación mediante– le vuelve a armar la agenda al Gobierno.
Duhalde, si puede, se quedará hasta septiembre del 2003. Si no puede, igualmente dirá en público que se quedará hasta el 2003. De lo contrario sería reconocer su debilidad. ¿Quién negociaría con un Presidente en plena partida? Mientras tanto arma un cronograma electoral: no es lo mismo “organizar” la salida a que a uno lo “echen”. Claro, siempre hay razones técnicas –puesta a punto de los padrones, falta de capacidad operativa– para demorar el asunto.
“Es que es una irresponsabilidad adelantar las elecciones. Hay que cerrar primero un acuerdo con el Fondo”, insistió Atanasof.
La permanencia de Kirchner en el PJ no sería un problema si en las encuestas no sólo Carlos Reutemann tuviera el éxito asegurado sino también el propio Duhalde, que juega su propio futuro político en esta transición y en una salida electoral ordenada.
Los números que le acercan día a día su ejército de encuestadores le siguen generando la misma angustia. Unos suben y otros bajan. Pero Carrió se mantiene congelada, desde hace meses, en la cúspide de las preferencias. Por eso, básicamente por eso, Duhalde insiste en que se queden todos.

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